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Una alcaldesa para gobernarlos a todos

La oposición de Sant Cebrià de Vallalta presiona para echar a la edil que gobierna sola tras expulsar sus concejales por discrepancias

Ajuntament de Sant Cebrià de Vallalta

Sònia Scafa gobierna sola el Ayuntamiento de Sant Cebrià de Vallalta (Maresme, 3.400 habitantes) desde hace tres meses, después de cesar a los cuatro concejales que formaban su equipo de gobierno por discrepancias políticas y personales. La alcaldesa los acusa de no acatar la jerarquía y de impulsar iniciativas de dudosa legalidad. Por su parte, los concejales se han alineado con la mayoría de grupos de la oposición para denunciar el autoritarismo de la primera edil y que la gestión municipal está paralizada, y, tras el intento fallido de presentar una moción de censura, han forzado un pleno extraordinario este jueves para dejar a todos los cargos electos, incluida la alcaldesa, sin sueldo. “Si está todo paralizado no se merece cobrar un sueldo”, justifica el concejal de la Agrupación de Vecinos Sant Cebrià, Daniel Lienas.

Desde las pasadas elecciones municipales el Ayuntamiento está en manos de la Agrupación de Vecinos Sant Cebrià, una formación creada pocos meses antes de los comicios para intentar parar una normativa del anterior equipo de gobierno que pretendía que los vecinos costearan los déficits urbanísticos que padecen las urbanizaciones, que tienen un peso clave en el municipio. Dieron la campanada y lograron cinco de los 11 concejales del pleno, así como la alcaldía (el resto de grupos tiene un representante, excepto la CUP, con dos).

Los problemas empezaron a surgir pronto. “Comenzó a ser autoritaria. De los cinco concejales, cuatro votábamos una cosa y al final se hacía lo que ella quería”, se queja Lienas. La alcaldesa responde que sus compañeros impulsaban proyectos sin informarla. “Me había encontrado en la mesa contratos que no conocía. Tenía que parar cosas porque eran irregulares. Al final la alcaldía es del alcalde y ellos son concejales, son cargos delegados”. “El hándicap fue que montamos el partido de forma precipitada, sin conocernos y una vez gobiernas ves que tienes intereses diferentes y que no encajas como equipo”, añade Scafa.

La gota que colmó el vaso se produjo durante el pleno del pasado mes de marzo cuando los concejales de gobierno votaron en contra de los presupuestos. Al día siguiente, la alcaldesa los cesaba de forma fulminante. Los cuatro concejales también entraron por registro la petición para expulsar a la alcaldesa del grupo municipal, extremo que todavía no se ha producido porque Scafa ha presentado un recurso. Y en abril llegó el intento de moción de censura, que la secretaria municipal frenó por defectos de forma, decisión que los grupos que la impulsaron -Agrupación de Vecinos Sant Cebrià, PDeCAT y CUP- han contestado con un contencioso administrativo.

Desde el pasado mes de marzo la alcaldesa asumió todas las concejalías y gobierna en solitario. Scafa defiende que es capaz de hacerlo sola porque es un municipio pequeño, que todo funciona correctamente y que está hablando con los grupos para buscar apoyos. En cambio, la oposición denuncia que desde entonces el Ayuntamiento “es un caos”. “La gestión del ayuntamiento es inexistente. Y lo que se hace se hace mal”, se queja Montserrat Figuerola, concejal de la CUP. También explican que las iniciativas de la alcaldesa se tumban en el pleno y que las de la oposición las frena la alcaldesa. “No ha dejado que llegaran a pleno dos mociones, una pidiendo su dimisión y otra quejándose de las condiciones en que trabajan los grupos de la oposición. Nos pone pegas para hacer nuestro trabajo”, añade Figuerola.

Todos los grupos de la oposición, excepto Tots per Sant Cebrià, forzaron un pleno extraordinario para este jueves en el que pretenden eliminar las retribuciones de todos los concejales. “Si está todo paralizado no se merece cobrar un sueldo”, justifica Lienas. La alcaldesa asegura que tiene informes jurídicos que demuestran que “las propuestas son nulas”, además no prevé aplicar la moción. “Una moción no es acuerdo de pleno, no es vinculante”, zanja Scafa, que descarta dimitir, tal y como le piden desde la oposición. “No he hecho nada mal, ninguna irregularidad. Aguantaré hasta el final, es mi responsabilidad”.

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