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CRÍTICA / POP
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El profesor tierno que silbaba

Andrew Bird patenta un destacable talento en Barcelona

Tiene un remoto aspecto de artista, algo afligido, delgado y frágil, vestido como para dar una clase de Literatura, fular incluido. Así salió al escenario del Apolo, una sala que registró una entrada más que notable. En primera fila mucha joven extasiada mientras Andrew Bird trasteaba su pedalera organizando los bucles que comenzaba con su violín, pellizcado con picardía en busca del sonido con el que iniciar su canción. Dos horas después, tras el último pizzicato, el de Illinois marchaba de escena entre aplausos tras un concierto en el que patentó un destacable talento. Cuando vuelva a Barcelona, no le faltarán apoyos.

ANDREW BIRD

Sala Apolo

Barcelona

12 Noviembre 2012

Temas a destacar en una actuación brillante. Por un lado, la instrumentación, apoyada en violín utilizado en loops –bucles- que iban añadiendo capas al sonido completado con guitarra, bajo y un batería que simultáneamente se ocupaba de teclados diversos. Esta instrumentación, de apariencia convencional, construía canciones de arreglos no consabidos que evitaban dinámicas previsibles, subiendo y bajando la intensidad de cada composición a medida que esta crecía. No, las canciones de Bird son menos lineales que en disco, donde tampoco resultan por completo imaginables a partir de los primeros acordes. Así, la sorpresa aguardaba en cada esquina, espoleada por un público que la disfrutaba sabedor que formaba parte del guión. Completa complicidad.

Más elementos: lo impredecible del estilo de Bird, ora folk, ora country, ora rock, siempre cuidadosamente melódico. Y como mascarones de proa de todo este ingenio, Bird usó dos de sus grandes recursos. Por un lado, una voz nítida, de muy agradable color, flexible y moldeable hasta convertirla ocasionalmente en arma de contador de historias, de narrador de cuentos al calor de una hoguera. Segundo elemento: el silbido. Bird lo usó con frecuencia sabedor de sus espléndidos resultados como atenuador de trascendencia, como elemento que agranda simpatías, baja decibelios de profundidad en los temas, dota a las canciones de aire callejero y casual y ayuda a perfilar su melodía. El violinista silbador que encandila con una voz dúctil capaz de seducir. Y de remate un buen montón de canciones hermosas, alguna de ellas desprovista, todo sea dicho, de su belleza en disco, caso de un Sovay tocado en acústico tal que pandilla tierna de bar, o composiciones como Three wild horses, Despetarion breeds o Lazy projector parte del disco Break it yourself que sirvió de excusa para su presencia en Barcelona. Fue bonito y por espacio de dos horas la música de Bird atenuó todo lo demás. Falta hace.

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