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El fin (esta vez sí) de Bill Cosby

Una antigua confesión del actor, de 78 años, despeja dudas sobre el relato de sus supuestas víctimas sexuales

Pablo Ximénez de Sandoval
Bill Cosby.
Bill Cosby.Jorge Restrepo

Una sola palabra ha acabado con la carrera y el prestigio de Bill Cosby después de medio siglo de éxito: “Yes”. El contexto es el siguiente: en 2005, una mujer llamada Andrea Constand le denunció por drogarla para abusar sexualmente de ella. El caso se cerró al año siguiente con un acuerdo económico extrajudicial y todas las diligencias se mantuvieron en secreto durante una década. Ambas partes guardaron silencio. La agencia Associated Press acudió a la justicia para exigir la publicación de las diligencias. El lunes pasado, por decisión judicial obtuvo los documentos requeridos, que incluían un interrogatorio a Cosby en el que admite que en los años 70 obtuvo siete recetas del sedante Quaalude. Y el siguiente diálogo:

- ¿Se los dio a otras personas?

- Sí

- ¿Se lo dio a otras personas sabiendo que era ilegal?

- (El abogado de Cosby interrumpe): Le he dicho que no responda. Dio los Quaaludes. Si era ilegal, lo dirán los tribunales.

- ¿A quién le dio los Quaaludes?

- (El abogado vuelve a interrumpir) Déjelo en desconocidas (Jane Does). No voy a ir más allá. Le digo que no responda más que desconocidas.

- ¿Cuando obtuvo los Quaaludes, tenía en mente dárselos a jóvenes con las que quería tener sexo?

- Sí.

A partir de ese “sí”, el abogado de Cosby interrumpe agresivamente sin cesar. Pero en el interrogatorio se deduce que Cosby administró el barbitúrico al menos a una mujer.

El Quaalude fue un sedante muy popular en Estados Unidos en los años 70. Se empezó a comercializar en 1965 como tranquilizante casero, pero sus potentes efectos pronto lo hicieron pasar a formar parte de la cultura de las drogas. David Bowie lo menciona en dos canciones. En media hora se empezaba a notar su efecto, y se popularizó la idea de que servía para desinhibir, relajar y facilitar el sexo. La sobredosis podía provocar fallos respiratorios, alucinaciones y en algunos casos la muerte. Fue prohibido en 1982. Una generación entera ha vuelto a saber lo que era un Quaalude gracias a la película El lobo de Wall Street (2013) de Martin Scorsese. En ella, el ejecutivo drogadicto Jordan Belfort se toma uno como si fuera un tesoro. Lo que sigue es una memorable interpretación de Leonardo di Caprio, en la escena en que intenta llegar a su coche arrastrándose, con el cuerpo paralizado por la droga.

Durante el caso de Constand, otra docena de mujeres salieron a decir que Cosby las había drogado y había abusado sexualmente de ellas de una u otra forma. El cierre del caso dejó en el aire estas afirmaciones durante una década. El año pasado, el cómico Hannibal Buress hizo un chiste en el que llamó violador a Cosby. El vídeo se volvió viral y lo siguiente es que ya son más de 40 mujeres las que salen a contar la misma historia: que en los años 70 y 80 el actor abusó de ellas.

Las consecuencias legales de estas revelaciones son dudosas. Los casos conocidos son tan antiguos que han prescrito. Solo podrían llegar a juicio si Cosby pide declarar voluntariamente. Una supuesta víctima, Judy Huth, hizo la prueba y el pasado diciembre presentó una denuncia en Los Ángeles por hechos ocurridos en 1974. El caso no se puede investigar sin la colaboración voluntaria de Cosby, ni entonces ni ahora. En California, por ejemplo, la mayoría de los delitos sexuales, incluida la violación, deben ser denunciados antes de los 10 años después de los hechos o antes de que la víctima cumpla 40 años para que no prescriban.

Consultada por EL PAÍS por correo electrónico, la abogada Gloria Allred descartó que este nuevo giro pueda tener consecuencias legales inmediatas en los casos ya conocidos. “La prescripción seguramente va a impedir cualquier investigación criminal”, responde Allred. En el caso de Huth, “la fiscal ha establecido que no puede investigar el caso debido a la prescripción”.

Allred, que representa a 16 de las supuestas víctimas de Cosby, publicó un comunicado el pasado 1 de julio en el que decía que la palabra prescripción “debe ser la favorita del señor Cosby”. “Creo que podría escribírsela en la frente y en otras partes del cuerpo para dar gracias por todo lo que esa palabra ha hecho para protegerlo de los que le acusan, pero esa palabra solo puede proteger al señor Cosby hasta cierto punto. Llegará un día en que una o varias de sus numerosas supuestas víctimas finalmente serán capaces de romper las barreras y obligar al señor Cosby a asumir responsabilidades”, decía la famosa abogada días antes de que saltara la noticia.

Lo que sí ha cambiado es la ambigüedad sobre Cosby. El prestigio fenomenal del que ha disfrutado medio siglo, el padre de familia, el educador, la sonrisa de América, eran una sombra demasiado poderosa para terminar de creer las acusaciones sin papeles judiciales de por medio. Whoopi Goldberg se puso de su parte. Los propios abogados de Cosby han descalificado a las denunciantes como personas que se quieren aprovechar de la fama del actor. La agresiva estrategia no explica por qué, en tal caso, algunas de ellas han esperado cuatro décadas para hablar y no lo hicieron cuando Cosby estaba en la cima de su carrera. Pero sirvió para arrojar dudas sobre estas mujeres, con un punto de humillación. El cómico Jay Leno lo expresó con bastante gracia durante una entrevista el pasado enero. “No sé por qué es tan difícil creer a las mujeres”, dijo Leno. “En Arabia Saudí hacen falta dos mujeres para testificar contra un hombre. Aquí hacen falta 25”. El rayo de luz que la figura de Cosby todavía era capaz de proyectar sobre el supuesto violador se ha apagado. Estas mujeres quizá no tengan nunca su oportunidad de hablar ante un juez, pero la humillación de ser acusadas de mentirosas y aprovechadas se acabó esta semana para siempre.

William Henry Cosby Jr. (Philadelphia, 1937) cumple este domingo 78 años. Sigue siendo un genio de la comedia. Conserva la presencia y el magnetismo necesarios para entretener a cualquier público el solo en un escenario contando chistes. Después de 60 años haciendo comedia, sigue fiel a su estilo de no decir palabras malsonantes en el escenario, no lo necesita para ser gracioso. “Bill Cosby es simplemente un tesoro nacional con la habilidad de llegar al corazón de la gente”, dice en su página web oficial.

Cosby se curtió en la comedia en la televisión de los años 50 y 60. A los 32 años tenía su propio programa, con su nombre en el título, y era uno de los cómicos más populares de Estados Unidos. En 1984 se empezó a emitir La hora de Bill Cosby (The Cosby Show), en la que interpretaba al padre de cinco hijos Cliff Huxtable. El show duró ocho años y convirtió al ya consagrado actor americano en un fenómeno mundial. El personaje de Cosby fue el padre de familia de América durante una década. Hasta los actores que hacían de sus cinco hijos son reconocibles al primer golpe de vista. Cosby acabó aquella serie con el estatus de leyenda, pero al mismo tiempo no pudo mantener la misma presencia pública ni volvió a tener un éxito.

Lleva 50 años casado con su esposa, Camille. Tuvieron cinco hijos, como en la serie. El único varón, Ennis, murió asesinado en Los Ángeles en 1997 a la edad de 27 años en un intento de robo. Otra de sus hijas tuvo problemas con las drogas, según un reportaje de la revista People. En una entrevista de 2012, su hija Evin, al ser preguntada cómo era Bill Cosby como padre contestó: “Es básicamente lo que se veía en La hora de Bill Cosby”.

Después de más de 20 años de prestigioso ostracismo, en 2013, Bill Cosby iba a regresar a los escenarios. Quizá nunca debiera haber intentado llamar la atención de nuevo. Su regreso consiste en un show al viejo estilo. Lo ejecuta vestido de andar por casa, sentado en una silla, hablando despacio y gesticulando mucho, su marca personal. El espectáculo ha sido grabado en un especial para televisión, el primero en tres décadas, y Cosby ha hecho una gira por EE UU que acabó el pasado mayo. De alguna forma, fue capaz de relanzar su carrera en el último año mientras docenas de mujeres le llamaban violador. Nunca ha respondido a estas acusaciones. Hasta que el pasado 7 de julio el mundo leyó ese “sí”, pronunciado en 2005 y guardado bajo llave. Ya no hay más fechas anunciadas para el tour. El título del espectáculo es: Bill Cosby: lejos de estar acabado.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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