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EL PAÍS que hacemos
Por Equipo de Comunicación
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Uno de los grandes problemas globales contado desde el periodismo: la explotación sexual

Ana Carbajosa y Alejandra Agudo, periodistas de Planeta Futuro, se reúnen con un grupo de suscriptores de EL PAÍS para acercar la trata en República Dominicana y el trabajo de la sección para poder narrarlo

Ana Carbajosa y Alejandra Agudo se reúnen con un grupo de suscriptores de EL PAÍS

La periodista de Planeta Futuro Alejandra Agudo viajó en abril a República Dominicana para realizar un reportaje sobre la trata de mujeres y niñas. Esta temática es habitual en la sección de EL PAÍS, que se realiza con el apoyo de la la Fundación Bill y Melinda Gates, ya que es un mal que afecta a todos los países en mayor o menor medida. En esta ocasión la periodista pudo conversar con supervivientes de las redes de explotación sexual y conocer en profundidad cómo encara el país esta realidad. Agudo, acompañada de la responsable de Planeta Futuro, Ana Carbajosa, conversó hace unos días con un grupo de suscriptores de EL PAÍS sobre este reportaje y el trabajo que llevan a cabo las organizaciones locales. El encuentro, virtual, forma parte del programa de actividades para lectores de EL PAÍS+.

Planeta Futuro pone el foco en los problemas del sur global, pero, como recordó Carbajosa, la explotación sexual de mujeres y niñas “es un tema trasversal”. Agudo señaló que “somos países destino de las víctimas y exportadores de puteros”. La periodista invitó a ir más allá del estereotipo y a “mirarnos a nosotros mismos”, en un tema que muchas veces se elude, pero en el que “la ignorancia no exime la culpa”.

En su reportaje y durante el encuentro, Agudo relató la historia de dos jóvenes supervivientes de una red de trata en República Dominicana. El acceso a conversar con ellas fue uno de los puntos más difíciles ya que “están en procesos psicológicos de superación y han sufrido un quebrantamiento absoluto de la confianza”. Y es que muchas veces estas niñas y mujeres son traicionadas por personas cercanas, como sus padres, mejores amigas o vecinos.

Por eso las organizaciones locales trabajan en la prevención, según relató Agudo. La moderadora del encuentro, la periodista de EL PAÍS Andrea Nogueira, preguntó de qué manera se puede alertar a las posibles víctimas. La periodista explicó que se ofrecen charlas en escuelas e institutos donde se explica cómo funcionan estas redes y qué maniobras de captación utilizan.

Ante situaciones tan inimaginables como las que sufren estas jóvenes muchos lectores se mostraron interesados en conocer qué leyes y organismos las protegen y defienden. “Actualmente existe un proyecto de ley, pero está completamente paralizado”, indicó Agudo. Esta ley contempla cambios como que las menores no tengan que demostrar que han sido agredidas sexualmente o que el consentimiento no se considere válido y en ningún caso motivo de exención de delito por parte de los autores. “Son menores de edad”, recalcó Agudo para evidenciar que cuando consienten es bajo coacción y amenazas. También recordó que en muchos casos las drogan y sufren palizas continuas.

Los suscriptores también se interesaron por la periodista y le preguntaron cómo fue para ella escuchar en directo el testimonio de estas niñas. Agudo confesó que tuvo que hacer un esfuerzo de contención cuando Flor de Lis, una de las adolescentes supervivientes, le narraba su historia. “Tienes que mantener la compostura cuando te cuentan las barbaridades que le hicieron”.

Durante el encuentro se explicó cómo las nuevas tecnologías y las redes sociales están siendo una herramienta para las redes de explotación sexual. Agudo explicó uno de los métodos que utilizan: un extranjero reserva una habitación desde su móvil, a continuación se le ofrecerá “un menú de mujeres y niñas”. Este servicio solo aparece cuando la contratación se efectúa desde el extranjero, lo que dificulta el trabajo policial para la detección.

La reportera recordó que, aunque también hay clientes locales, el turismo en estos países se mueve en gran medida en torno a la prostitución. “Cuando volvía a Madrid en el avión pensaba: por estadística, estoy compartiendo el avión con puteros, ¿cuántos de estos hombres habrán abusado de menores?”.

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