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Un canto a la libertad desde el horror nazi

El Lliure presenta este martes 'Brundibár', una pieza infantil estrenada en el gueto de Praga en 1941

Representación de "Brundíbar" en el Teatre Lliure el pasado julio.
Representación de "Brundíbar" en el Teatre Lliure el pasado julio.TEATRE LLIURE

Entre 1942 y 1944 los prisioneros del campo de concentración nazi de Terezín (República Checa) encontraron, en una ópera infantil, una válvula de escape al horror que se vivía a diario. Brundibár fue un oasis de música en medio del genocidio que permitió a las 141.184 personas que llegaron a vivir en este campo abstraerse de la cruda realidad que les rodeaba. 

Adrià Aubert sintetiza la obra como un "canto a la libertad desde la no libertad". Este artista fue uno de los centenares de estudiantes de instituto que en 1998 representaron la pieza dirigida por un joven David Albet desde las majestuosas paredes del Liceu. A Aubert, entonces un alumno de 14 años interesado por la música, ese momento "le marcó bastante" y, de hecho, le permitió descubrir su vocación por el teatro que le llevó a fundar en 2001 la compañía de teatro alternativa Els Pirates Teatre.

Maestro y alumno se unen ahora para dirigir de nuevo esta ópera infantil en el Teatre Lliure de Montjuïc una función única que tendrá lugar mañana 9 de enero, y que será interpretada por 200 personas. Parte del elenco lo forman estudiantes de los institutos Quatre Cantons y Lluís Vives de Barcelona en una "experiencia de iniciación a la música", como señala el teatro que produce este texto junto al Festival Grec 2017 y que se podrá ver, por segunda vez, en el Lliure.

Brundibár fue compuesta por Hans Krása en 1938 y su sencilla historia nos habla de Aninka y Pepíček, dos niños pequeños, a quienes les falta dinero para comprar leche para su madre enferma y que se deberán enfrentar a Brundibár (el abejorro) que pretende arrebatar el dinero que finalmente logran ganar. Este músico de padres checo-alemanes respondió a la persecución contra los judíos negándose a componer música a partir de textos alemanes.

Krása no pudo asistir al estreno de su propia obra al ser deportado a Terezín, a 60 kilómetros de Praga. Desde allí reescribió la ópera y la empezó a representar con niños de esta enorme prisión en la que malvivieron y murieron numerosos artistas y músicos judíos, por lo que se desarrolló una intensa y clandestina vida cultural, donde se llegaron a dar miles de conferencias y se representó el Réquiem de Verdi, según explica el Museo del Holocausto de EE. UU.

Los nazis aprovecharon la pieza de Krása para engañar al mundo - al menos mientras duró la II Guerra Mundial - sobre las deplorables condiciones de Terezín. En verano de 1944 una pequeña delegación de la Cruz Roja entró en el campo para conocer cómo se vivía en él. Medio año antes, los mandos de las SS del campo trabajaron a consciencia para "embellecer" el lugar con jardines, pintando los complejos de viviendas y montando un decorado con piscina, jueguetes y niñas de aspecto saludable de un campo que los nazis describieron cínicamente como una "ciudad balnearia".

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Albet recuerda con afecto la visita de una mujer anciana cuando estrenó la obra en el Liceu. Se trataba de uno de los pocos 500 niños que lograron sobrevivir a la matanza de Terezín, en el que 17.000 menores fueron asesinados. "Queremos que los chicos que interpreten esta vez Brundibár revivan, de alguna manera, lo que vivieron aquellos niños entonces", comenta el director artístico de la obra. Los dos directores de la pieza han trabajado conjuntamente con los profesores musicales de los centros para ensayar la obra en los institutos y en el Lliure.

A los alumnos de instituto les acompañan en el escenario el Grup Instrumental bcn2016, una iniciativa del propio Albet, junto al director de orquesta Ernest Martínez-Izquierdo y la Corals Musicorum de Esplugues de Llobregat, dirigida por Sònia Gatell. Este martes el Lliure propone trasladar a su público la historia de un puñado de artistas y niños que mostraron al mundo la perseveranza y la fuerza del espíritu humano frente a la adversidad de uno de los capítulos más vergonzantes y negros de la humanidad.

35.088 muertos

Los nazis construyeron el Campo de Concentración de Terezín en 1941 para centralizar a la población judía de la República Checa y, posteriormente, enviarla a los diferentes campos de exterminio como Auschwitz, donde fue asesinado, en 1944, el compositor de Brundivár, Hans Krása. El centro de documentación del genocicio Yad Vashem de Jerusalén asegura que el campo registró su pico de población en 1942 con 53.004 prisioneros.

El campo estaba gobernado por los guardias de las SS y la policia checa aunque un "consejo de ancianos" se encargaba de los asuntos internos. Los miembros daban trabaja, vivienda y comida y "supervisaban" los servicios sanitarios y, "secretamente", apoyaba la escolarización. Sin embargo las "intolerables" condiciones físicas provocaron miles de muertes, 33.000 según el centro judío de documentación, que el Museo del Holocausto estadounidense eleva a 35.088.

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