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Colau se compromete a “levantar alfombras” en el Ayuntamiento

La nueva alcaldesa de Barcelona propone a Mas reclamar juntos en Madrid las infraestructuras pendientes

Clara Blanchar

Barcelona tiene por primera vez en su historia una alcaldesa: Ada Colau. La activista y líder de la candidatura ciudadana Barcelona en Comú fue proclamada ayer alcaldesa por mayoría absoluta gracias al apoyo del resto de partidos de izquierda: PSC, ERC y la CUP. La ceremonia se celebró con la plaza de Sant Jaume abarrotada de gente y entre gritos de “¡Sí se puede!”. Colau se comprometió a “levantar alfombras” y que el Ayuntamiento tenga “paredes de cristal”. La flamante alcaldesa admitió “que no será fácil” y reconoció: “No somos ingenuos”. “Echadnos si no respondemos” dijo al final de su discurso.

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“Gracias por hacer lo imposible posible”, fueron las primeras palabras de la nueva alcaldesa, que aseguró que quiere serlo de los 73 barrios de la ciudad. Con la voz temblorosa, Colau se refirió en su discurso al reto que afrontan “con responsabilidad y colectivamente” y saludó a las “autoridades institucionales y a las sociales, las que defienden el bien común”. “Estamos aquí para mandar obedeciendo”, fue otra de las ideas de Barcelona en Comú que subrayó, tras recordar que la ciudad “ha votado por el cambio”. En su discurso, prometió “poner la lupa en los contratos”; levantar “alfombras”; detener los desahucios; acabar con la externalización de los servicios públicos y la pobreza energética, hacer una ciudad “más verde y menos gris” y luchar contra la precariedad.

Colau prometió “lealtad institucional” al presidente de la Generalitat, Artur Mas, y le pidió “respeto por la ciudad”, además de asegurar que defenderá el “derecho a decidir”. En su breve reunión tras la toma de posesión, invitó a Mas a reclamar conjuntamente al Estado las obras y las inversiones pendientes en Barcelona. El presidente recogió la idea y agregó que espera también la colaboración de Barcelona para mejorar la financiación de las instituciones catalanas y a favor del derecho a decidir, que calificó de “acto de radicalidad democrática”.

Una plaza de Sant Jaume abarrotada y sin ‘estelades’

No hizo falta ayer entrar en el Ayuntamiento para palpar el cambio de aires en el gobierno de Barcelona. La plaza de Sant Jaume se abarrotó de gente que quiso ver de cerca la investidura en la pantalla gigante habilitada. Una plaza donde apenas había senyeres estelades y sí una gran bandera republicana, algo insólito en las manifestaciones de los últimos años. Los congregados corearon "Sí se puede!" o "Que sí nos representan", en castellano, cuando Colau cruzó la plaza hacia la Generalitat, momento que puso en aprietos el servicio de seguridad por el gentío. Antes de volver a entrar Colau se dirigió desde un atril a los concentrados.

Dentro del Ayuntamiento se habilitaron media docena de espacios para alojar a hasta 700 personas. Pero hubo notables ausencias. Como la del arzobispo Lluís Martínez Sistach, que delegó su presencia; o la de la delegada del Gobierno, Llanos de Luna, a quien representó el subdelegado, Emilio Ablanedo. La delegada y el arzobispo sí estuvieron en la investidura de Trias, como el presidente de la gran patronal, Foment, ausente también ayer.

La alcaldesa también se dirigió a su predecesor, Xavier Trias (CiU), a quien agradeció su “dedicación a Barcelona” y recogió su ofrecimiento de diálogo. El ya exalcalde aseguró que hará un “oposición exigente, responsable, positiva y en beneficio del futuro de la ciudad”.

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Durante la ceremonia, en un plenario que renueva el 63% de sus 41 concejales, la mayoría de ellos no se limitaron a jurar o prometer su cargo, sino que añadieron coletillas diversas: “por imperativo legal”, dijeron completando el texto con reivindicaciones variadas.

El pleno de constitución mantuvo el carácter protocolario que le corresponde, pero Colau quiso abrirlo a la ciudadanía instalando una pantalla en la plaza de Sant Jaume, habilitando una guardería para los niños e invitando a más representantes de las entidades de lo habitual. Los representantes de la FAVB o la PAH, de la que Colau fue fundadora, estuvieron en las primeras filas, mientras los representantes de las confesiones religiosas se sentaron en los últimos bancos.

ERC y PSC mostraron su confianza a Colau. El republicano Alfred Bosch (5 ediles) se atribuyó la representatividad de “la izquierda responsable que hará que la ciudad avance en el eje social, nacional y la transparencia”. El socialista Jaume Collboni (4 concejales) reivindicó 32 años de gobiernos del PSC y ofreció un “pacto social” para luchar contra el paro y las desigualdades. El décimo voto para conseguir la mayoría absoluta fue uno de los tres de la CUP.

El resto de la oposición, como hizo Trias, ofrecieron a Colau mano tendida para colaborar, aunque cuestionaron muchas de sus propuestas. Alberto Fernández-Díaz (PP, 3 ediles) consideró que la alcaldía de Colau es un “retorno al tripartito” que supone “incertidumbre y temor”. Y Carina Mejías, que capitanea el grupo municpal de Ciutadans, que irrumpe como tercera fuerza (con 5 ediles) aseguró que estará atenta para que la ciudad no se convierta en “laboratorio de populismo social”.

Colau no ha cerrado alianzas y gobernará con 11 concejales, pero podría incorporar a ERC y PSC tras el 27S. De salida, ha conseguido 21 votos de partidos de izquierdas, cinco más que los que logró Trias en 2011.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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