Vivir en un local comercial para esquivar el precio de la vivienda
Para muchas familias es la única solución, pese a no tener cédula de habitabilidad
Los precios del alquiler de vivienda en Barcelona y alrededores están por las nubes. En 2017 el alquiler medio llegó a rozar los 900 euros y creció un 10% solo en un año. A la vez, la creciente concentración de los comercios en los principales ejes urbanos y el auge de la venta por Internet ha vaciado hasta 30.000 locales comerciales en Cataluña, que no se usan desde hace como mínimo cinco años. Algunas familias han visto en esta ecuación una solución rápida a su problema habitacional, y han optado por comprar, alquilar u ocupar locales a pesar de no disponer de cédula de habitabilidad.
En Barcelona, según la inmobiliaria Amat, hay entre 8.000 y 10.000 locales vacíos, una cifra que el Ayuntamiento reduce a 6.000. Esta inmobiliaria y los comerciantes han aprovechado la Semana del Comercio para pedir que se destine una parte de este stock a vivienda social para jóvenes y personas mayores.
El pasado mes de julio, la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH) ocupó siete viviendas en el bloque situado en el número 477 de la calle Aragó de Barcelona. Allí alojaron a varias familias en situación vulnerable que fueron desahuciadas en otras zonas de Barcelona. Una de ellas es Antonio. Fue desalojado junto con su hijo de un local comercial que, pese a ser su domicilio, no disponía de cédula de habitabilidad. Después del desalojo, la PAH lo asesoró para entrar en la mesa de emergencia habitacional y conseguir un piso de emergencia. Al venir de un local sin cédula de habitabilidad, no pudo acogerse a esta medida. La PAH alojó a padre e hijo en la Obra Social de la PAH en la calle Aragón, en un bloque donde permanecen pese a la presión del propietario, un fondo buitre que pretende expulsarlos.
“Tenemos casos de gente que vive en locales o en oficinas, lugares que no tienen cédula de habitabilidad. No es lo más habitual, pero tiene un problema añadido: si te desahucian, quedas desprotegido, porque al no venir de un piso con cédula se te niega entrar en la mesa de emergencia habitacional”, explica Lucía Delgado, representante de la PAH. El último censo municipal de los comercios de Barcelona muestra que Barcelona tiene 78.033 locales comerciales, el 77,2% en activo. El Ayuntamiento calcula que 3.106 de los locales vacíos tienen un uso residencial aunque no tengan cédula de habitabilidad. Algunos locales sirven de vivienda, otros de garaje u otros usos residenciales. Los barrios con más locales vacíos, según la Generalitat, son los situados a la izquierda y a la derecha del mapa de la ciudad
Ante la práctica de dar un uso residencial a los locales comerciales, las inmobiliarias han empezado a presionar a la administración para que se pueda cambiar el uso de un local. En una charla en la Semana del Comercio, los comerciantes de RetailCat y la inmobiliaria Amat aseguraron que unos 10.000 locales vacíos pueden ser viviendas para los segmentos de población más amenazados por el aumento del alquiler: los jóvenes y las personas mayores. Sin embargo, lamentaron que el Ayuntamiento siempre ha mostrado recelos. “De entrada el Ayuntamiento no está en contra de que haya viviendas en antiguos locales comerciales, siempre que tengan cédula de habitabilidad y que no afecte al tejido comercial”, indican fuentes del Ayuntamiento. El Consistorio no cuenta con ningún registro sobre sanciones por vivir en un local comercial.
La mitad de precio
Un punto débil si hay denuncia
Familias que han dado el paso y han optado por un local comercial o unos bajos para reconvertirlos en vivienda apuntan que la convivencia con el resto de los vecinos —que viven en las plantas superiores del mismo inmueble en pisos convencionales o en edificios próximos— es completamente normal.
No obstante, puntualizan que el único problema que se puede producir es si hay un conflicto por otra causa y se descubre que no se tiene cédula de habitabilidad. Es un punto débil si hay denuncia aunque, de facto, no tener ese requisito no quiere decir, ni mucho menos, que no se trate de un lugar digno donde vivir.
Cristina, que prefiere no dar su nombre real, es el caso de alguien que ha optado por comprar un local y darle un uso residencial. Lleva medio año viviendo en un comercio del distrito de Sant Martí. Prefiere permanecer en el anonimato ya que desconoce si hacer pública la situación en la que vive le puede acarrear problemas con la administración y, “sobre todo”, con los vecinos.
“Se acababa mi contrato de alquiler y en Barcelona ahora mismo no hay ningún piso que tenga un precio medianamente asequible para una familia trabajadora”, denuncia. Con alquileres de más de mil euros, se planteó hasta irse de la capital catalana. El precio en el área metropolitana continuaba siendo prohibitivo y un día, casi por casualidad, descubrió anuncios de pisos de compra asequibles con una única peculiaridad: “No tenían célula de habitabilidad”.
Cristina vive junto con su marido y una hija y pensó que esa sería una solución. Pronto se ha hecho experta en qué supone tener la preciada cédula. El problema para Cristina era alquilar un local sin ella. “Es más complicado empadronarse, aunque sí que es posible, luego hay que ver cómo te lo alquilan porque no pueden hacerlo como vivienda y entonces es más complicado demostrar que tienes derecho a tal colegio o tal ambulatorio”, concreta. La joven optó por comprar un local que ya tenía los suministros dados de alta ya que sin cédula hay suministros que no te los pueden proporcionar.
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