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Meritxell Martorell presenta la nueva temporada de ‘21 días’

El programa de Cuatro llevará a la periodista a meterse en la piel de prostitutas o caminar con refugiados

Aitor Bengoa

La reportera catalana Meritxell Martorell toma el testigo de Samanta Villar al frente de la nueva temporada del programa 21 días, que el este viernes estrena su séptima edición en Cuatro (23.00). En el primer episodio, la nueva presentadora, de 29 años, se sumerge en el mundo de la prostitución viviendo en un club de alterne durante tres semanas.

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Según explica Martorell, los cuatro programas que han grabado (ya se están preparando más entregas) abordan "temas controvertidos, interesantes y muy diferentes entre ellos". La periodista explica a EL PAÍS que el programa le ha llevado, además de a meterse en la piel de prostitutas en la primera entrega, a convivir con judíos ultraortodoxos bajo las estrictas normas de esta comunidad; experimentar el drama de los refugiados en su ruta de Grecia a Alemania o a probar los efectos alucinógenos de la ayahuasca, la droga ancestral de los chamanes del Amazonas.

Antes de embarcarse en la aventura de grabar el programa, recibió consejos y el apoyo de las presentadoras anteriores: "Adela Úcar me envió un mensaje por Twitter deseándome ánimos, y Samanta Villar también me dio algún consejito, sobre todo que disfrutara de la experiencia y que me olvidara un poco de las cámaras, porque cuando realmente vives la experiencia es cuando mejor puedes contarla", señala.

21 días es el único formato en televisión que actualmente ofrece al periodista la posibilidad de vivir en primera persona lo que quiere contar, y esto es un regalo. Definitivamente no es lo mismo vivirlo que contarlo”, concluye Martorell. Sin embargo, esa inmersión en los temas reconoce que no ha sido un camino de rosas: "Todos los programas han sido duros de algún modo u otro, pero el que más me ha afectado psicológicamente es el que sigue el éxodo de los refugiados que huyen de la guerra en Siria, titulado 21 días de Lesbos a Colonia", comenta. "Un día estaba en Lesbos en un ferry que cogen para ir a Atenas. Estaba grabando en un sitio muy oscuro y me choqué con un bulto que creía que era un paquete, pero era una persona. Es lo más duro que he visto nunca", rememora.

Para grabar la primera entrega, 21 días en un prostíbulo, Martorell tuvo que vivir numerosas "situaciones muy incómodas". Ha tenido que bailar en un escenario de pole dance en un club nocturno, servir de plato para que varios hombres comieran sushi servido sobre su cuerpo o hacer un masaje a un cliente. "En el masaje el hombre buscaba que le dieran placer. Era algo que no había hecho en mi vida", recuerda.

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