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Argentina
Tribuna
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El mercado o la gente, ¿a quién escuchará Milei?

El presidente argentino ha conseguido resultados en la balanza económica del Estado que han sido bien recibidos por los mercados, pero a costa de un duro recorte que ha golpeado los ingresos de los argentinos

El presidente Javier Milei, este viernes durante un discurso en el Congreso argentino en Buenos Aires.
El presidente Javier Milei, este viernes durante un discurso en el Congreso argentino en Buenos Aires.Agustin Marcarian (REUTERS)

El Rey Lear, una de las mejores tragedias de Shakespeare, sigue la historia del monarca, quien decide dividir su reino entre sus hijas basándose en el amor que sienten hacia él. Goneril y Regan, las dos hijas mayores, elogian de manera grandilocuente a su padre, expresando amor exagerado y adulador con el objetivo de obtener una porción mayor. Cordelia -la hija más joven- detesta la hipocresía, y por eso expresa su amor de una manera honesta, pero mucho más modesta. Esta respuesta enfurece a Lear, quien se siente dolido por la aparente falta de amor de su hija y eso lo lleva a desheredarla, repartiendo el reino entre sus otras dos hijas. Luego de un tiempo, el monarca descubre que sus hijas le mintieron para apropiarse del reino, generándole una angustia inmensa. La historia culmina, obviamente, con una serie de eventos trágicos que llevan al lector a reflexionar sobre la naturaleza del poder, la traición y la dificultad para tomar buenas decisiones. Al igual que el Rey Lear, Javier Milei debe decidir a quién escucha para determinar la viabilidad de su programa económico, si a las adulaciones del mercado o a los reclamos de la gente.

El mercado elige creer

En la nota anterior examinamos los principales componentes del programa económico del gobierno de Milei, concluyendo que el pilar fundamental sobre el que se apoya el programa es la meta fiscal. El gobierno anunció que apuntaría a lograr para fin de año el equilibrio de las cuentas públicas, lo que implica un ajuste de una magnitud pocas veces vista en la historia de la Argentina (unos cinco puntos del PIB).

En la lógica monetarista de Milei, la inflación depende pura y exclusivamente de la cantidad de dinero en circulación, motivo por el cual cree imprescindible eliminar el déficit fiscal, uno de los principales canales a través del cual el Banco Central de la República Argentina (BCRA) inyecta dinero en la economía.

Los datos fiscales del mes de enero, recientemente publicados, revelan que -por lo menos para el primer mes del año- el gobierno cumplió su objetivo. El resultado fiscal mostró un superávit financiero (lo que significa que la recaudación no solo alcanzó para financiar todos los gastos, sino también para pagar los intereses de la deuda pública), algo que no se observaba desde hace más de 10 años (la última vez fue en agosto del 2012).

Al examinar cómo se logró ese resultado, queda claro que el Gobierno aplicó un drástico ajuste sobre el gasto, cuya caída (medida en términos reales) fue de casi 40% respecto del mismo mes del año anterior, mientras que los ingresos fueron prácticamente los mismos. Si bien todas las partidas mostraron recortes importantes, los más significativos (por el peso que tienen en el total del gasto público) estuvieron en las jubilaciones (-38%), los planes sociales (-23%), los subsidios al gas, luz y transporte (-64%) y el empleo público (-28%). El otro rubro para destacar, pero más por la cuestión política de la pelea del gobierno con las provincias, fue el freno casi total de todas las transferencias hacia estas jurisdicciones.

Este duro ajuste fue muy bien recibido por el mercado. La brecha entre el tipo de cambio comercial y el financiero (lo que sería el “termómetro” del mercado cambiario), se desplomó hasta ubicarse en torno al 22%, el nivel más bajo desde que se implementaron las regulaciones a la compra de dólares a mediados del 2019. Las cotizaciones de los bonos de la deuda pública (el “termómetro” de la capacidad de repago del gobierno) subieron en torno al 20% desde la asunción de Milei. Por último, los contratos pactados sobre precios futuros del dólar también se redujeron de manera significativa y, si bien para marzo esperan que el BCRA acelere un poco el ritmo de depreciación del tipo de cambio (al 4%), son valores sumamente bajos que muestran que el mercado cree que el programa económico va a lograr bajar la inflación sin sobresaltos importantes en el frente cambiario.

Brecha entre el tipo de cambio comercial y el financiero. Elaboración propia
Brecha entre el tipo de cambio comercial y el financiero. Elaboración propia

De todos modos, hay dos cuestiones relevantes a destacar. En primer lugar, los mercados no son infalibles y puede que su evaluación del riesgo no sea la correcta, máxime cuando el discurso del presidente argentino es música para sus oídos. Milei ha repetido hasta el hartazgo su obsesión por el libre mercado, llegando incluso a sostener, nada menos que en Davos, que las fallas de mercado no existen. Esto no solo roza el terraplanismo económico (hay abundantes argumentos teóricos y evidencia empírica al respecto, al punto tal que George Akerlof, Michael Spence y Joseph Stiglitz fueron galardonados con el Premio Nobel de economía por sus contribuciones al respecto) sino que tiene implicancias reales muy nocivas, como el hecho de que Milei niegue el cambio climático y la capacidad del Estado para mitigarlo.

Ahora bien, incluso si en este caso la evaluación es correcta, no hay que perder de vista que el mercado no tiene corazón. Solo mira números, pero por detrás hay personas. Y esto hace que muchas veces algo que en los números parezca viable, en la realidad no lo termine siendo. Acá es donde aparece el talón de Aquiles del programa económico del gobierno.

La casta es la gente

Al momento de asumir el nuevo gobierno, la sociedad ya venía muy golpeada. Argentina lleva 12 años consecutivos de estancamiento. Y si miramos los últimos seis años, el poder adquisitivo de los salarios se redujo 25%, mientras que el haber mínimo (el que cobra la mayoría de las personas jubiladas), se contrajo 28%. Por eso la gente votó un cambio, que Milei supo conectar muy bien con el concepto de “casta”, asociándolo a toda la clase política.

Y si bien es cierto que su discurso de campaña se basó en el ajuste, el énfasis siempre estuvo puesto en que lo iba a pagar la casta. El problema, como mostramos antes, es que el ajuste no recayó sobre la casta, sino sobre las jubilaciones y los ingresos de toda la sociedad, que se vieron fuertemente reducidos tras el salto inflacionario provocado por el fuerte incremento del 120% en el tipo de cambio que aplicó el gobierno al poco tiempo de asumir. Sería un error, entonces, creer que la sociedad argentina, que ya viene muy golpeada, va a aceptar mansamente que la sigan ajustando.

Eso se presenta como un gran dilema para Milei. Puede optar por profundizar el ajuste, buscando la aprobación del mercado, lo que seguramente llevará a que sigan mejorando los indicadores económicos en los próximos meses (reducción de la inflación y estabilidad cambiaria). Pero esto podría terminar siendo una falsa sensación de mejora si redunda en un mayor conflicto social y político que ponga en duda la capacidad del gobierno para seguir implementando su programa económico; porque con la misma velocidad que el mercado apoya, también se retira. Y ahí pasaríamos a un círculo vicioso donde, para tratar de recuperar la confianza del mercado, lo más probable es que el gobierno recurra a un ajuste todavía mayor que no solo podría verse bloqueado desde el plano político o social, sino incluso desde lo fiscal. Esto es así porque ajuste impacta de manera negativa en la actividad, lo que lleva a una menor recaudación y, por consiguiente, a un mayor déficit fiscal, lo que a su vez requiere un ajuste mayor, que impactaría todavía más en la actividad, y así sucesivamente. Una dinámica similar se observó en la crisis de deuda soberana que afectó a la mayoría de los países de la Unión Europea.

Aquí reside la mayor encrucijada que enfrenta Milei: Escuchar al mercado, que le pide profundizar el ajuste, o escuchar a la sociedad, virando hacia una mayor gradualidad. ¿Caerá en el mismo error que el rey Lear?

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