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Semana de pasión en la RAG

Dos candidaturas se gestan para el relevo en la presidencia antes del 20 de abril

El catedrático Xesús Alonso Montero
El catedrático Xesús Alonso Monteroxurxo lobato

El pasado 13 de marzo se produjo un hecho insólito en la Real Academia Galega (RAG) desde que Manuel Murguía la fundase en 1906: su presidente, Xosé Luís Méndez Ferrín, no solo dimitía del cargo, sino también de la condición de académico. Dentro de poco, con toda probabilidad el 18 o 19 de abril, y en todo caso antes del Día das Letras Galegas, se producirá otro hecho inédito en la historia —al menos en la reciente— de la institución a la que las leyes gallegas confían la vara de medir del idioma: pugnarán dos candidaturas para presidirla. Una, la de continuidad, es la que ya ha presentado el que todavía es tesorero en funciones, Manuel González (Mazaricos, 1951). La otra es la que el sector crítico insiste en que encabece el veterano profesor Xesús Alonso Montero (Vigo, 1928).

 Las horas siguientes a la noche del pasado día 13, cuando todavía flotaba en el ambiente el simbólico polvo levantado por la marcha de Ferrín, y todavía no se había deshecho el posado fotográfico de todos en común alrededor de la mesa presidencial, muchos comenzaron a buscar un recambio de consenso. Algo nada fácil por dos razones. Una de carácter interno: tendría que ser alguien que satisficiese a dos —o más— sectores radical y personalmente enfrentados. Y otra a la vez externa: se trata de suceder a Ferrín. Recién despojado de la secretaría y recién revestido de presidente en funciones, Xosé Luís Axeitos comenzó a tantear el ambiente para el candidato obvio: Manuel Rivas.

Tenía prácticamente asegurada la mayoría, solamente sobre la base de los votos de los oficialistas o continuistas, y estaba claro que obtendría muchos de los críticos. Pero se encontró con que el candidato no quiso. Ni la agenda de Rivas se caracteriza precisamente por los espacios en blanco, ni él tampoco por asumir tareas de mera representación. Y está en la mejor edad para realizarse como escritor. Así que la misión de defender el baluarte recayó en González, un histórico de la rúa Tabernas. De hecho, académico desde 1992, además de tesorero este mandato, fue ya secretario de 2001 a 2009, bajo la presidencia de Xosé Ramón Barreiro, dirigió los seminarios de sociolingüística y lexicografía hasta hace dos años y coordinó la edición del Diccionario.

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En su candidatura irá en principio el actual vicesecretario, Francisco Fernández Rei, y Xosé Luis Regueira. Los tres son investigadores del Instituto da Lingua Galega (ILG). Otros de los salientes, Axeitos, no iría en la lista, e incluso se asegura que no dimite como académico por lealtad a Ferrín. En la idea de los promotores de la candidatura estaría cubrir uno de los dos puestos que quedan con una mujer, no filóloga, pero de momento no han obtenido un sí. Por ahora, y además de los citados, el único, y no menor, apoyo recibido por González es el del expresidente Barreiro, que 24 horas antes de la presentación de la candidatura admitía: “Se está preparando algo, pero no lo voy a comentar para que no se malogre”.

Un comentario que podría valer perfectamente para la otra. La que el sector crítico intenta que encabece Alonso Montero.

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—¿Yo? ¿Sabes la edad que tengo? 84 años y cuatro meses.

— Tampoco a los Papas los escogen jóvenes…

—Yo soy ateo en casi todo, en religión y en las instituciones, no me producen entusiasmo, pero la Academia ha sido históricamente valiosa, y en ese sentido, estoy con ella como estoy con otra institución: la Revolución. Lo que sí pongo la mano en el fuego es porque en su seno no hay grupos con características negativas, hay discrepancias, pero no bandos.

—Pero, ¿se presentaría?

—Yo estoy dispuesto a ayudar más de lo que lo hice. Si me piden un mayor esfuerzo, pues depende de las circunstancias, como todo en la vida.

Con mayor rotundidad se autodescarta la que suena para secretaria en esa lista, Rosario Álvarez Blanco. “No sé si estoy en las quinielas de los periódicos, pero en las reales, no. En la vez anterior no me parecía compatible un cargo en la Academia con el de directora del ILG, y cuando apareció la opción Ferrín, a aplaudir y punto. Y en esta ocasión, tal y como se desarrollaron los hechos, sería dar alas a ciertas interpretaciones. Yo a lo que estoy dispuesta es a trabajar, a que las cosas funcionen y a implicarme hasta donde se me pida”. Lo que no está claro es si los críticos tienen plan B para el caso de que el A (de Alonso) no se anime. Henrique Monteagudo desmiente, por ejemplo, que Víctor Freixanes esté o haya estado nunca interesado en optar a nada, “mientras sea director de Galaxia, y menos con el momento que atraviesa el sector editorial”.

Las ideas fuerza del programa electoral de la única candidatura confirmada son fomentar el diálogo y la colaboración con las demás instituciones culturales, preservar la independencia de la Academia, y realizar una gestión transparente, moderna y visible hacia la sociedad. Prácticamente, la esencia de lo acordado por unanimidad en el pleno en que intentaron, sin éxito, evitar la dimisión de Méndez Ferrín. Y por lo tanto, más que previsiblemente, el mismo programa electoral que presentará la otra candidatura. La elección del 15º presidente de la RAG (o 14º porque Eladio Rodríguez González repitió antes y después de la Guerra Civil) se hará entre dos bandos radicalmente enfrentados que ofrecen lo mismo.

Un idioma, cuatro instituciones

XOSÉ MANUEL PEREIRO

“No sé si hay dos bandos o tres o cuatro. Ni sé en cuál estoy, si en el del ILG o en el de…”, comenta Fernández Rei, que desde el pasado día 13, tiene el ánimo alicaído. A la polémica de las contrataciones de personal siguió la de la amenaza de “colonización” de la RAG por otras instituciones culturales. El Instituto da Lingua Galega es un centro de investigación de la Universidad de Santiago (USC), responsable en buena parte de la normativa oficial del gallego. Cuando se crearon las tres universidades, intentó integrarse en un ente interuniversitario, pero como la opción era pasar a depender de la Xunta, luchó para quedarse en la USC. Entre los 30 académicos hay siete investigadores del ILG, entre ellos los tres posibles candidatos continuistas, así como Monteagudo y Álvarez Blanco.

El Consello da Cultura Galega es un órgano estatutario (su existencia está determinada por el Estatuto de Autonomía, como órgano asesor para la defensa y promoción de los valores culturales del pueblo gallego). Aunque su patronato está formado por varias instituciones, su presupuesto depende de la Xunta. Pertenecen a él cinco académicos, empezando por su presidente, Ramón Villares (que en la polémica académica se escuda en que es “un militante de base” para no opinar), y también Barreiro, Álvarez Blanco y Monteagudo. El antes Centro de Investigacións Lingüísticas e Literarias Ramón Piñeiro ha cambiado de nombre (ahora es para la Investigación en Humanidades) a fin de marcar la —escasa— diferencia con las otras instituciones. Es un servicio de la Consellería de Educación y Cultura y su coordinador científico es Manuel González. “Cada institución es de su madre y de su padre, ¿cómo se van a poner de acuerdo para invadir nada?”, argumentan en la banda de Laíño. “Lo que se intenta es que un mismo grupo influya en todas”, aseguran en la de Lestrove. En lo que todos están de acuerdo, aunque ahora decirlo sea académicamente incorrecto, es en que una mayor coordinación resultaría imprescindible.

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