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MÚSICA

El euro protagoniza el tradicional Concierto de Año Nuevo de la Ópera de Viena

Seiji Ozawa se convierte en el primer director del Extremo Oriente en dirigir este tradicional acto

El designado director musical de la Opera de Viena, Seiji Ozawa, los caballos blancos de la Escuela de Equitación Española y el euro han protagonizado el programa del tradicional Concierto del Año Nuevo, que han visto 1.200 millones de telespectadores en más de 65 países del mundo.

El emblema del euro patrocinaba, desde lo alto del decorado floral donado por la ciudad de San Remo, la suntuosa Sala de Oro de la Asociación de los Amigos de la Música, elogiado por muchos aficionados por su excelente acústica.

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Seiji Ozawa dirige por primera vez el concierto de Año Nuevo en Viena

El Concierto del Año Nuevo 2002 se ha inaugurado con la marcha Zivio (Salud) de Johann Strauss hijo, seguida por una pieza en la que el oboe bromeaba con la orquesta, La charlatana de Josef Strauss, compositor cuyo 175 aniversario de nacimiento se celebra este año.

Los reyes musicales volvieron a ser, una vez más, la dinastía de Johann Strauss padre y sus hijos, con la polka y el vals, una especie de música que, según ha reiterado Seiji Ozawa, "hay que tomarla en serio", como se lo enseñó su maestro japonés, Hideo Saito, quien le tocaba ya el Vals del Emperador de Johann Strauss hijo cuando tenía nueve o diez años.

Por primera vez desde 1987, cuando Herbert von Karajan dirigió el Concierto del Año Nuevo, se han incluido escenas de ballet de los famosos caballos blancos imperiales, y unas imágenes del Museo de Historia del Arte, que contiene la mayor colección de cuadros de Brueghel del mundo, sirvieron de trasfondo al Vals de las Acuarelas de Josef Strauss.

El "gran honor" de Ozawa

Ozawa, a quien el diario Standard de Viena ha dado el título de "abogado de la cordialidad", ha señalado en una de las entrevistas que concedió a la prensa austríaca que, a pesar de ser el primer director de orquesta del Extremo Oriente que tiene el "gran honor" de dirigir en esta ocasión a la Orquesta Filarmónica de Viena, no se encuentra al vals como algo nuevo.

Según dijo, se propuso poner un toque individual a su interpretación de la música de los Strauss, darle un aire fresco, ya que aprecia el vals por su humor y por su aparente ligereza, que no la impide de ser una música "muy interesante" cuya interpretación exige un minucioso análisis. De todas formas, considera que los músicos austríacos llevan en la sangre a Strauss y la manera genuina de interpretar el vals.

También concede que ha "aprendido mucho" de los filarmónicos en cuanto a las matices del tono, y también en cuanto a las características del compás, aparentemente tan simple con su "un, dos, tres" pero que, según subraya, en realidad es "un, dos y, tal vez, tres".

La música del Perpetuum mobile de Johann Strauss ha servido de inspiración a un "baile" de las máquinas en las que se imprime el euro en la Casa de la Moneda y el Banco Nacional Austríaco, en el intento de una aproximación sensual a la nueva moneda para darle la bienvenida y hacer sonar su "música".

Euros de chocolate

Unos niños, alumnos de la escuela de ballet de la Opera de Viena, han repartido entre el público y el director de orquesta unos claveles amarillos en los que estaba fijado un euro de chocolate.

El Vals del Danubio Azul, "himno secreto" de los austríacos que nunca puede faltar en este concierto, se ha transmitido, como de costumbre, en directo, esta vez desde los recintos del Parlamento, bajo la coreografía de Vladimir Malajov quien también ha actuado como solista, con las bailarinas con trajes de tonos azules de Christian Lacroix.

No es fácil obtener entradas para este espectáculo del Año Nuevo y, para la sorpresa de algunos turistas que intentan obtenerlas a última hora, hay que pedirlas con un año de antelación. Su distribución está sometida a una especie de lotería en la que participan todas las solicitudes que llegan por escrito (no cuentan ni el fax ni el teléfono) a la Orquesta Filarmónica de Viena el primer día laborable del año, o sea, el 2 de enero de 2002 para el concierto del 1 de enero de 2003; entre estas solicitudes se sortean las entradas, pero por supuesto no son gratuitas.

Seiji Ozawa ha confesado haber hecho prácticas para bailar el vals cuando su hija debutó en el Baile de la Orquesta Filarmónica de Viena, ocasión en la que él dirigió la obertura de la opereta El Murciélago de Johann Strauss, pero no es un buen bailarín, defecto

que, según cuentan las anécdotas, tiene en común con el rey del vals.

El japonés Seiji Ozawa, durante el concierto.
El japonés Seiji Ozawa, durante el concierto.AP
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