Cataluña se moviliza masivamente y la participación se dispara 17,8 puntos
La afluencia a las urnas aumenta sobre todo en las zonas más independentistas
Los catalanes se han movilizado masivamente este domingo para ir a votar pese al tiempo desapacible que se ha registrado en buena parte de Cataluña. El 64,20% del censo había acudido a los colegios electorales a las seis de la tarde, un porcentaje que supone un aumento de 17,8 puntos más que en las elecciones de 2016. El aumento de la participación en la comunidad supera en más de 8,2 puntos la subida registrada en la media de toda España (60,7).
Con todo, estas cifras tan altas se explican también porque las elecciones de 2016 coincidieron en Cataluña con un puente festivo y entonces la participación en la comunidad fue inferior a la media española. A las seis de la tarde se registró un 46,38% de participación, mientras que solo unos meses antes, en las generales de diciembre de 2015, la participación había alcanzado el 56,63% a esa hora.
El incremento de participación se ha producido en toda la comunidad autónoma de Cataluña, pero destaca la subida de las zonas tradicionalmente más independentistas. Mientras que en la capital, Barcelona, la participación ha aumentado en (16,6 puntos) y en la segunda ciudad catalana, L'Hospitalet de Llobregat (15,4); en zonas rurales y más independentistas como la ciudad de Girona ha subido hasta un 19,39.
En las cuatro provincias catalanas se han incrementado mucho los votos, pero destacan Lleida (19,39) y Girona (18,69). En Tarragona han ascendido 17,41 puntos y en Barcelona 17,59, pero en sus diez distritos también se han registrado incrementos desiguales. Destaca la mayor movilización en la zona alta, particularmente en el distrito de Sarrià Sant Gervasi, en el que la participación ha subido 17 puntos. Donde menos se ha producido este fenómeno ha sido en Nou Barris, donde se ha registrado un incremento de 14,85 puntos.
La Cataluña interior, feudo tradicional del independentismo, ha vivido una mañana de movilización masiva. Destacan los aumentos en ciudades como Berga (17,6), Vic (19,8) y Olot (21,18). En ciudades metropolitanas las cifras superan los 17 puntos respecto a las elecciones de 2016. Es el caso de Badalona (17,83), Sabadell (18,57) o Terrassa (18,5).
El histórico feudo socialista de L’Hospitalet de Llobregat se levantaba esta mañana con la incertidumbre añadida de saber si el PSC recuperará el liderazgo en la ciudad tras haberlo perdido en 2015 por primera vez en beneficio de En Comú Podem. Está nublado y el día no invita precisamente a pasear. En pleno centro del segundo municipio más poblado de Cataluña (261.000 habitantes), en el colegio Santa Marta, la expectación mediática se apoderaba de las aulas a la espera de que fuera a votar uno de los candidatos que aspira a la presidencia del Gobierno: Albert Rivera. La hora indicada eran las diez. El líder de ciudadanos en L’Hospitalet, Miguel García, conversaba con unos y otros. “Esta zona del centro es un poco independentista… las otras elecciones generales no nos fueron bien pero en las autonómicas fuimos los más votados”, la conversación de García no tenía límites. Dentro del colegio, una interventora de excepción: la exsecretaria primera del Parlament por ERC Anna Simó. La misma que se sentará en el banquillo del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) para rendir cuentas del proceso soberanista era una de las interventoras del colegio donde vota Rivera. La coincidencia entre ambos no fue posible, ya que Simó se fue a desayunar minutos antes de que llegara Rivera a su urna. “Este tío no vive aquí”, renegaba el interventor de En Comú Podem.
En L'Hospitalet no había colas en los colegios a primera hora. El colegio está medio vacío cuando llegó el candidato, que no tuvo que esperar para introducir las papeletas del Congreso y Senado. A la salida unos pocos gritos de “guapo, guapo”. Una señora se sacó un selfi con el líder de Ciudadanos y dos jóvenes le gritaron: “Moderno”, antes de carcajearse tras haber grabado la ocurrencia con el móvil.
La participación en L'Hospitalet a primera hora de la mañana no era elevada. El municipio está celebrando su fiesta mayor. A mediodía se ha animado y a las dos de la tarde alcanzaba el 44%, casi diez puntos más que hace tres años, algo más de un punto por debajo que en el resto de Cataluña. Entre los interventores aparecen nuevos carteles: los de Vox. Afiliados que en uno y otro colegio electoral repiten indumentaria de camisa, barba y chaleco relleno de plumas.
A unos pocos kilómetros de uno de los municipios obreros del antes llamado cinturón rojo se encuentra el barrio barcelonés de Sarrià. Una de las zonas más pudientes de la capital catalana. Cayetana Álvarez de Toledo votó por correo el miércoles pero ha acompañado a una compañera de su lista a votar a la escuela Santa Dorotea de Sarrià. La mayoría de los candidatos y líderes políticos en Barcelona tienen los colegios electorales en zonas cercanas a sus domicilios, situados en Sarrià y en barrios que están en la zona alta. En el Santa Dorotea votar requiere su tiempo debido a la cantidad de vecinos que acuden en masa. “Ahora es el peor momento porque es la salida de misa”, recuerda una mujer a una vecina. Los interventores visten casi igual. Solo les diferencia políticamente el cartel que les identifica. Una interventora de Front Republicà, una escisión de la CUP, habla animadamente con la de Ciudadanos. Y así va pasando la mañana mientras el interventor de Vox se apresura a saludar con un “hola buenos días” a todo aquel que entra por la puerta del colegio. Una escuela con vecinos como Fernando de Páramo, de Ciudadanos, que acompañado de mujer y carrito con niña acude a su cita con las urnas.
Unos metros más arriba, en el colegio Salesians de Sarrià, la cola de gente esperando para votar es ya de decenas de personas. Entre ellos ilustres vecinos como el exfiscal jefe de Cataluña José María Mena. En este colegio vota la candidata de Junts per Catalunya, Laura Borràs, que va a la cita electoral acompañada por su hija, que es la primera vez que vota. “Y lo hará por su madre”, desvela Borràs a los medios de comunicación. Borràs suspira de forma sobreactuada antes de introducir los sobres en las urnas. Una vecina abandona el colegio corriendo: “Por favor, estos pretenden romper España” mientras dos jóvenes apoderados de Vox sonríen cómplices.
Minutos antes del mediodía votaba el cabeza de lista de En Comú Podem, Jaume Asens, que acompañó a su abuela de 101 años a votar a la escuela Diputació de Barcelona. El líder de los Comuns ha querido representar así “los derechos conquistados de los que nos precedieron”. Casi a la misma hora la candidata por Barcelona al Congreso Inés Arrimadas ha votado en el colegio Ausiàs March, donde una de las integrantes de la mesa se ha negado a darle la mano. Arrimadas ha asegurado a la salida que esta falta de cortesía es un “ejemplo más” de las situaciones que sufren los integrantes de su partido en Cataluña.
La cabeza de lista del PSC, Meritxell Batet, ha votado en la escuela Poveda y el líder de ERC, Gabriel Rufián, lo ha hecho en la escuela Ribatallada de Sabadell. Ambos han pedido la máxima participación en una jornada electoral que esta mañana se ha caracterizado por las colas en los colegios.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.