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El buen vino también se sirve en 'tetra-brik'

La bodega valenciana Celler del Roure quiere romper un prejuicio y apuesta por el cartón como envase para un nuevo vino joven "para todos los días"

El nuevo vino Setze gallets en tetra-brik.
El nuevo vino Setze gallets en tetra-brik.JORDI VICENT

La apuesta es arriesgada, porque el prejuicio existe: El buen vino debe estar embotellado; si está encartonado, es malo y cabezón. Sin embargo, la leche o el zumo que beben los niños se suelen servir en tetra-brik. ¿Y por qué no un vino ligero, joven y de calidad? ¿Por qué no buscar nuevas formas de comercializar el vino, de bajar su precio y de popularizarlo? La brutal crisis económica y la disminución de su ingesta (en un decenio se ha pasado de consumir 50 litros por habitante y año a 10 litros) aconsejan plantarse nuevos desafíos. El bodeguero Pablo Calatayud lo ha hecho. Acaba de sacar al mercado un vino joven en tetra-brik “para todos los días” que comparte el sello Celler de Roure con caldos como Maduresa o Les Alcusses, pero a un precio recomendado de cuatro euros (cinco, si se adquiere en botella).

Se trata de un vino “con mucha garnacha, mucha monastrell y bastante carácter, a un precio más acorde con los tiempos que corren y adecuado para esas ocasiones en la que el vino no puede o no debe ser tan especial”, apunta Calatayud, que tiene los viñedos en las llamadas Terres dels Aforins, dentro de la Denominación de Origen Valencia. Para presentar esta semana en Valencia su nuevo producto, se rodeó de algunos amigos, familiares y colaboradores. Se llama Setze gallets y se vende en una caja que contiene cuatro envases de tetra-brik proyectada por Daniel Nebot (Premio Nacional de Diseño).

“Como dice Dani, la caja es como la garrafeta de vino de toda la vida, pero del siglo XXI”, comenta el bodeguero sonriendo. “El cartón es un envase como otro cualquiera que puede servir muy bien para un producto de calidad. En España no hay experiencia con el vino, pero en otros sitios sí”, explica Nebot, frente a una de sus cajas, fusión de minimalismo y povera, que están coronadas por un asa de esparto.

"La caja es como una 'garrafeta'

“No es un vino especial de los viernes, o para la cena del sábado, es para todos los días. Un vino bien hecho que puede durar abierto 15 días sin alteraciones ni maduraciones. Tenemos que bajar la calidad, no hacer vinos tan caros; hacer vinos más naturales, más ecológicos y más baratos, que no tienen por qué ser malos. Uno de diario para disfrutar también”, señala Josep Lluís Peréz, reconocido enólogo valenciano de caldos como el de Clos Martinet del Priorat.

“Si conseguimos que los envases de cartón lleguen a estar un poco mejor vistos estamos ayudando a romper barreras, estamos dando al consumidor y al productor más opciones facilitando el consumo de vino”, añade Calatayud. Su Setze gallets es una reivindicación del cartón y del vino de mesa digno.

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