Barcelona salva a Can Peguera, el último barrio de casas baratas
El Consistorio invertirá más de 12 millones para reformar 657 viviendas
Escondido en la vertiente norte del Turó de la Peira, en el distrito de Nou Barris, se levanta Can Peguera, uno de los cuatro barrios de casas baratas erigidos en Barcelona durante la dictadura de Primo de Rivera para dar alojo a la mano de obra que llegaba a la ciudad y recolocar a los chabolistas de Montjuïc, expulsados de la montaña por la celebración de la Exposición Universal de 1929. Medio siglo después, tras el franquismo, el Plan General Metropolitano (PGM) aprobado por el Ayuntamiento sentenció estas construcciones. Eduardo Aunós, en la Zona Franca, Baró de Viver y Milans del Bosch, actual Bon Pastor, ya son historia o bien están en proceso de demolición. Solo Can Peguera, otrora llamado Ramon Albó, sobrevive, y en gran parte gracias a la resistencia vecinal. El Ayuntamiento ha aprobado salvar de la demolición las últimas casas baratas de la ciudad con la aprobación de un nuevo PGM.
“Nos movilizamos hace 40 años, cuando conocimos las intenciones de las Administraciones de derrumbar el barrio", recuerda Pep Ortiz, presidente de la Asociación de Vecinos de Can Peguera, satisfecho con la salvación del barrio ya firmada. El Consistorio, después de 36 años de dictadura, planeó realojar a los habitantes de estas construcciones de los años 20 en edificios de nueva construcción por cuestiones higiénicas. Pero la intención municipal ha chocado desde entonces con la de los vecinos, defensores de la forma de vida del barrio, formado por 650 casas de una planta, con una superficie de entre 43 y 60 metros cuadrados, alguna de ellas con jardín, y un bloque de pisos.
Ajeno al desarrollismo urbanístico que le envuelve, el tiempo parece haberse detenido en Can Peguera. Los suministros de energía no llegan a las casas escondidos bajo el suelo. La electricidad se distribuye por postes de madera y los repartidores de gas butano pululan por el barrio.
Su morfología es la de un pueblo, y como tal viven sus habitantes. Ortiz charla efusivamente con sus vecinos. La gran mayoría ha sido partícipe de la resistencia a la piqueta municipal. Las sillas de terraza en las puertas de las viviendas denotan una efervescente vida social en las calles durante las estaciones más benévolas. “Aquí nos conocemos todos y vivimos así, no lo queremos perder por mucho piso nuevo que nos ofrezcan”, defiende Ortiz, a pesar del estado de algunas viviendas y de las calles.
El nuevo PGM, además de eliminar la calificación de “zona de remodelación pública”, prevé destinar más de 12 millones de euros para “desafectar” 657 viviendas. Una inversión a todas luces necesaria de entre 30.000 y 50.000 euros por hogar. Las raíces de los árboles han levantado algunos tramos de calles y de aceras, incluso han afectado el interior de alguna casa, todas propiedad del Patronato Municipal de la Vivienda. “Para arreglar el paseo de Gràcia y la Diagonal sí que hay dinero, pero para nosotros…”, se lamenta Ortiz.
La lucha vecinal no ha acabado con la aprobación del nuevo PGM. En Can Peguera han visto cómo el conocido Plan de Futuro, arrancado por el anterior Gobierno municipal de Jordi Hereu, con el que el barrio se salvaba de desaparecer, se iba al traste antes de aprobarse con el cambio de color en el Consistorio. El nuevo plan, tiene previsión económica pero no fecha para ejecutarlo. “Ahora nos toca seguir presionando para que se haga efectivo, no sabemos qué pasará en las elecciones municipales” de mayo, adelanta el portavoz vecinal.
Los habitantes del barrio han luchado siempre contra el derribo de sus casas
“Los materiales de las casas no son buenos, además los cimientos son muy pequeños y tampoco hay aislamientos en las paredes, por lo que las humedades son terribles”, se queja Ortiz. Varios tejados están cubiertos de tela asfáltica para mitigar las goteras. Siempre a la cola en la lista de distribución de la riqueza en Barcelona, la situación económica del barrio es muy precaria y la única solución para adecuar las viviendas son los parches, hechos por los propios vecinos, muchos víctimas de las destrucción de empleo en el sector de la construcción. “No todos pueden afrontar el gasto de una obra”, recuerda el portavoz vecinal.
Los datos oficiales dicen que la tasa de paro del barrio es poco más del 11%. Los miembros de la asociación de vecinos, “cansados” de que las estadísticas hablen de una leve mejoría de la económica en Can Peguera, sin que ellos la perciban, decidieron realizar una encuesta puerta a puerta. El estudio revela que el barrio supera el 50% de paro. Aun así, de las pocas buenas noticias de la zona es que han visto el drama de los desahucios desde la barrera. Y eso a pesar de estar enclavado en Nou Barris, el distrito más pobre de Barcelona y herido de gravedad por este drama. Los vecinos pagan al ente municipal según su renta, y cuando algún inquilino tiene problemas para abonar su alquiler, el Consistorio lo ajusta a las posibilidades de cada uno.
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