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Los toritos de Jandilla ahogan las ilusiones

Fandiño firma una buena faena en una tarde marcada por la poca presencia de los astados

Juan José Padilla volteado por su segundo toro este viernes en la plaza de Vista Alegre.
Juan José Padilla volteado por su segundo toro este viernes en la plaza de Vista Alegre. FERNANDO DOMINGO-ALDAMA

El mayor problema que tienen los empresarios para hacer una feria es atender a las peticiones de las figuras. Todos quieren el torito cómodo y se pegan por estar en esos carteles. En Bilbao la pelea fue por la de Garcigrande y Jandilla.

Pues vaya si se lucieron los que se apuntaron al hierro de la estrella. Toros sin ninguna presencia, sin trapío para Bilbao y lo que es peor, sin el mínimo deseo de embestir. Algunos mansearon desde la salida y otros se fueron rajando para las banderillas.

Si por lo menos los de Jandilla hubieran tenido trapío, aquello habría tenido importancia, pero no salió ni un toro de Bilbao.

Padilla, Perera y Fandiño

Seis toros de Jandilla, pequeños y sin trapío los tres primeros y justitos de presencia los otros. Con poca fuerza y ninguna clase, salvo el sexto.

Juan José Padilla: estocada baja (palmas tras aviso a los doce minutos) y estocada (saludos tras dos avisos).

Miguel Ángel Perera: estocada desprendida (saludos) y estocada baja (vuelta con petición tras aviso).

Iván Fandiño: tres pinchazos, estocada tendida y descabello (silencio tras aviso) y dos pinchazos y estocada (saludos tras aviso).

Saludó Miguel Martín tras banderillear al tercero.

Plaza de Toros de Vista Alegre. 22 de agosto de 2014. Dos tercios de entrada. Noveno festejo de las Corridas Generales

Una pena, porque el público acudió a la plaza con la alegría en el cuerpo de la actuación de Miguel Ángel Perera el día anterior. Querían ver al extremeño y las ilusiones quedaron ahogadas demasiado pronto.

El pacense inició su primer trasteo como en el faenón de la víspera, pero sólo se repitieron los péndulos. A partir de ahí, nada; alguna serie a media altura y se acabó. Para lidiar a los toros de ayer había que estar diplomado en enfermería en lugar de doctorado en tauromaquia.

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En el quinto, como al toro ni se le picó, la faena resultó atropellada. Le bastó un arrimón final y un bajonazo para que le pidieran la oreja.

La tarde de Padilla fue una muestra de las dificultades que tiene el jerezano cuando un toro se complica. Estuvo a merced del cuarto, que le volteó hasta tres veces, y milagrosamente salió ileso de un trance en el que nunca pudo con el toro.

Y a Fandiño le tocó el garbanzo negro, el tercero, con el que no se acopló, y un buen sexto, con el que firmó una faena completa. Pocos habrían apostado por el toro cuando brindó al público, pero el de Orduña lo metió en su muleta con una verdad encomiable. Una soberbia tanda de naturales engrandeció aún más los profundos derechazos de las series previas.

Toreo rotundo, con pausa, con sentimiento; apostó por unas manoletinas ajustadas como broche antes de marrar con los aceros. El vizcaíno levantó la tarde por unos instantes, pero le faltó el broche, la espada. Era faena de dos orejas y nos volvimos a quedar con las ganas. ¡Cómo habría cambiado la feria si Perera el jueves y Fandiño el viernes hubieran acertado en la suerte suprema!

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