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Dirigir a maestros del Renacimiento (no) es un juego

El videojuego ‘Painters guild’, del programador brasileño Lucas Molina, recrea la gestión de un gremio de artistas

Una ilustración de 'Painters guild'.
Una ilustración de 'Painters guild'.

Pasarse tres años con el aceite de linaza y los pigmentos y acabar pintando un claroscuro digno de Caravaggio. Pero también afrontar todos los problemas de gestión que tiene un gran gremio, desde cumplir con los plazos de los ansiosos mecenas hasta lidiar conque los jóvenes artistas se odien o se amen. Painters guild se suma a la moda de los indie games con un objetivo muy claro: vivir la edad de oro de los Da Vinci, Botticelli, Michelangelo o Raphael llevando las riendas de un equipo de pintores.

La idea es del brasileño Lucas Molina (Río grande do Sul, 1990), un profesor de historia de 24 años que cree en los videojuegos como el medio perfecto para transmitir la historia del arte: "¿Qué vertebra la mayoría de los videojuegos? La violencia. La violencia y el movimiento. Fuera de esos dos campos, que me parecen interesantes y que han dado grandes obras, apenas se había explorado. Por eso creí que plantear uno en el que tuvieras que gestionar un gremio de pintores interesaría al público". No se equivocó. Steam, la plataforma de venta online creada por Valve —una compañía de desarrollo y distribución de videojuegos— y que ha sido pilar del éxito de los indie games, le dio luz verde a acogerlo para su venta, algo que solo hace cuando su comunidad de usuarios muestra un interés muy activo en un juego.

Autorretrato de Lucas Molina en el estilo que tendrá el artwork, que no los gráficos en la pantalla de juego, de su 'indie game' 'Painters guild'.
Autorretrato de Lucas Molina en el estilo que tendrá el artwork, que no los gráficos en la pantalla de juego, de su 'indie game' 'Painters guild'.

La mecánica de Painters guild es muy ambiciosa. Y no lineal: "Me quería olvidar de la estructura de niveles y ofrecerle al jugador una experiencia en la que actúe como una especie de dios que tiene que tomar decisiones ante muchos factores que no controla". Uno es la historia: "Por ejemplo, la caída de Constantinopla el 29 de mayo de 1453. El jugador acoge si decide acoger a los artistas exiliados de la ciudad (con el riesgo que conlleva) y beneficiarse de su talento o cerrarles la puerta y denunciarlos". Otro elemento fundamental de la mecánica será la personalidad y habilidades que desarrollen los artistas del gremio, que podrán tener todo tipo de relaciones, incluyendo las homosexuales, poniendo en peligro al gremio por la prohibición que pesaba sobre ellas: "Pongámoslo así: el jugador puede decidir en cada momento cómo gestionar su gremio. Si de pronto se da cuenta de que uno de sus artistas no da más de sí y se estanca en su talento, puede despedirlo. O si dos se enemistan o se enamoran, también podrá tomar medidas”.

Una imagen del videojuego 'Painters guild'.
Una imagen del videojuego 'Painters guild'.

Que la estética sea píxel-art, dejar visible el mosaico que compone una imagen digital, y no algo más sofisticado tiene un doble motivo. Molina reconoce que el tiempo que ahorra este enfoque, máxime cuando aparte de sí mismo solo tiene a un colaborador para la banda sonora, lo animó a elegir estos gráficos. Pero también ha encontrado en el píxel un imprevisible aliado para mejorar la experiencia visual: “Imagina el desafío de convertir la Capilla Sixtina en un puñado de cuadraditos. La síntesis hasta lograrlo con cientos de obras maestras y ver el resultado, esa versión sencilla, reducida a lo esencial, de estas obras maestras ha sido uno de mis mayores placeres”. Placer del que podrán disfrutar los jugadores el próximo mes de agosto, cuando el gremio de Painters guild saque a relucir los óleos de su versión definitiva a un precio que rondará los siete euros.

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