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Escalada de tensión por los lazos amarillos

Crecen los altercados entre los grupos que retiran simbología independentista y quienes les increpan por hacerlo

Lazos amarillos en un edificio de la plaza Urquinaona de Barcelona / En vídeo, aumentan los incidentes por los lazos amarillos (QUALITY)Vídeo: ALEJANDRO GARCÍA EFE
Cristian Segura
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Tensions rise in Catalonia over yellow ribbon symbols

Una avioneta sobrevuela este agosto las playas de Cataluña con una pancarta: “Las playas son de todos. ¡A quitar lazos amarillos!”. Es una campaña de la asociación España Ciudadana, vinculada a Ciudadanos. El partido inició el 27 de julio una cadena de acciones para retirar simbología independentista del espacio público; otras organizaciones de perfil constitucionalista están actuando en el mismo sentido. Una de las consecuencias es el creciente número de altercados que se están reproduciendo este verano entre los colectivos enfrentados.

Entre julio y agosto ha habido ya una veintena de encontronazos entre partidarios de la independencia y personas que retiraban de la calle iconografía independentista, sobre todo los lazos amarillos que simbolizan la petición para liberar a los dirigentes independentistas en prisión. El último incidente se produjo ayer, cuando una mujer sufrió en Barcelona una fractura en la nariz tras ser presuntamente agredida por un hombre que le recriminó que retirara lazos en el parque de la Ciutadella. No hubo detenidos y ambas partes expresaron su deseo de denunciar los hechos. El marido de la mujer agredida milita en Ciudadanos. La pasada madrugada, además, el periodista Arcadi Espada fue denunciado por manipular con pintura un lazo gigante.

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Hasta entonces, los casos de mayor impacto mediático se produjeron el 22 de julio en Vic (Barcelona), cuando un hombre accedió con su coche a la plaza Major arrollando un campo de cruces amarillas, y la madrugada del 17 de agosto, cuando los Mossos d’Esquadra identificaron a un grupo de 14 personas con herramientas para retirar los lazos amarillos en tres pueblos de Tarragona. El Departamento de Interior anunció acciones contra ellos por posibles “infracciones graves de la ley de seguridad ciudadana”. Uno de los identificados es agente de la Guardia Civil. El colectivo responde al nombre de Grupo de Resistencia Alta Tabarnia.

La mayoría de situaciones de tensión han sido protagonizadas por individuos no organizados. El caso más grave se produjo el 16 de agosto en Arenys de Mar (Barcelona) cuando un hombre agredió con un cuchillo y golpeó a una persona que le amonestaba por arrancar lazos.

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Pese a que han trascendido una veintena de enfrentamientos, el presidente de Òmnium Cultural, Marcel Mauri, dijo el jueves en Catalunya Ràdio que la policía ha registrado “en los últimos meses” 200 incidentes entre grupos de personas retirando lazos y vecinos que les increpan. “El problema de la retirada de lazos amarillos es que hay gente que usa la violencia para retirarlos. Algunos usan esto para alimentar el relato de la confrontación social”, valoró Mauri.

Entre julio y agosto ha habido una veintena de encontronazos

Josep Costa (Junts per Catalunya), vicepresidente del Parlament, aseguró que en Cataluña “no hay una polémica por los lazos amarillos” sino “un problema de violencia en la calle de grupos de extrema derecha que reciben cobertura política y mediática del unionismo”. Si bien se han identificado acciones protagonizadas por la extrema derecha —dos neonazis se filmaron el 23 de julio en Vic arrancando lazos y gritando consignas fascistas—, la gran mayoría de casos a los que se refiere la Generalitat no han podido ser identificados como tales: se trata de grupos de hombres y mujeres, de edades diversas, que encapuchados y equipados con cúteres y palos con unas tenazas en un extremo —para retirarlos en altura—, recorren calles de municipios arrancando lazos y carteles.

Muchos de estos grupos actúan sin que se produzcan enfrentamientos: un colectivo denominado Segadors del Maresme ha publicitado en las redes sociales hasta siete “operaciones” nocturnas en verano, en las provincias de Barcelona y Girona, y en las que no se han reportado conflictos.

Los problemas surgen cuando los grupos son descubiertos y la reacción de sus opositores es increparlos y filmarlos. Esto genera situaciones de tensión como la vivida la noche del 22 de agosto en Riudoms, cuando una veintena de personas encapuchadas, con cúteres y cuchillos, desfilaron por este municipio de Tarragona arrancando simbología independentista. El alcalde de Riudoms, Josep Maria Cruset (PDeCAT), afirmó que “este es el resultado de la llamada de Ciudadanos a devolver la neutralidad en la calle”.

Un hombre agredió este sábado en Barcelona a una mujer que quitaba un lazo

“Insulto a la democracia”

Ciudadanos ha organizado equipos de simpatizantes para retirar lazos amarillos en municipios como Sant Cugat, Figueres o El Masnou. En Reus (Tarragona), un grupo de militantes y concejales del partido descolgaron de la fachada del Ayuntamiento una pancarta a favor de la liberación de los presos que acabó con empujones entre vecinos y con la intervención de la policía. Ciudadanos recrimina al Gobierno que no actúe contra la Generalitat, e incluso alienta a desobedecer a los Mossos.

El PP, por su parte, ha sido menos activo. Su presidente, Pablo Casado, dijo que un lazo amarillo en una institución pública es un “insulto a la democracia española”. El exdiputado popular Jordi de Juan fue filmado en L'Escala (Girona) arrancando lazos este mes mientras paseaba a su perro y un vecino le increpaba.

La fiscal general del Estado, María José Segarra, ha afirmado que ni poner lazos amarillos ni quitarlos puede ser por sí mismo considerado delito. El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña rechazó a finales de julio prohibir los lazos en edificios públicos porque consideró que la entidad demandante, la plataforma por la unidad de España Aixeca't/Levántate, no planteó debidamente cómo perjudica la simbología independentista a la neutralidad institucional.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario Avui en Berlín y posteriormente en Pekín. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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