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El pop nacional saca cabeza en el Festival Cruïlla

La música en castellano, Damien Rice y Crystal Fighters fueron los vértices de una pletórica noche del festival

Vetusta Morla triunfó en la primera noche.
Vetusta Morla triunfó en la primera noche.J. Sánchez

Noche de éxito en el Cruïlla, el festival de los comunes, el de los que no tienen otro festival. Allí, ante ellos, miles de personas que a falta de datos oficiales y por mera estimación visual firmaron la noche numéricamente más nutrida en la historia del festival, el pop nacional alzó la voz e impuso su existencia mediante las actuaciones de Bunbury, Chambao y Vetusta Morla, reyes de la noche con permiso de los jaraneros Crystal Fighters, una banda cuyo éxito es indisociable del concepto juerga a granel. En una noche larga y divertida en la que propuestas anónimas como la de Speed también hallaron refugio y seguimiento, incluso los valencianos Zoo llenaron su escenario con su hip-hop en catalán, en una prueba de que en el Cruïlla todo tiene encaje y sabe posicionar grupos locales aún pequeños en la rampa de despegue. En aquella enorme ensaladilla rusa de estilos sólo faltó la cuota indie defendida por Damien Rice ante una multitud. Y sí, es verdad, en el Cruïlla funciona todo, todo tiene su público en este pequeño milagrito que poco a poco va logrando su espacio bajo el sol. Y se antoja que el futuro es halagüeño.

En el ámbito del pop nacional el indiscutible triunfador fue Bunbury, un artista que es como el ajo: o irresistible o insoportable. Se opte por lo que se opte no se le puede negar que tiene una banda de narices, que suena sólido y convincente, que tiene un carisma animal y que su mezcla entre rock y romanticismo latino funciona y resulta personal. Por el contrario Vetusta Morla, la voz del herido, el artista que se lo toma todo a la tremenda, la emoción constantemente a flor de piel, como las espinillas, sonaron mucho menos convincentes, menos sólidos, más como una banda aspirante que como una banda triunfal. Y no es una cuestión de estilo, sino de sonido, de resultar convincentes más allá de las canciones. Puede que fuese simplemente un mal concierto, pero la comparación con Bunbury les perjudicó. Y lo de Crystal Fighters ya es motivo de estudio, porque suenan peor que nadie, como una charanga de hippies en Ketama. Toman una idea, en este caso una línea de ritmo, y la repiten descacharradamente con una terquedad infantil. Eso sí, son la banda genuinamente sanferminera. Pese a ser anglos representan mejor que nadie el sonido “txosna”. Misterios de la globalización.

El resto de la jornada también encumbró a Damien Rice, un cantautor indie de corte clásico que allí pegaba…….como pegan las cosas en el Cruïlla, porque sí, porque todos somos de nuestro padre y de nuestra madre. Hizo un concierto sólido, sacando todo el partido posible a su capacidad para generar loops de guitarra y voz, y con un repertorio muy equilibrado abierto con “The Professor & La Fille Danse” se impuso ante una masa parclanchina que aconsejaba alejarse del escenario para escucharle por encima de las interesantísimas conversaciones. A todo esto, éstas eran o en castellano o en catalán, estando muy poco representado el inglés, algo poco menos que insólito en Barcelona, ciudad cuyos festivales no suelen reservar una hora noble a propuestas modestas como la de Zoo, en cuyo escenario sólo se oía hablar en catalán, tal y como luego el castellano con acento colombiano o latinoamericano en general se impuso en el escenario de Bomba Stereo, quienes cantaron la canción que puede ser el himno oficioso del festival, un “Soy Yo” que reivindica el orgullo por la propia identidad…”no te preocupes si no te aprueban/cuando te critiquen tú sólo di/soy yo”.

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