_
_
_
_
_

Alejandro Aravena: “Tenemos que encontrar una narrativa paralela a las Kardashian del mundo sobre lo que es valioso”

Al arquitecto chileno, ganador del Pritzker 2016, le preocupa más el déficit de ciudad que el de vivienda. En entrevista con EL PAÍS habla sobre la falta de expectativas, la cultura de las pertenencias y del consumo, que empuja la ley de la selva en ciudades latinoamericanas

Alejandro Aravena, arquitecto chileno
Alejandro Aravena Mori en su estudio de arquitectura en Providencia (Santiago de Chile).FERNANDA REQUENA
Antonieta de la Fuente

No es fácil encontrar al arquitecto chileno Alejandro Aravena (56 años) en Santiago, su ciudad natal. El ganador del Pritzker 2016 está viajando permanentemente por diferentes ciudades del mundo. Solo este año ha visitado más de siete países y esta semana viene llegando desde China. Lo invitan a participar de congresos, a dar charlas sobre temas de ciudad, vivienda social, y arquitectura. Pero, además, debe supervisar las obras que Elemental, el estudio del que es cofundador y director ejecutivo, levanta alrededor del globo. Un museo en Qatar, el edificio del Banco de Pagos Internacionales en Suiza, el proyecto Aula 10 en el Instituto Tecnológico de Monterrey en México y la torre que albergará la oficina del grupo eléctrico EDP en Lisboa, son parte de su portafolio. Una tarea que la oficina compatibiliza con su leit motiv: llevar la arquitectura de vanguardia a la construcción de viviendas sociales. Elemental rompió a mediados de la década del 2000, con el molde de los tradicionales estudios de arquitectos al empujar la profesión hacia la resolución de problemas sociales enfocados en mejorar la vida de los hábitats más vulnerables.

En sus periplos por el mundo, cuenta que el déficit habitacional, que se ha masificado en el planeta en los últimos años –unos 1.800 millones de personas carecen de una vivienda adecuada, según Naciones Unidas– es uno de los temas habituales de conversación. “No hay un solo país por el que haya pasado en estos últimos dos meses, donde el déficit habitacional no sea mencionado, así como para romper el hielo, como conversando del clima”, cuenta desde la oficina de Elemental en el piso 29 de la Torre Santa María, un edificio pegado al cerro San Cristóbal de Santiago de Chile que ofrece una de las mejores postales en altura de la capital chilena.

Son las tres y media de la tarde y el equipo, que acaba de terminar su hora de almuerzo, conversa animadamente en la sobremesa antes de seguir con sus labores. Aravena se levanta, saluda y se acomoda en una esquina de la planta abierta de paredes oscuras donde está su espacio de trabajo: una mesa con una lámpara, un computador y varios libros apilados sobre el escritorio y en una repisa de madera. Desde ahí, empieza a ordenar sus ideas. Y dispara: “El verdadero problema que tenemos, no es tanto el déficit de vivienda, es el déficit de ciudad”. Y profundiza: “Cuando el estado de derecho no logra que generes una expectativa de futuro, que tiene que ver con acceso a oportunidades en las ciudades, con corregir inequidades, bajas los brazos y asumes que no vas a llegar nunca. Y es ahí cuando ese estado de derecho se reemplaza por la ley de la selva”. Detrás de ese fenómeno, plantea, se empiezan a crear nuevos mundos donde los códigos de la civilización dejan de funcionar.

Planos en el ELEMENTAL, el estudio de arquitectura de Aravena.
Planos en el ELEMENTAL, el estudio de arquitectura de Aravena.FERNANDA REQUENA

Es ahí, sostiene el arquitecto, donde emerge la violencia, el resentimiento, la rabia y la sensación de los individuos que ya no tienen nada que perder, lo que es caldo de cultivo para el narco y otras formas de crimen organizado que empiezan a tomarse las periferias, donde no hay acceso a servicios, salud, recreación, educación, y en definitiva, a oportunidades. “La expectativa de vida en algunos de esos barrios para un hombre joven es de 24 años. No hay futuro. Y hay un atajo que es el que ofrece el mundo narco, que no es solo una cuestión económica, sino que además es una discusión cultural. Si yo no valgo nada, ni siquiera para mi familia, ¿quién me ofrece una alternativa donde puedo ser valorado de alguna manera?”, pregunta el arquitecto.

Es una tesis que fue desarrollada por el Pritzker en el Congreso de Ciudades, una iniciativa del Senado de Chile para promover el debate entre políticos, académicos y organizaciones de la sociedad civil para mejorar la vida en la ciudad. Parte de su tesis es que en esos mundos, donde las personas perdieron todas las expectativas, la cultura de las pertenencias y del consumo, encarnada en programas de TV como el de las Kardashian, empiezan a generar una nueva escala de valores, donde lo importante no es lo que eres, sino lo que tienes. “Tenemos que encontrar una narrativa paralela a las Kardashian del mundo sobre lo que es valioso”, dice el arquitecto.

Para enfrentar este fenómeno, la política, dice, no ha dado el ancho. “Desde un punto ideológico hay unos que lo quieren acometer vía represión y otros por la vía de la creación de oportunidades. Y cada una por sí sola no es capaz de enfrentarlo. Cuando tienes una persona que a los 24 años sabe que puede morir en cualquier minuto, la represión es irrelevante, y se mueren de la risa de alguien que entra con el discurso de los derechos humanos”, dice. “Lo que está allá afuera es Mad Max”, advierte, en alusión a la película australiana de 1979 dirigida por George Miller que presenta una realidad distópica donde las pandillas dominan las carreteras.

Frente a ese desolador panorama, plantea, “el desafío de la política para nuestras ciudades es, al menos, no volver a crear las condiciones que permitieron la creación de esos mundos donde hay demasiada gente que no tiene nada que perder”. Pero, a su juicio, “ni las derechas ni las izquierdas por sí solas van a ser capaces de poder dar una respuesta a estas nuevas dinámicas”. Y desde el territorio, su ámbito de acción, dice que tampoco el aporte será definitivo. “Podemos cambiar todo lo que queramos la infraestructura, el hardware de nuestras ciudades, pero el software va a seguir estando orientado en una dirección”, alerta. “Lo que estamos viendo en este momento es el costo de haber acumulado en nuestras periferias solo casas, no oportunidades”, añade.

Alejandro Aravena en su oficina, en el piso 29 de la Torre Santa María en Santiago de Chile.
Alejandro Aravena en su oficina, en el piso 29 de la Torre Santa María en Santiago de Chile.FERNANDA REQUENA

La salida, a su juicio, pasa “por crear un sistema cultural de valores alternativo, para que no haya una única manera de ser valioso”. “No vamos a hacer nada si no logramos generar una narrativa, una épica colectiva nueva. Y ahí, las artes en general tienen un enorme poder. El cine, la televisión, los medios, creo que tienen un papel en que eso sea una realidad más deseable que el atajo del que te hace una encerrona o un portonazo, porque mi manera de probar valor está asociado a tener. Es otra narrativa que tiene que ser igual de potente y de seductora, porque a punta de buena onda no llegamos”, dice, mientras sigue hilvanando ideas desde su escritorio.

El problema del poder paralelo que supone el crimen organizado y su difícil solución preocupa tanto a Aravena que en cada uno de sus viajes pregunta por casos donde, con todo cuesta arriba, las ciudades hayan podido hacer cambios para mover la aguja y hacer un punto de inflexión. El más emblemático, dice, es Medellín que con su teleférico y sus bibliotecas, logró pasar de ser una de las metrópolis más violentas del mundo, a un polo de desarrollo económico para Colombia. “Cuando ves lo que se ahí se hizo se empiezan a acabar las excusas para no hacerlo en otros lugares. Y un caso que yo no conocía era en Bogotá, el Bronx y el deshuesadero, que hoy es el Parque del Tercer Milenio, donde se intervino en un barrio con 10 mil efectivos y se demolió completo. Aparecieron en el cemento desde huesos hasta cocodrilos, que los usaban para hacer desaparecer gente. Cuando ese es el mundo que tú tienes que enfrentar, con poesía no llegas”, dice.

Confiesa que no ha leído la propuesta de Constitución para Chile que se plebiscitará el próximo 17 de diciembre. No se declara desilusionado del proceso, pero sí plantea que “las polarizaciones ideológicas que hemos visto son productos de funcionar en base al cliché, que tiene una llegada rápida en una cierta audiencia, pero que para la complejidad de los problemas que tenemos que enfrentar, son caricaturas que no dan el ancho”. Con cliché se refiere a las posturas binarias de derecha e izquierda donde no se toma en cuenta el valor de lo que plantea el “contrincante ideológico”. “Mientras no entendamos que vamos a tener que abandonar la comodidad de las certezas caricaturizadas, la complejidad de las preguntas que tenemos al frente no las vamos a poder abordar. Cuando reduces la caja de herramientas a lo que la ideología te da, los desafíos terminan intactos y siguen creciendo”, advierte antes de terminar la entrevista.

Sobre la firma

Antonieta de la Fuente
Es periodista de EL PAÍS en Chile, especializada en negocios y economía. Ha trabajado en los principales medios escritos del país, como 'Qué Pasa', 'La Tercera', 'Diario Financiero', 'La Segunda' y 'Revista Capital' de la que fue editora general entre 2013 y 2019.
Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_