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Mas y Puigdemont pactan dar estructura de partido a Junts per Catalunya

Los dos líderes se reúnen en Bélgica para ordenar el espacio neoconvergente

Camilo S. Baquero
Carles Puigdemont (izq.) y Artur Mas, en su reunión en Waterloo.
Carles Puigdemont (izq.) y Artur Mas, en su reunión en Waterloo.OFICINA DEL EXPRESIDENT

La crisis que vive el espacio neoconvergente a raíz de la pelea interna por el poder —y agravada por los resultados electorales desiguales— parece comenzar a encontrar una salida. Para ello fue necesario que los dos expresidentes de la Generalitat, Artur Mas y Carles Puigdemont, se reunieran ayer en Bélgica. Se trata de dos figuras con suficiente ascendente dentro de la militancia del PDeCAT, el grupo parlamentario de Junts per Catalunya y los asociados de La Crida como para poder acercar posiciones. Ambos pactaron dotar la marca Junts per Catalunya de una estructura “eficaz y operativa” que agrupe a todas las familias y prepararse así para las elecciones catalanas.

La reunión, según una nota enviada por las oficinas de los expresidents, duró cuatro horas y en ella se analizaron los resultados del ciclo electoral y de la constitución de los Ayuntamientos. Mas y Puigdemont coincidieron en poner en valor el hecho de que la marca de Junts per Catalunya —creada por el expresidente huido en Bélgica y su entorno para las elecciones del catalanas del 21-D pero propiedad del PDeCAT—sea una “realidad política consolidada”. También valoran su gran implantación institucional (3.000 representantes electos en Ayuntamientos y Parlamentos). De ahí que lo que propongan sea reforzarla y convertirla en la nueva casa gran neoconvergente.

Los roces entre las familias de ese espacio han sido la constante desde la refundación de Convergència. La fragmentación acarrea varios problemas.Pese al peso institucional, Junts per Catalunya carece de una estructura orgánica. No tiene algo que posee el PDeCAT: su maquinaria y un orgullo de proyecto al que muchos no están de acuerdo con renunciar. La Crida —que pretende ser una plataforma ciudadana pero cuya dirección está llena de políticos— sí tiene unos órganos de gobierno pero carece de implantación territorial y se ha ido desinflando con el paso del tiempo.

Pero los problemas no son meramente organizativos. Las tres formaciones apuestan por la independencia, pero por ejemplo La Crida dice que no es “ni derechas ni de izquierdas”, en palabras de uno de sus impulsores, el concejal de Barcelona Ferran Mascarell. Una de las quejas desde el PDeCAT en las pasadas elecciones municipales fue que el foco no fuera su proyecto de centro derecha sino centrarse en la figura de Puigdemont. De ahí que ambos líderes morales también creen necesaria una convergencia en “un proyecto de país claro y vocación de centralidad”.

La división de visiones dentro de los neoconvergentes seguía horas antes de la cumbre de Waterloo. El presidente del PDeCAT, David Bonvehí, expresó en un artículo en La Vanguardia sus reticencias a diluir las siglas y pidió que el proceso necesario de reordenación entre las diferentes familias no implique la “autodestrucción”.

Unas declaraciones que encontraron respuesta en líderes cercanos a Puigdemont. El consejero Miquel Buch propuso ayer en TV3 abrir en las próximas “semanas o meses un espacio de reflexión”. Son varias las voces que piden un congreso en el partido. La líder de Junts per Catalunya en el Ayuntamiento, Elsa Artadi, dijo: “Aquí cabe todo el mundo, tenemos la responsabilidad de que quepa todo el mundo”.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.

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