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Los ‘gorrillas’ aparcan en Chamberí

Los vecinos denuncian el aumento de una práctica que no está regulada en las ordenanzas municipales

Un gorrilla indica un aparcamiento vacío en una calle de Chamberí.
Un gorrilla indica un aparcamiento vacío en una calle de Chamberí.álvaro garcía
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Parquímetros humanos

Están por todas partes. La Asociación de Vecinos de Chamberí denuncia que, en los últimos meses, ha proliferado el número de gorillas en sus calles. El problema no es nuevo, pero aseguran que sus métodos son cada vez más sofisticados: “Se han convertido en verdaderas mafias”. El Ayuntamiento explica que se hacen actuaciones de patrullaje disuasorio pero que los agentes municipales “son sensibles con las situaciones de exclusión social que suelen estar asociadas al fenómeno”. En la mayoría de los casos, son emigrantes irregulares.

Los aparcacoches (señalan las plazas libres a los conductores a cambio de unas monedas) suelen concentrarse en las calles de Julián Romea, General Dávila y General Asensio Cabanillas. La más demandada es la del General Rodrigo: en 300 metros hay cinco gorrillas. La calzada es estrecha y de un único sentido, pero permite estacionar en ambos lados, que están pintados en azul. El conductor debe acudir a un parquímetro del Servicio de Estacionamiento Regulado (SER) y expedir un ticket, que debe estar visible en el vehículo so pena de sanción económica. “Los conductores ya no cogen ticket. Dejan el dinero a los gorrillas para que lo administren. La agente del SER se ha convertido en una simple paseadora”, dice un vecino.

“Están todo el día, pero hay más afluencia por la mañana porque en la zona hay hospitales privados”, subraya Pilar Rodríguez, presidenta de la asociación de vecinos de Chamberí. Este es un distrito de alto poder adquisitivo, por lo que la existencia de los aparcacoches es especialmente notable. La policía municipal señala que los agentes no realizan denuncias específicas por esta práctica ya que “no hay ningún artículo en ninguna ordenanza que se refiera específicamente a ella”. Y añade: “Cuando se realiza una denuncia es en base a la Ordenanza de Movilidad, que prohíbe a cualquier ciudadano no habilitado realizar labores de control de tráfico o estacionamiento”.

Diez euros por 12 horas

La Junta de distrito ya trató el tema en noviembre de 2016, pero de momento no hay soluciones. Es más, el problema se ha incrementado. Lo recalca otro vecino que en ocasiones ha visto aparecer un coche de alta gama para organizar a los gorrillas. Explica que a los conductores que se niegan a dar monedas le arañan el coche o se lo ensucian. “Son peligrosos porque coaccionan”. Sin embargo, Manuel afirma que nunca ha tenido problemas: “Si están aquí es porque tienen que ganarse la vida de alguna manera”.

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Es el caso de Moussa, un emigrante keniata que llegó hace unos meses a Madrid tras cruzar el estrecho de Gibraltar en patera. Apenas habla unas palabras en español. Vive en la calle y consigue entre cinco y diez euros al día por una jornada de 12 horas (de 9.00 a 21.00). Lo explica sentado en un banco mientras engulle unas tiras de bacon que acaba de comprar en un supermercado de la calle General Rodrigo. Son las 18.00 y afirma que es lo único que ha comido durante el día.

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