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El Gobierno argentino acoge a seis opositores venezolanos en su Embajada de Caracas

El presidente Javier Milei exige que el Gobierno venezolano convoque “elecciones sin proscripciones de ningún tipo” en medio de una escalada de tensión diplomática

El presidente argentino, Javier Milei.
El presidente argentino, Javier Milei.Agustin Marcarian (REUTERS)
José Pablo Criales

El Gobierno argentino que conduce Javier Milei ha anunciado este martes que ha brindado asilo en su embajada de Caracas a seis opositores al régimen de Nicolás Maduro. Mientras la tensión escala en Venezuela por la exclusión de los principales candidatos opositores para las elecciones presidenciales de octubre, Argentina ha denunciado que el Gobierno venezolano cortó el suministro eléctrico de su residencia oficial en Caracas este lunes después de que la delegación recibiera a los líderes políticos venezolanos. La Cancillería argentina no los ha identificado públicamente, pero ha advertido a Maduro “sobre cualquier acción deliberada que ponga en peligro la seguridad del personal diplomático argentino y de los ciudadanos venezolanos bajo protección”, en un comunicado publicado este martes por la tarde.

“El Presidente Javier Milei insta al socialista Nicolás Maduro a asegurar la seguridad y bienestar del pueblo venezolano, así como a convocar a elecciones transparentes, libres, democráticas y competitivas, sin proscripciones de ningún tipo”, exige el comunicado publicado por la oficina del presidente argentino.

La decisión del Gobierno de Milei de acoger asilados políticos en su embajada en Caracas llega después de semanas de tensión entre ambos países. A mediados de este mes, Milei anunció que tomaría “acciones diplomáticas” contra Nicolás Maduro después de que el Gobierno venezolano decidiera cerrar su espacio aéreo a los aviones argentinos. Fue la última ofensiva de un conflicto diplomático de casi dos años: en junio de 2022, mientras Argentina era gobernada por el peronismo, un Boeing 747-300 de la compañía venezolana Emtrasur fue retenido en el aeropuerto de Buenos Aires junto a sus 19 tripulantes. El avión, que había sido transferido de una empresa iraní a la venezolana apenas unos meses antes, levantó sospechas en Estados Unidos y ninguna compañía argentina quiso recargarle combustible. La justicia argentina investigó durante casi tres meses a sus tripulantes –14 venezolanos y cinco iraníes– por supuestos vínculos terroristas, pero los dejó en libertad en octubre de ese año por falta de pruebas para procesarlos. El avión se quedó en Argentina, y tras el cambio de Gobierno en diciembre pasado, Milei lo entregó a Estados Unidos.

“El bandido de Milei se robó el avión de Venezuela”, reclamó entonces Maduro, que terminó cortando el acceso al espacio aéreo de los aviones argentinos que lo atraviesan para llegar a Estados Unidos. “La Argentina no se va a dejar extorsionar por los amigos del terrorismo”, respondió el portavoz del Gobierno argentino, Manuel Adorni, que anunció entonces las “acciones diplomáticas” que no habían quedado claras hasta este martes.

Milei ha encontrado en Maduro al primer enemigo frontal de una línea diplomática agresiva que desplegó durante su campaña presidencial y que se licuó tras su llegada al poder. Antes de ser presidente, Milei amenazó en casi todas sus comparecencias públicas con cortar relaciones con “regímenes comunistas”, entre los que incluyó a sus principales socios comerciales, China y Brasil, con los que después buscó tender puentes en silencio. El presidente argentino ya no insulta en público a su par brasileño, Lula da Silva, al que llegó a tildar de “comunista corrupto” en campaña, y su Cancillería ha procurado mostrar una buena relación con la embajada china después de que corrieran rumores sobre supuestas reuniones entre la canciller, Diana Mondino, y representantes de Taiwán, territorio de ultramar que China reclama como propio.

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Sobre la firma

José Pablo Criales
Es corresponsal de EL PAÍS en Buenos Aires. Trabaja en el diario desde 2019, fue redactor en México y parte del equipo de la mesa digital de América. Es licenciado en Comunicación por la Universidad Austral y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS.
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