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Tribuna
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Decíais ayer…

El e-diario es como una historia clínica colectiva: anamnesis, exploración, observación

“Nada hay más viejo que el periódico de ayer”, dice el dicho con un grato y entrañable olor a papel. Pero, hoy día, en la era digital, los diarios en versión electrónica quedan enredados entre las nubes de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información. Y permanecen ahí, casi inevitablemente, cuasi eternamente, para bien o para mal, para mal y para bien.

 Yo creo que, en general, para bien… de la verdad: noticias obsoletas, crónicas anacrónicas, declaraciones desfasadas, propuestas hoy inconcebibles, promesas y profecías nunca cumplidas… sí, sí. Pero también, si no sacamos los textos del contexto, inteligentes anticipaciones, valientes vanguardias, excelentes premoniciones, extraordinarios avances… adelantándose a los acontecimientos, liderándolos contra corriente, a veces a contramano… que hoy podemos valorar en lo que valen porque nos trajeron el futuro antes de que el presente se nos cayera brutalmente encima. El e-diario es como una historia clínica colectiva: anamnesis, exploración, observación…Vamos a ello.

Decíamos anteayer, la mayoría, que España, y que Andalucía y Sevilla en nuestro caso… estaban subdesarrolladas por la falta de infraestructuras que las articularan internamente, entre sí y con Europa. Decíamos anteayer, mayoritariamente, que nuestra sociedad, nuestra tierra, nuestra comunidad… debía avanzar hacia un modelo de convivencia, de país, de ciudad… que acabara con la desigualdad inveterada de oportunidades entre la ciudadanía, entre las urbes y los barrios, de acceso a los bienes y servicios y a los derechos básicos como la vivienda o el empleo… Inversión pública, y cooperación público-privada, para generar riqueza y cohesión territorial y social para que su redistribución llegara al mayor numero de ciudadanos… y ciudadanas, removiendo los obstáculos a la equidad… Eso era lo que la mayoría decíamos anteayer, lo que nos exigíamos como sociedad para salir del atraso secular de nuestro país, de nuestra tierra, de nuestra ciudad, de nuestros barrios…

Decíais ayer, sin embargo y por el contrario, la mayoría, relativamente en Andalucía, cuando ya muchas de aquellas demandas se habían ido conquistando y consolidando, que vivíamos por encima de nuestras posibilidades, que no nos podíamos permitir tantas infraestructuras, tanto Estado del bienestar, tantas equidades en salud, en educación, en protección social y laboral… tantos derechos para tanta gente y para tantas gentes… para concluir en un pensamiento único que viene a decir, no ya que tenemos que ajustar todo esos logros a la grave situación de crisis económico-financiera que vivimos (cosa bien lógica y coherente dadas las circunstancias, como lo fueron en su día otras actitudes en otras circunstancias), sino que aquello que se hizo en pos de una sociedad mas justa y equilibrada en lo social, y en lo territorial, aprovechando la prosperidad económica del momento, fue un despilfarro del que hay que renegar tres y tres mil veces… sin entrar a separar el trigo del desarrollo económico y social de la paja del consumismo, la avaricia y la ostentación.

Decíamos anteayer, decíais ayer… Repasando, ahora que se puede, el periódico de la historia reciente, la ciberhemeroteca colgada en el espacio virtual, sacamos muchas consideraciones que demuestran los simplismos de ahora, tan ideologizados en su contraideología (¿otra vez, los mismos, anuncian tu muerte?), que quieren confundirnos presentándonos la crisis del sistema financiero con la del Estado del bienestar, que esconden la inmensidad de nuestra deuda privada tras la de las Administraciones públicas, la libertad de expresión y opinión con la alteración del orden público, la autonomía del poder político y su descentralización con la irresponsabilidad de la gestión de los recursos públicos…

En toda historia clínica, las de papel y las digitales, se debe terminar con la epicrisis: un comentario final que representa un juicio valorativo del caso y un resumen de los datos y hallazgos positivos que permiten fundamentar un diagnóstico actual y establecer las razones terapéuticas. Pero eso es ya es del hoy y “doctores tiene la iglesia”: esos doctores en democracia son el pueblo soberano, su mayoría, a la que nadie debe sustituir bajo ningún concepto y en ninguna circunstancia.

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Decíamos anteayer. Decíais ayer. ¿Qué dice hoy la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas? Eso es lo que en el fondo importa: la autonomía del poder político que surge de las urnas. Y eso es lo que este político en excedencia desde hace ahora un año, quiere defender con este artículo, ahora y por siempre.

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