Los ríos de la Patagonia chilena, en la mira de los científicos del mundo
El estudio más amplio realizado en los ríos Puelo, Yelcho, Palena, Cisnes y Aysén da cuenta de la excelente calidad de las aguas en el extremo sur de Chile. Sin embargo, no están debidamente protegidas, según los investigadores
Un estudio interdisciplinario dirigido por la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), que investigó un área de 600 kilómetros y que conllevó unos 18 meses de trabajo -de marzo de 2022 a julio de 2023- mostró que los ríos Puelo, Yelcho, Palena, Cisnes y Aysén, en la zona austral de Chile, “son representativos de la pureza de los ríos de la Patagonia”, de los más prístinos del planeta y con altos niveles de conservación. De acuerdo a los investigadores, sin embargo, no están adecuadamente protegidos, siendo altamente vulnerables ante los impactos del cambio climático.
La elección de estos cinco ríos no resulta casual: están en la zona de entrada a los fiordos y canales de Chile y, por lo mismo, tienen gran influencia en los procesos costeros. Jorge León, director del proyecto y académico de la Facultad de Ciencias de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), comenta: “Estudiarlos era una necesidad imperiosa. Si bien la zona sur del país no es donde las precipitaciones son menores, a futuro va a ser el epicentro del cambio climático”, asegura León.
El trabajo dirigido por la UCSC contó con la participación de la Universidad de Talca, Universidad de Concepción, Universidad del Bío-Bío y Universidad Austral de Chile. También fueron parte el Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia (CIEP) de Aysén y el Centro Interdisciplinario para la Investigación Acuícola (INCAR). De otras latitudes del mundo, colaboraron la Universidad Estatal de Oregon y el Instituto Catalán de Investigación del Agua.
El proyecto, que finalizó en julio de este año, mostró la pureza de las aguas que tienen estos ríos. “En el sur, puedes afirmar que la intervención humana que se ha ejercido sobre las cuencas no ha logrado modificar significativamente ni la calidad ni el comportamiento temporal de los caudales de los ríos”, afirma León. A raíz de su buena conservación se les califica como ríos centinela: “Observar su comportamiento permite identificar cuáles son los reales impactos del cambio climático. Es un laboratorio natural como pocos a nivel global”, agrega el investigador.
Durante un año y medio se tomaron muestras semanales de los cinco ríos y se analizaron parámetros como sedimentos en suspensión, nutrientes, presencia de metales pesados y de elementos químicos. Brian Reid, biólogo estadounidense y doctor en Ecología, hace más de 15 años estudia los ríos de la Patagonia chilena. Formó parte del estudio, encargándose del análisis de los resultados. “Los niveles de contaminación, aunque estos ríos poseen elementos en suspensión y metales pesados, son bajísimos”, afirma el investigador.
El poder de la ciencia ciudadana
Que el proyecto se haya realizado en un largo periodo con una frecuencia semanal y que se hayan abarcado 600 kilómetros, fue posible por el trabajo que se realizó en conjunto con la comunidad local. “Eso es irrealizable si lo quisiéramos hacer solo los científicos. No hubieran alcanzado los fondos del proyecto para cubrir los gastos de logística ni tampoco de análisis. Solamente se logró porque se hizo el vínculo comunidad-ciencia”, afirma León, líder del proyecto.
María Eugenia Cárcamo, profesora de biología y química en la escuela San José Latorre de Chaitén, en la zona austral de Chile, junto a 18 alumnos de cuarto medio [último año de secundaria] fueron parte de la investigación. Semanalmente una persona de la localidad les iba a dejar aguas de la desembocadura del río Yelcho y ellos en el laboratorio del colegio se encargaban de filtrarla y conservar las muestras hasta que los investigadores se las llevaran.
En cuanto al impacto que tuvo la investigación en los estudiantes, la profesora comenta: “Cada vez que pasan ven distinto el río, se dan cuenta que va cambiando”. Además, para una localidad que está tan aislada, ha sido una oportunidad para vincularse con la comunidad científica: “Acá estamos a 10 horas en barcaza de Puerto Montt, que es nuestra ciudad de referencia. Nosotros no tenemos vinculación con algún centro de educación superior, donde yo pueda llevar a los chicos para que vean un laboratorio y puedan conversar con especialistas”.
Haber trabajado mano a mano junto a las comunidades, fue una de las mayores lecciones de la investigación. “¿Cuál es el mensaje para el estado chileno y para otros países en vías de desarrollo? Que se puede confiar en la gente para que haga monitoreos. Actualmente, eso lo tenemos fuera de nuestra legislación y desde el Estado siguen realizando dos o tres muestras por año a los ríos, que no sirven para nada en cuanto a generar políticas públicas. Hay que involucrar a las comunidades sí o sí en el desarrollo de la ciencia, ese es el principal aprendizaje que nosotros tuvimos”, explica León.
Observados a nivel mundial
La investigación en los ríos Puelo, Yelcho, Palena, Cisnes y Aysén contó con la colaboración de la Universidad Estatal de Oregon y del Instituto Catalán del Agua. Rafael Marcé, biogeoquímico e investigador del Instituto Catalán del Agua, se encargó del análisis de las series históricas de estos ríos. Comenta que ha sido una oportunidad poder observar el comportamiento de estos cuerpos de agua: “A diferencia de lo que pasa en Europa, donde todo está tan humanizado, estos ecosistemas, que son prístinos, son una especie de centinelas. Es muy fácil asociar los cambios que sufren con los cambios climáticos que estamos teniendo. Y eso no es importante solo para el pasado, sino también es importante ahora”, indica Marcé.
Reid complementa: “Lo que tenemos en la Patagonia es de referencia mundial. Si queremos saber cómo debe funcionar un sistema natural, debemos mirar a Chile. Si queremos restaurar un río, como lo están intentando hacer en América del Norte y Europa, hay que mirar a Chile para ver cómo deben funcionar los ríos”.
Falta de protección
Pese a la excelente calidad de las aguas de estos ríos, León advierte que no se encuentran debidamente protegidos: “Habitualmente lo que se hace en los estados, incluyendo el chileno, es tratar de volver a una condición anterior, como lo que se busca hacer en el río Maipo o en el río Biobío. En el sur de Chile es distinto, lo que se tiene que hacer es colocar un techo, porque las condiciones son naturales”.
Agrega que las áreas de protección deberían ser más extensas: “Buscamos que estos instrumentos abarquen no solamente al río, sino también a la zona costera donde desemboca. ¿Por qué? Porque Chile conserva una actividad acuícola de alta relevancia a nivel mundial, somos segundos exportadores de salmón y trucha y primeros exportadores de chorito [mejillones]. Proteger a los ríos no solamente significa proteger a los ríos, sino que también proteger a este mecanismo virtuoso que hay en el sur de Chile, que combina altas precipitaciones, presencia de la cordillera de los Andes, vegetación nativa, ríos no intervenidos y sistemas costeros fuertemente influenciados por los ríos”. Y apunta a que no es solamente una responsabilidad del Estado chileno: “Este esfuerzo no es solamente nacional, como son cuencas binacionales, deben ser compartidos con la República de Argentina”.
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