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Al rescate del Santiago de Chile que no tiene sombra

El Gobierno regional lanza un plan para plantar 200.000 árboles nativos donde se concentran las islas de calor

Antonia Laborde
Un parque en la comuna de Providencia, en Santiago (Chile)
Un parque en la comuna de Providencia, en Santiago (Chile), con apenas un puñado de árboles.NurPhoto (NurPhoto via Getty Images)

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Santiago de Chile alcanzó este jueves una máxima de 35,6 grados, pero sus siete millones de habitantes no lidian con las altas temperaturas de la misma manera. Cuán soportable será la ola de calor que durará una semana depende de si la persona se encuentra en un municipio con explanadas de árboles o de hormigón. La falta de áreas verdes puede elevar en dos a tres grados las temperaturas. De las 52 comunas de la región metropolitana, solo ocho cumplen con el mínimo recomendado por la Organización Mundial de la Salud: 10 metros cuadrados de áreas verdes por habitante. La mayoría están concentradas en las más zonas más acaudaladas, donde en algunos casos llega a 18. Sin embargo, la mitad de los territorios, especialmente en las zonas periféricas, donde suele vivir gente con rentas más bajas, cuenta con superficies por debajo de los cinco, según el sistema de indicadores y estándares de desarrollo urbano (SIEDU). Para hacer frente a esta inequidad, el Gobierno regional ha lanzado un plan para plantar 30.000 árboles nativos en los próximos dos años, el puntapié inicial de un proyecto que aspira a 200.000 nuevas plantaciones.

El programa “Arbolado urbano” plantará un eje de 20 kilómetros de árboles en 34 municipios con déficit de áreas verdes, lo que beneficiará a medio millón de habitantes. La Corporación Cultiva, dedicada a la reforestación y la educación ambiental, contará con 2.000 millones de pesos chilenos (2,5 millones de dólares) para plantar 11.000 árboles en espacios públicos y entregar 19.000 a organizaciones ciudadanas a las que se capacitará para su correcto cuidado. Este miércoles se conformó el equipo arquitectónico y urbanístico que estará a cargo de definir los municipios beneficiados y el tipo de árboles que se van a utilizar considerando criterios de equidad, olas de calor y material particulado concentrado, entre otras.

El proyecto de rediseño arquitectónico y urbanístico Nueva Alameda-Providencia, que arranca en el centro de la ciudad, es parte del plan arbolado urbano. Comienza en el municipio de Providencia, uno de los más caros para vivir, y con 14,9 metros cuadrados de áreas verdes por habitante, y continúa su recorrido por las comunas de Santiago, Estación Central y Lo Prado, una de las áreas más áridas de la región, con 3,2 metros cuadrados de áreas verdes por habitante. Matías Herceg, director ejecutivo de Cultiva, aclara que el plan no pasará necesariamente por todos los municipios mencionados.

Si hace una década Chile padecía seis olas de calor al año, en 2022 superaron las 60. Santiago en particular, al estar rodeada de cerros, es una ciudad que no permite que la emanación de gases circule con fluidez. La importancia de plantar pulmones verdes tiene como objetivo, además de ofrecer sombra para combatir las olas de calor, el absorber material particulado.

Los primeros árboles del proyecto se verán a partir de abril, con el propósito de finalizar este año con 10.000 a 15.000 árboles nuevos. Por ahora, Cultiva está barajando plantar quillay, huingán, quebracho, maitén y peumo. Considerando que el país sudamericano atraviesa una megasequía desde hace 14 años, la necesidad hídrica de las plantaciones es clave. Herceg explica que es crucial a la hora de elegir que sean especies nativas y de bajo consumo hídrico. Hay zonas en las que el agua solo llega en camiones aljibes una vez por semana, por ejemplo.

“Vamos a trabajar con las municipalidades para saber cuánto coste del riego pueden asumir, y si cuentan con agua potable o pueden alterar sus rutas hídricas. Si es necesario un apoyo durante la transición de la plantación a un árbol sólido, se apoyará desde el programa de Cultiva o desde el Gobierno Regional”, apunta el director ejecutivo de la ONG, quien considera este problema un punto relevante, pero no crítico.

El gobernador de la Región Metropolitana, Claudio Orrego, aseguró en el lanzamiento del programa que, a raíz de que las olas de calor golpean más a los habitantes de las comunas más vulnerables que al resto, decidieron plantar 200.000 nuevos árboles nativos “donde se concentran las islas de calor”. El plan inicial, a cargo de Cultiva, aborda 30.000 nuevos árboles y después seguirá con los 170.0000 “a través de otras líneas”, dijo Orrego. En diciembre, la autoridad adelantó en radio Duna que para 2024 se habrán plantado 100.000 nuevos. Este periódico intentó sin éxito hablar con el gobernador para conocer los detalles del macroproyecto.

El arquitecto Francisco Schmidt, exasesor del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, y gestor del Programa de Parques Urbanos, destaca la iniciativa, como otras más locales que se han hecho de plantaciones, pero alerta de la falta de mantenución que tienen estas y que, sumado a la escasez hídrica, terminan en territorios pelados. “Una cosa es plantar, y otra es regar, controlar, administrar, para que rinda fruto. Sobre todo si se piensa en especies nativas, donde muchas tienen un crecimiento más lento”, plantea Schmidt, a quien le gustaría que las cifras de árboles nuevos fuesen más ambiciosas debido a la emergencia climática.

“Las islas urbanas generan una radiación que, cuando anuncian 33 grados, en realidad son 35. Hay que hacer un llamado a la innovación muy drástica y profunda”, sostiene el arquitecto. Guardando las proporciones, mira lo que se ha hecho en Melbourne (Australia), donde se ha reincorporado la naturaleza en la ciudad con la recuperación de cauces, parques entremedio de la urbe, jardines de lluvia, pavimentos porosos, entre otras iniciativas. Para el especialista, el plan de arbolado urbano debe centrarse en primer lugar en el curso del río Mapocho y las quebradas que hay en Santiago.

Un estudio publicado este miércoles en The Lancet con los datos de 93 urbes europeas (donde viven 57 millones de habitantes mayores de 20 años), citado en este artículo de EL PAÍS, arrojó que cerca de 6.700 muertes prematuras se deben las islas de calor, un fenómeno donde el asfalto y hormigón absorben calor durante el día y lo emiten por la noche, elevando la temperatura en comparación a lugares donde existen áreas verdes. El documento concluyó que un tercio de esos fallecimientos podrían evitarse plantando árboles en un 30% del espacio urbano.

Sobre la firma

Antonia Laborde
Periodista en Chile desde 2022, antes estuvo cuatro años como corresponsal en la oficina de Washington. Ha trabajado en Telemundo (España), en el periódico económico Pulso (Chile) y en el medio online El Definido (Chile). Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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