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Todos fuimos punk

Los radicales no entienden por qué ponen sin parar en la radio las canciones que prohibieron hace 40 años al nacer el movimiento

Estrella de Diego
Ramones.
Ramones.

Empezó en poca cosa —igual que ocurre con los grandes acontecimientos—. Para algunos incluso en una fecha fija: el 4 de julio de 1976. Aquel día, el grupo estadounidense Ramones tocó en Candem, mientras las crestas fucsia y amarillo pollito pedían más. Mucho más. Más de lo que fuera, porque el punk había nacido a gritos y había llegado para seguir inundando las aceras y los locales de moda vestido de órdago al poder; de alta cultura en la ropa de Madonna diseñada por Gaultier después; de góticos pospunk y hasta del black look de la escena artística neoyorquina a finales de los ochenta.

Pese a todo, el verdadero acontecimiento había ocurrido un mes antes de la llegada de Ramones: Sex Pistols tocaban en Mánchester ante un grupo exiguo de personas. Irreverentes, defensores de una anarquía desgarrada, se metían de todo y con todos, incluso con la sagrada monarquía británica en su God Save The Queen. Sus canciones se prohibían en la BBC y, diana móvil para burlar la censura, ofrecían un concierto navegando por el Támesis. Jaque mate. La genealogía punk probaba su pasión por subvertir: llegaban desde los ecos de la Internacional Situacionista en Inglaterra y caminaban hacia Class War, movimiento muy politizado que en los ochenta criticaba a los punk por haberse vendido —“si se mueve, véndelo”, les echaban en cara—.

Quizá no andaban desencaminados. Con la entrada de McLaren a la escena punk —y su cash from caos—, el punk se convertía en moda, la que diseñaban McLaren y Vivienne Westwood desde King’s Road para un movimiento que, según algunos, se parecía cada vez más a una puesta en escena de escuela de bellas artes. Luego, en los ochenta, punkis y punkettes inundaban las plazas de Helsinki, y Esa ­Saarinen, entonces un joven profesor de filosofía vestido de cuero negro, era apodado el Doctor Punk. Por esas mismas fechas, en el bar Sol de Madrid sonaban Ramones —lo recordaban Los Pistones en su canción de la movida— y el punk sobrevivía transformándose. En el fondo, todos éramos o habíamos sido punk, como planteaba la reciente muestra del Macba.

Ahora, 40 años después, se celebra oficialmente el comienzo del movimiento, aunque algunos radicales de entonces, aún vivos, no entienden por qué ponen sin parar en la radio las canciones que entonces prohibieron. Parece incluso que cuando, hace unos meses, Joe Corré, hijo de los dos iconos punk McLaren y Westwood, se enteró de lo que él consideraba una apropiación indebida, anunció que quemaría su colección punk, valorada en más de cinco millones de libras. Finalmente, el acto tendrá lugar el próximo 26 de noviembre —para coincidir con los 40 años del lanzamiento de Anarchy In The UK, de Sex Pistols— en la Oficina de Empleo londinense. Y, como quizá tenía razón McLaren en lo de cash from caos, esta contracelebración está ya recogida en Punk London, la página web oficial del aniversario. Pues eso: God Save Punk. •

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