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Acuerdo metropolitano para cubrir parte de la B-23 a la salida de Barcelona

Esplugues, Sant Just Desvern, Sant Joan Despí y Barcelona desencallan la elaboración de un proyecto de futuro

Dani Cordero

Pacificar la B-23 a su paso por Esplugues, Sant Just Desvern y Sant Joan Despí no deja de ser un sueño para los municipios por los que cruza la AP-2. Pero un acuerdo cerrado por esos ayuntamientos, junto al de Barcelona y al Área Metropolitana de Barcelona, puede acelerar la remodelación de cinco kilómetros de la vía de alta capacidad, que acabaría parcialmente cubierta y permitiría liberar espacios para crear zonas verdes y levantar edificios de pisos y oficinas. A la práctica, la pacificación de la vía supondría una prolongación de la avenida Diagonal con un tramo que incluiría carriles especiales para el transporte público y las bicicletas.

“No es un proyecto a cinco años”, admitió ayer el alcalde de Sant Joan Despí, Antoni Poveda, quien destacó la necesidad de hacer cambios relevantes con una operación que, por sus repercusiones —afecta a cinco kilómetros de autovía estatal— y por su coste —no cuantificado— debería ser “de ámbito nacional”. Se trata de una actuación de proporciones similares a la semicobertura de la Gran Vía a su paso por L'Hospitalet o la misma Ronda de Dalt.

El acuerdo presentado ayer, no obstante, es muy básico. Ha habido conversaciones, pero no están implicados ni la Generalitat, que tendría que desarrollar el proyecto, ni el Estado, que, según Poveda, habría mostrado su disposición a ceder el tramo de autopista afectado. De hecho, el pacto anunciado pone tan solo los mimbres para iniciar la elaboración de un proyecto demandado desde hace años por los municipios afectados. Después, la ejecución, se podría efectuar por fases. De momento, sin embargo, solo existen algunos renders para ofrecer unas imágenes virtuales de lo que podría ser una vez acabado.

La idea es prolongar cinco kilómetros más la Diagonal, lo que permitiría convertirla en otro corredor que uniría los ríos Besòs y Llobregat. La B-23 añadiría a su actual estructura laterales para conectar el tramo central con las tramas urbanas existentes a su alrededor, se agregarían carriles para el transporte público e incluso para el tranvía y, sobre todo, se cubriría en aquellos tramos en los que sea posible. El planteamiento presentado ayer se basa en soterramientos en aquellos lugares donde la autopista pasa siete metros por debajo de las zonas urbanizadas a su alrededor. En las zonas donde la carretera está elevada, se apuesta por pacificar sus alrededores con más cubierta vegetal.

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Sobre la firma

Dani Cordero
Dani Cordero es redactor de economía en EL PAÍS, responsable del área de industria y automoción. Licenciado en Periodismo por la Universitat Ramon Llull, ha trabajado para distintos medios de comunicación como Expansión, El Mundo y Ara, entre otros, siempre desde Barcelona.

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