Hasta el último “¡Acción!”
Los cineastas no se jubilan, los jubilan. Solo algunos como Clint Eastwood o Jean Becker, que estrena 'Unos días para recordar', superan la barrera de los 65 años
“Seguiré filmando. ¿A qué me dedicaría yo jubilado? Lo único que sé hacer es cine, que en mi caso es a la vez trabajo y descanso”. Andrzej Wajda tiene 89 años. Fallecidos el francés Alain Resnais (a los 91 años, en marzo de 2014, tras estrenar pocas semanas antes su último largometraje en la Berlinale) y el portugués Manoel de Oliveira (el pasado 2 de abril, a los 106 años), el polaco es el cineasta europeo en activo más veterano. Pero no está solo. Un puñado de creadores internacionales continúa trabajando a pesar de haber superado con creces la edad de jubilación. La semana pasada se estrenó en España Lío en Broadway, de Peter Bogdanovich, con 76 años. “Cuando empecé a hacer cine, la mayor parte de los genios de la gran época seguía en activo. Yo le preguntaba mucho a John Ford. Aquellas enseñanzas no se han engrandecido con las nuevas generaciones, sino que se han diluido”, confesaba el estadounidense al presentar su comedia. Y hoy llega a las salas Unos días para recordar, que el francés Jean Becker ha rodado a sus 82 años. Se sienten parte de otro mundo… porque conocieron otro mundo.
Woody Allen, 79 años. Yôji Yamada, 83. Clint Eastwood, 85. Claude Lelouch, 73. Roy Andersson, 72. Todos han estrenado —o estrenan— película este año. Más aún, Andersson ganó el último festival de Venecia. En España, Adolfo Arrieta (72 años) empieza a rodar su visión del cuento de la bella durmiente en pocas semanas. Y Carlos Saura (83) presenta en Venecia en septiembre Zonda, folclore argentino, mientras continúa en la brega por rodar su película sobre la creación del Guernica de Picasso.
Filmes sin hacer
Por un cineasta veterano en activo habrá diez expulsados por edad de la industria. Billy Wilder siguió yendo a su despacho diariamente desde el estreno de su último trabajo, Aquí un amigo, en 1981, hasta su muerte en 2002. Los guiones sin filmar se acumulaban en sus estanterías. Richard Lester, a sus 83 años, viaja por todo el mundo recibiendo homenajes, pero no encargos. Al maestro japonés Akira Kurosawa la financiación de sus últimos trabajos le llegó de sus seguidores estadounidenses. No es fácil: las compañías de seguro no suelen permitir a un cineasta mayor ponerse detrás de las cámaras. Antonioni logró rodar Más allá de las nubes a los 83 años porque por contrato estaba disponible Win Wenders para acabar el trabajo si algo le ocurrían al italiano.
De ahí que el ritmo endiablado de Allen o de Jean Becker —que ha dirigido siete películas en el siglo XXI— sea excepcional. Con su Unos días para recordar, prosigue en su línea de comedias amables, que enganchan y tienen su público. “Si me quedo en casa, me aburro un montón. A mí, mientras la salud me respete…”, cuenta el director, de aspecto bonachón y oronda figura, con una ironía que subraya las frases de un tipo de vuelta de todo, al que le dan igual los críticos mientras haya gente que pague por ver su cine. “Hasta mi mujer se mete en el cine a ver otras películas que no son las mías, aunque creo es muy tarde como para plantearme el divorcio”, se burla.
Para el público
“Antes era más perezoso. En el año 2000, me di cuenta de que me estaba haciendo viejo y que o espabilaba o se me quedaban películas sin hacer”, explica sobre su velocidad actual. Puede que haya otra razón. Por la sangre de Becker corre parte del ADN de un genio del cine mundial, su padre, Jacques Becker, amigo de King Vidor y Jean Renoir, creador que murió a los 53 años. “Tenía mucho que contar”, recuerda sobre su padre. “Aunque manejáramos géneros distintos, a ambos nos gustaban las relaciones humanas, la base de la vida. Me interesa mucho cómo la gente intenta entenderse. Por eso, entro en Unos días para recordar en la soledad. No creo en la simpleza. Lloramos y reímos a partes iguales, y espero que en mis películas el público viva ambas experiencias”.
Becker cuenta que ese equilibrio nace de su corazón y de los guiones. “Con la edad sabes alimentarlo y conservarlo. Siempre busco historias interesantes, y siempre descubro que me atraen las que jueguen con ese balance”. Otro consejo sabio. “No escribo guiones. Solo los retoco, adapto a lo sumo. Así he trabajado desde Elisa, en 1995, que lo redacté para Vanessa Paradis. Me da pereza, guardo mis energías para otras cosas”. Para ese toque especial que gusta al público. “Yo hago cine para ellos. No entiendo a los directores que ruedan para ellos mismos. No quiero decir que quiera agradar a los espectadores, ese no es mi objetivo. Pero de ahí a que solo veas tú y tus amigos la película…”.
Sus últimas películas, por ahora
Andrzej Wajda ( Suwalki, 1926), El director.
Peter Bogdanovich (Kingston, Nueva York, 1939), Lío en Broadway.
Jean Becker (París, 1938), Unos días para recordar.
Woody Allen (Brooklyn, Nueva York, 1935), Irrational Man.
Yôji Yamada (Toyonaka, 1931), Si viviera con mi madre.
Claude Lelouch (París, 1937), Un plus une.
Roy Andersson (Gotemburgo, 1943), Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia.
Carlos Saura (Huesca, 1932), Zonda, folclore argentino.
Clint Eastwood (San Francisco, 1930), El francotirador.
Adolfo Arrieta (Madrid, 1942) empieza a rodar su particular visión del cuento de La bella durmiente.
Babelia
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