EE UU vuelve a la lucha climática y promete recortar a la mitad sus emisiones en una década
Biden se compromete ante 40 líderes mundiales a tener un sistema eléctrico libre de emisiones de dióxido de carbono en 2035
El presidente estadounidense, Joe Biden, se ha comprometido ante Naciones Unidas a que las emisiones netas de gases de efecto invernadero de su país se reduzcan entre un 50% y un 52% en 2030 respecto a los niveles de 2005. Se trata de un giro importante en la política seguida por EE UU en los últimos años e implicará una profunda transformación de la economía de esta potencia. El compromiso de Biden, que se ha hecho oficial en la cumbre climática internacional convocada para este jueves y viernes por el demócrata, supone también que todo su sector eléctrico no podrá generar en 2035 dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernadero. El fin último es que EE UU logre en 2050 la neutralidad de sus emisiones, es decir, que solo se puedan expulsar los gases que los sumideros —como por ejemplo los bosques— puedan capturar para que no se acumulen en la atmósfera y sobrecalienten el planeta.
Tanto en el fondo como en la forma el anuncio realizado por Biden este jueves es un espaldarazo a la lucha climática internacional, pero también al multilateralismo, que tanto minó su antecesor Donald Trump. El expresidente sacó a su país del Acuerdo de París por la puerta de atrás, en un discurso solitario desde el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca en 2017 y con un amplio rechazo de la comunidad internacional. Cuatro años después, Biden se ha rodeado de 40 líderes mundiales —entre los que figuran los de China y Rusia, con los que mantiene duros enfrentamientos en otros campos— para presentar sus compromisos medioambientales.
Durante la apertura de esta cumbre, Biden ha repetido machaconamente y en una clara clave interna una palabra: trabajo. “Cuando oigo clima, lo primero en lo que yo pienso es en puestos de trabajo”. El presidente estadounidense ha presentado la lucha contra el cambio climático como “una obligación moral”, pero también como una “obligación económica” y una “oportunidad”. Su vicepresidenta, Kamala Harris, ha insistido: “Se puede luchar contra el cambio climático y crear puestos de trabajo simultáneamente”.
Con el nuevo compromiso de recorte de emisiones y con esta cumbre, Estados Unidos se reincorpora a la lucha climática internacional y se acerca a lo que reclama la ONU a los países para que se pueda cumplir el Acuerdo de París y así evitar los efectos más catastróficos del calentamiento global. El secretario general de la ONU, António Guterres, ha aplaudido el nuevo objetivo de EE UU en su intervención en esta cumbre virtual. A la espera de cómo se concreta ese plan, la Casa Blanca ha esbozado este jueves algunas de las ideas que lo guiarán para que el país pueda reducir a la mitad sus emisiones durante esta década, como por el ejemplo lograr ese sistema eléctrico libre al 100% de emisiones de dióxido de carbono.
La Administración de Biden sostiene que con la transformación que se requiere para lograr esa reducción de hasta el 52% en 2030 se crearán “millones de empleos bien remunerados”. Por ejemplo, en el sector energético, con los trabajos para el cierre de pozos de gas y petróleo y la restauración de minas. O en el sector automovilístico, con la construcción de vehículos eléctricos y la infraestructura de recarga, ha recalcado Biden.
El 29% de los gases de efecto invernadero de este país vienen actualmente del sector del transporte, el principal emisor. Le siguen la generación de electricidad (25%) y la industria (23%). Por eso, las acciones del plan climático que debe poner en marcha Biden ahora se deben centrar en estos tres campos, en los que el peso del poderoso sector de los combustibles fósiles es muy grande en EE UU. Así figura, por ejemplo, en el nuevo plan nacional de recorte de emisiones que este mismo jueves EE UU ha presentado ante la ONU.
La Casa Blanca ha insistido también en la importancia de los sumideros al apostar por potenciar la capacidad de captación de dióxido de carbono de los bosques, los suelos agrícolas y los océanos. También, ha dejado la puerta abierta a impulsar “la captura de carbono”, una solución tecnológica en estos momentos incierta y poco rentable.
Credibilidad
Con este anuncio y con la cumbre que ha convocado para este jueves y el viernes —en la que participarán 40 líderes mundiales—, Biden aspira a liderar la lucha climática internacional después de la etapa oscura de Trump, que incluso llegó a sacar a su país del Acuerdo de París a pesar de ser el mayor emisor histórico de gases de efecto invernadero. Pero a nadie se le escapa el problema de credibilidad que tiene EE UU cuando se habla de lucha contra el calentamiento global: ha abandonado los dos principales protocolos climáticos firmados hasta ahora, Kioto y París.
En cualquier caso, atajar el problema del cambio climático sin este país no es posible. Más del 13% de los gases de efecto invernadero del mundo los expulsa directamente Estados Unidos, que es el segundo emisor global por detrás de China (26%). Pero también es un poderoso inversor y muchas de sus multinacionales son responsables fuera de sus fronteras de la extracción y quema de combustibles fósiles.
Con la promesa de este jueves, EE UU también intenta situarse como una de las potencias más ambiciosas en la batalla climática e industrial. El compromiso de Biden se acerca aunque sin alcanzarlo al que tiene la Unión Europea sobre la mesa: reducir en un 55% sus emisiones netas en 2030 respecto a las de 1990. “Es un placer ver que Estados Unidos está de nuevo de vuelta”, ha señalado la canciller alemana, Angela Merkel, que ha recordado los compromisos que ya ha puesto sobre la mesa la UE. “Europa quiere ser el primer continente que logre la neutralidad climática en 2050″, ha añadido Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.
En 2014, un año antes de la cumbre en la que se cerró el Acuerdo de París, la Administración de Barack Obama se comprometió a alcanzar un recorte de las emisiones de su país de entre un 26% y un 28% para 2025. Sin embargo, los últimos cuatro años han sido un tiempo perdido debido a las políticas de Trump, que llevó a cabo una derogación sistemática de leyes y decretos medioambientales.
Otros compromisos
El de Estados Unidos ha sido el principal anuncio de la primera jornada de la cumbre organizada por Biden, en la que participarán casi 40 presidentes y primeros ministros que representan a los países que emiten alrededor del 80% de las emisiones globales. Entre los participantes en la cita virtual ha estado Xi Jinping, presidente de China. El gigante asiático se resiste a que se le equipare con los países desarrollados en cuanto a las obligaciones de recorte de emisiones. Y hoy ha vuelto a repetir que el principio básico que debe regir la lucha contra el cambio climático es el de las “responsabilidades comunes pero diferenciadas”. O, dicho de otra forma: los países desarrollados deben asumir recortes más duros por ser los responsables históricos del problema.
El objetivo de recorte de China es mucho menos duro que los de la UE o los que pone ahora sobre la mesa Biden: alcanzar su pico de emisiones antes de 2030, y a partir de ahí, rebajarlas. Y, a largo plazo, China alcanzará la neutralidad de carbono (emitir tanto como retira de la atmósfera) en 2060. Xi Jinping ha vuelto a repetir esos dos compromisos y ha añadido como novedad que en el décimoquinto plan quinquenal (el previsto para finales de esta década) se incluirán medidas para una reducción gradual del consumo en su país.
Otros países, como Japón, Canadá o Argentina han puesto sobre la mesa nuevos objetivos de recorte de emisiones. Todos los firmantes del Acuerdo de París deben hacerlo. Pero esos planes no son suficientes en este momento para cumplir ese pacto, cuyo objetivo último es lograr a partir de 2050 las emisiones netas cero para que el incremento de la temperatura se quede dentro de unos límites lo menos catastróficos posible.
Biden no ha renunciado a invitar a algunos presidentes muy controvertidos, como el brasileño Jair Bolsonaro. Este mandatario ha asegurado que pondrá en marcha un plan para acabar con la deforestación ilegal de la Amazonia en 2030 —a pesar de que este problema se ha disparado durante su mandato—. Paralelamente, Bolsonaro no ha ocultado sus intenciones de que la comunidad internacional le compense económicamente por mantener a salvo el gran pulmón del planeta.
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