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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Más modestia y menos arrogancia

Desde hace seis meses España es un país con gobierno en funciones y un presupuesto prorrogado que cumple año y medio. Estamos en modo 'off'

Amparo Tórtola
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, abandona el hemiciclo este pasado jueves.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, abandona el hemiciclo este pasado jueves.J. VILLANUEVA

Representantes de más de cuarenta naciones se dieron cita en julio de 1944 en el balneario de Bretton Woods (New Hampshire-EEUU) para bosquejar un nuevo orden económico internacional. Incitados por el trauma de dos guerras mundiales y sus devastadoras consecuencias, tres semanas de negociación -subrayo el plazo temporal: tres semanas- bastaron para que los ponentes allí reunidos, acaudillados por el británico John Maynard Keynes y el norteamericano Harry Dexter, alumbrasen los acuerdos bautizados con el nombre del balneario. Se habían sentado las bases del futuro Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial.

Tres meses de escaramuzas -subrayo: tres meses- entre los embajadores del PSOE y de Unidas Podemos -llamar a "eso" negociación parece excesivo- han dado como resultado lo que pudimos comprobar el pasado jueves en la segunda votación del debate de investidura. Nada. Desde hace seis meses España es un país con gobierno en funciones y un presupuesto prorrogado que cumple año y medio. Traducción: estamos en modo off. Y ello afecta a las instituciones, a la tramitación de leyes, y a las reformas pendientes que demandan estabilidad y mayorías políticas.

Casi una década ha transcurrido desde que Tony Judt publicó su lúcido y honesto ensayo Algo va mal. El escritor británico denunciaba en sus páginas la arrogancia gratuita de una izquierda que provocaba una respuesta reaccionaria. “Si la izquierda quiere recuperarse", escribía Judt, "le vendrá bien algo de modestia”. Fallecido el autor, su recomendación no ha perdido vigencia.

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Se abre ahora un plazo de dos meses para tratar de alcanzar un acuerdo que aborte una nueva convocatoria electoral. Se antoja harto difícil un arreglo entre PSOE y Unidas Podemos a la vista de los talantes y discursos exhibidos en la tribuna parlamentaria y en los medios de comunicación. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias andan sobrados de arrogancia y desconocen el significado de la palabra modestia. Sus personalidades les sitúan a años luz de lo que hoy demanda la nueva política: diálogo, empatía y consenso.

Las empresas demoscópicas fuerzan sus maquinarias para ofrecer certezas en un escenario que rezuma incertidumbre. Hasta la celebración del debate de investidura fallido las siglas PSOE mantenían su fortaleza, y se reforzaban las del PP; Unidas Podemos, Cs y Vox cotizaban a la baja en el parqué electoral, al tiempo que irrumpía en las encuestas -jaleada desde las filas socialistas- la formación liderada por Iñigo Errejón y Manuela Carmena. ¿Se mantienen esas tendencias? Sospecho que no, pero en breve saldremos de dudas. De la nueva aritmética electoral dependerá que vayamos de nuevo o no a las urnas el próximo 10 de noviembre. De ello dependerá, también, que PSOE y Unidas Podemos revisen sus estrategias y sus líderes se automediquen para nivelar el exceso de testosterona mostrado hasta la fecha.

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¿Qué le interesa a la Comunidad Valenciana? Que España disponga cuanto antes de un Gobierno que tramite una nueva ley de Presupuestos para aliviar la hacienda autonómica y el rictus de sufrimiento perenne que luce el conseller del ramo, Vicent Soler. Un ejecutivo con un Presidente y unos ministros que dejen de dar palmaditas en la espalda a nuestros representantes autonómicos para paliar su desconsuelo y se tomen en serio eso que se ha dado en llamar nuevo modelo de financiación autonómica. Parece difícil, sí, pero más complicado lo tenían los de Bretton Woods y, mira, lo lograron.

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