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Galo, el dibujante de la Rambla que retrató a una mujer con niqab

El artista fue fotografiado cuando retrataba a la turista vestida con una indumentaria que solo le permitía mostrar unos "ojos bonitos"

Alfonso L. Congostrina
Galo, ante a algunos de sus retratos en la Rambla.
Galo, ante a algunos de sus retratos en la Rambla.Carles Ribas

Galo Ariel Vega lleva 38 años retratando a todo aquel que quiera sentarse frente a él, previo pago de “unos 30 euros”, en La Rambla de Barcelona. Allí es un artista anónimo que mueve su lápiz y sus óleos a golpe de turistas compulsivos dispuestos a pagar por llevarse un retrato de vuelta a casa. Así ha sobrevivido, gracias a su arte, durante 38 años. Retrata con realismo fotográfico las perfecciones y los defectos de quien se siente ante él. La víspera de Sant Joan lo hizo una de las modelos que más fácil le ha resultado retratar. Un retrato que jamás imaginó que sería el que más renombre le iba a dar. Una mujer vestida con niqab le pagó 30 euros a cambio de que le dibujara los “ojos bonitos”. Alguien fotografió al artista esbozando a la mujer, con la indumentaria propia del Golfo Pérsico, que únicamente tenía al descubierto las manos y los ojos. Galo reconoce que era la primera vez que retrataba a alguien con esa vestimenta. Colgaron la fotografía en internet, lo que provocó mofas entre miles de internautas que consideraron que el retrato de alguien con niqab era uno de los trabajos menos arriesgados a los que se puede enfrentar un dibujante.

Al periodista Oriol Querol le llegó la imagen del retratista y la mujer de los ojos bonitos y fue a buscar a La Rambla al artista. Querol narró en un hilo de Twitter la vida de Galo, que ha acabado, también, convirtiéndose en un fenómeno viral en las redes sociales.

Este martes por la mañana Galo estaba sentado en su lugar de trabajo. Ajeno al revuelo que ha causado la historia de su vida en internet. Nació hace 64 años en la ciudad colombiana de Barranquilla. Estudió Bellas Artes y siendo muy joven quiso descubrir los misterios del viejo continente. Se enamoró de Cataluña y acabó viviendo en la localidad leridana de la Pobla de Segur. “Allí podía trabajar vendiendo mis cuadros”, recuerda el artista. Después se instaló en La Rambla de la capital catalana, donde ha vivido, “mal”, siempre de su arte.

“Desde hace cinco años la vida de los artistas ha empeorado mucho”, asegura. “Somos 68 dibujantes y el Ayuntamiento de Barcelona solo nos permite trabajar a 34 en días pares y a otros 34 en días impares”, explica Galo. El protagonista de esta historia trabaja los impares. “Eso significa que solo puedo trabajar seis meses al año, lo que no me permite vivir de mi arte”, denuncia. Con este sistema de turnos no puede hacer vacaciones “ni llevar una vida normal”, lamenta. Pese a ello, hace tres años regresó un mes a su país y se enamoró de una zona cercana a la frontera con Panamá: Capurganá, un pueblo costero rodeado de selva y aguas del Caribe al que solo se pudo llegar por aire o por mar. Capurganá se le quedó grabado a fuego en la mente. El pasado año regresó y compró un pequeño terreno. Con 64 años ha decidido cuál será uno de sus últimos proyectos vitales. Galo enseña una pequeña libreta en la que hay una decena de dibujos. Entre retrato y retrato sigue en La Rambla aunque su cabeza siempre apunta hacia Capurganá. En la libreta garabatea y diseña una pequeña casa de madera: “Es de seis metros por diez. En la planta baja está la cocina y el comedor y arriba, las habitaciones. Ya tengo al carpintero elegido”, sonríe.

Mientras habla, se acerca una pareja de turistas argentinos. Le preguntan si ha retratado al cantante Joaquín Sabina. Sí lo ha hecho, tiene dos retratos diferentes. “Los he hecho al óleo”, les asegura, pero los jóvenes se van sin comprar. No ha habido suerte, parece que 30 euros les han resultado un poco caro.

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“Sé que tengo que trabajar dos años más para ahorrar, construir mi casa e irme a Capurganá. Si me dejaran trabajar más días lo conseguiría mucho antes”, asegura el pintor.

Galo no solo ha hecho retratos. En otra libreta enseña cómo, en los ratos libres, dibujaba todo lo que le rodeaba en La Rambla. Desde 1984 hasta ahora: toda la historia de la acera que tenía enfrente y en la que lleva trabajando 38 años. Pronto abandonará La Rambla con destino Capurganá. Este lunes seguía con su sombrero esperando a que se sentara alguien para retratarle “los ojos bonitos”.

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