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El muelle que no huele a mar

El Port Olímpic afronta su último año antes de la reconversión de sus locales

Varios turistas aguardan a la salida de uno de los clubs del Olímpic
Varios turistas aguardan a la salida de uno de los clubs del OlímpicJ. Íñiguez

Anochece sobre las embarcaciones amarradas en el Moll de Mestral. A pocos metros, decenas de turistas nutren los callejones recreativos del Port Olímpic. Los altavoces de los locales vierten reguetón al exterior —ni es demasiado antiguo, ni pertenece a la era Bad Bunny—, que se entremezcla con el olor a carbón de narguile y carne procesada. Es el humo de la hookah, como canta la barcelonesa Alba Farelo, más conocida como Bad Gyal. Pese a encontrarse a pocos metros de la orilla, este paseo marítimo no huele a mar.

Los negocios del Olímpic ejemplifican el cambio radical que ha sufrido Barcelona en los últimos 25 años. Los residentes reclaman la reconversión de unos locales de ocio que los barceloneses nunca han acabado de hacer suyos. Por ello, Ada Colau planea sustituir todos los bares por negocios de actividad naútica. El Ayuntamiento mantiene un pulso con la Generalitat para que les ceda la gestión de la zona, y así acometer su reforma. Las dos partes pretendían consumar el traspaso antes de 2020, pero el Govern aún no ha firmado el convenio necesario.

Hoy por hoy, el puerto está repleto de locales destinados al turismo. Los viandantes pasean con tranquilidad por delante de Smar: desconocen que es la coctelería donde ocurrieron dos apuñalamientos apenas 24 horas antes. Ese día, tras anunciarse el fallecimiento de la joven de 26 años, el club anocheció cerrado. Uno de los camareros del restaurante más cercano opina sobre el homicida. “Es muy raro que uno de esos tipos se atreva a venir aquí con navajas”. No se le ve nervioso pese a que hayan matado a alguien enfrente de su puesto de trabajo. “Los Mossos siempre patrullan de cinco en cinco”, aduce.

En efecto, una unidad en formación se pasea por las callejuelas y para a un latero en las escaleras por las que se sale del recinto subterráneo. "¿No tienes ningún documento que te acredite?", le interrogan. La respuesta no parece satisfacerles, y posteriormente le empujan hacia el coche patrulla. Desde la pelea que tuvo lugar el 28 de junio —que se saldó con otro muerto—, el Ayuntamiento anunció una batería de medidas de seguridad extra: más alumbrado público, videovigilancia e inspecciones en los clubs. La reforma está pendiente de ponerse en marcha, a la espera del Govern.

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