Los Ortega y Gasset reivindican el buen periodismo frente a la desinformación y el negocio del odio
Un reportaje sobre el narcotráfico, la presión inmobiliaria, una fotografía de la guerra en Gaza y Cristina García Rodero reciben en Barcelona los premios de periodismo que organiza EL PAÍS
Una emotiva imagen de Mohammed Salem, premio Ortega y Gasset por la fotografía de una mujer con su sobrina muerta de cinco años en brazos en la morgue de un hospital en Gaza, escuchando a través del teléfono de un amigo los aplausos del auditorio por su trabajo ha resumido este martes la filosofía de la 41.ª edición de los premios más prestigiosos del periodismo en España. Salem no ha podido salir de Gaza, donde más de un centenar de periodistas han sido asesinados, pero simbolizaba el riesgo al que se enfrenta el periodismo, del que minutos antes había alertado la directora de EL PAÍS, Pepa Bueno, advirtiendo “señales inquietantes sobre la libertad de prensa”, el “riesgo de desprestigiar el periodismo” y el peligro de “muchos libelos que ganan mucho dinero, porque el odio es un negocio”.
Bueno ha sostenido su denuncia en cuatro hechos que se han producido en los últimos meses. Además de la muerte de más periodistas en la guerra en Gaza, ha denunciado los ataques a la libertad de expresión en Italia, en El Salvador y también en España, donde ha recordado el caso de amenazas de Miguel Ángel Rodríguez, jefe de gabinete de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, a periodistas de elDiario.es y EL PAÍS. “Si desprestigias el periodismo estás neutralizando la información que podamos contar, la que molesta y la que no; ese es el objetivo político”, ha sostenido en una breve charla con el periodista Carlos del Amor, en la que la directora de EL PAÍS ha defendido una prensa de calidad y transparente, también editorial y financieramente.
Los premios se han entregado por primera vez en Barcelona, en el noble Saló de Cent del Ayuntamiento, con el alcalde de la ciudad, Jaume Collboni, como anfitrión. Collboni ha arrancado la ceremonia agradeciendo a los “periodistas que arriesgan su vida en Gaza, en Ucrania, en México o en Honduras para que prevalezca la verdad”. También ha defendido una Barcelona que se erija como capital de la “libertad de prensa y la libertad de expresión, fundamentales para la democracia”.
Los periodistas salvadoreños Juan José Martínez y Bryan Avelar han recibido el reconocimiento a la mejor investigación periodística por su crónica en tres capítulos Moskitia: la selva hondureña se ahoga en cocaína, un largo trabajo de dos años publicado por InSight Crime que describe cómo el narcotráfico roba las tierras de la población natal para propagar su negocio. Tras recibir el premio de manos de Collboni, han celebrado un galardón que supone una “reafirmación de los maestros para seguir andando este camino”. Martínez ha aplaudido el arrojo de Insight Crime por apostar por “investigaciones largas, caras y complejas”. Y ha recordado a los “poderosos, dictadores, narcotraficantes” que les seguirán “observando”: “Mañana se lo vamos a contar a sus hijos”. Averal ha apuntado que el premio es también “un golpecito en la espalda” al periodismo en Centroamérica y en El Salvador. “Jamás nos callaremos”, ha insistido y ha defendido, en palabras de la “maestra” Alma Guillermoprieto, la obligación de “seguir contando la historia y contarla bien”.
El premio a la mejor cobertura multimedia ha recaído sobre Ciudad sin agua, un pueblo contra el gigante de Concreto, publicado por N+Focus. La escritora Najat El Hachmi y la deportista Mireia Belmonte han entregado el reconocimiento a Jennifer González Posadas y Alejandro Melgoza Rocha, los dos periodistas que han liderado un trabajo en el que han participado 16 personas y que ha llevado un año para explicar cómo el poder financiero e inmobiliario ha sido capaz de limitar el uso del agua a familias que residen desde hace generaciones en Xoco, en Ciudad de México. Melgoza ha querido reconocer la ayuda de sus “familias, seres queridos y compañeros de redacción”, pero sobre todo la valentía de la asamblea del pueblo de Xoco, que ha iniciado una lucha contra el conglomerado financiero Fibra UNO. De este, su compañero Alejandro Melgoza ha dicho que es uno entre muchos otros que hay en el mundo, y que refleja de qué forma el poder económico se siente “intocable” en muchas ocasiones, mientras que las autoridades políticas “son sumisas” con ellos. “Que este reportaje sirva de respaldo para quienes luchan por el acceso al agua, a una vivienda digna y asequibles y un medio ambiente serio”, ha concluido el periodista en un parlamento compartido.
La conmovedora imagen distribuida por Reuters de una mujer, Inas Abu Maamar, abrazada al cuerpo sin vida de su sobrina de cinco años, Saly, tras un ataque israelí en Gaza, ha convencido al jurado, que ha decidido dar el premio a la mejor fotografía a Mohammed Salem. Su hermano y el editor de Reuters en Oriente Medio y Norte de África, Labib Nasir, han recogido el premio, entregado por el filósofo Daniel Innerarity y la defensora del lector de EL PAÍS, Soledad Alcaide. “Recibe el premio con humildad. No es una foto para celebrar, pero agradece el reconocimiento y la oportunidad de publicarla ante una audiencia más amplia”, ha dicho en su nombre Nasir, con la esperanza de que el premio ayude a concienciar más aún al mundo de los efectos de la guerra en los niños y las dificultades con las que trabajan los periodistas en Gaza.
La fotógrafa Cristina García Rodero ha cogido el relevo de Martín Caparrós como premio a la trayectoria profesional. El jurado de los Premios Ortega y Gasset ha valorado “la obra tan valiosa de una pionera y referente en la fotografía documental que sigue siendo hoy maestra de fotógrafos”, y que pisó hace décadas la España vaciada cuando ese concepto todavía no existía. La “chiquitita gigante” —tal y como la ha calificado Pepa Bueno— ha defendido la importancia de las decisiones para hacer realidad las vocaciones de cada uno. Tras recibir el premio de manos de Bueno, ha asegurado que se enroló en la profesión de fotógrafa documentalista a partir de una beca, y después de haber llorado en una fiesta patronal que estaba fotografiando. “Entonces supe que quería hacer eso, porque me dije: ‘Esto está vivo, tiene siglos y la gente no lo valora, solo la gente del pueblo, y se tiene que conocer”. Ahora, tras 51 años de carrera, afirma: “Quiero ir terminando lo que he empezado”.
El acto ha rendido también un homenaje a los lectores, a través de la lectura de algunas cartas a la directora enviadas a la sección de Opinión. Los actores Víctor Clavijo e Irene Escolar han puesto voz a las reflexiones lanzadas por los ciudadanos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.