Retos económicos para un nuevo Gobierno
El gobierno que se configure después de las elecciones ha de lidiar con una economía en crisis, con una sociedad preocupada, cansada, empobrecida y con los indicadores micro y macroeconómicos mostrando una evolución negativa. La economía vasca vive un momento económico recesivo en un contexto en el que las previsiones para España son demoledoras, para Europa negativas y para el mundo, poco prometedoras. La situación de los sectores productivos, de los mercados de trabajo, de las empresas, de las finanzas públicas, del medio ambiente, requiere máxima atención y el margen de maniobra para hacer política económica propia es limitado.
Aún así, desde el Gobierno vasco se pueden hacer cosas y, sobre todo, se pueden sentar las bases para que otros agentes económicos tengan incentivos e instrumentos para adoptar decisiones acertadas e iniciar actividades exitosas. Una tarea reguladora (no sólo presupuestaria) bien planeada y ejecutada puede conseguir que las empresas, los trabajadores, las diferentes organizaciones e instituciones operen en la dirección de la recuperación de la actividad y del empleo. Esta tarea precisa para su éxito, entre otras cosas, que nuestros gobernantes tengan un horizonte temporal amplio al margen de las vicisitudes del ciclo electoral, que sean capaces de modelar instituciones inteligentes y que, por último, ejerciten un liderazgo que garantice que los ciudadanos estemos enterados de lo que el gobierno planea y ejecuta, sus razones para hacerlo y las consecuencias previstas de sus medidas y actuaciones.
Una economía pequeña como la nuestra, con una alta tasa de paro tiene que apoyar al sector industrial. Si no se garantiza su pervivencia y su éxito será difícil, por no decir imposible, activar la creación de empleo. El pequeño tamaño de nuestras empresas exige, además, que desde el sector público se impulse un potente esfuerzo innovador, motor de la competitividad. Sectores como el eléctrico o el financiero precisan con urgencia de un marco económico y legal estable y para todos los agentes económicos y todos los proyectos sensatos es imprescindible que el flujo de la financiación se recupere cuanto antes.
El gobierno ha de poner especial atención en aspectos como nuestro pobre crecimiento demográfico, nuestra precaria gobernanza, la tendencia a olvidar el cuidado del medio ambiente, el calentamiento global y la sobreexplotación de los recursos naturales. Las políticas ambiental y energética deberían formar parte del paquete de medidas que ayuden a salir de la crisis.
Los ciudadanos deseamos una sociedad cohesionada, en progreso y capaz de garantizar un buen nivel de bienestar y esperanza para los jóvenes. Por eso sigue siendo necesario que se apoyen firmemente actividades como la investigación y la educación. Son condiciones necesarias para que una sociedad y su economía tengan éxito a corto y largo plazo. En lo que mejor conozco, la enseñanza y la investigación universitaria, hay margen de mejora y se precisa avanzar a un ritmo más rápido y seguro.
Todo este listado de tareas y retos requiere decisiones presupuestarias y regulatorias inteligentes y acertadas, el concurso de instituciones públicas con nuevas y mejores prácticas y el diseño de políticas de bienestar acordes con los nuevos tiempos. Conseguirlo en época de estrecheces presupuestarias requiere, un buen plan fiscal, mucho talento, gran preparación, una total dedicación y el logro de acuerdos. Todo esto sin olvidar que la maximización del bienestar exige que el gobierno sea capaz de garantizar que “a los que les va mal no se sentirán abandonados” y que a los “que les va bien” habrán sido capaces de conseguir sus metas sin incurrir en fraude ni en actuaciones ilegales.
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