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Elecciones en Argentina
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Las encuestas fallaron en el ganador de las elecciones en Argentina, pero acertaron en lo esencial

La mayoría de los sondeos adelantó una segunda vuelta entre el peronismo y la ultraderecha

El ultra Javier Milei, favorito en los sondeos, tras quedar en segundo lugar en las elecciones de este domingo.
El ultra Javier Milei, favorito en los sondeos, tras quedar en segundo lugar en las elecciones de este domingo.Juan Ignacio Roncoroni (EFE)
Jorge Galindo

En una elección tan reñida como la que Argentina ha experimentado en la primera vuelta presidencial, lo mínimo que se espera de las encuestas es que proporcionen respuestas claras a las interrogantes fundamentales. En este caso, se planteaban dos cuestiones esenciales: si un candidato lograría ganar la presidencia en la primera instancia, evitando una segunda vuelta, y derivado de ello, en caso de requerirse un segundo round, ¿qué contendientes avanzarían? Las encuestas, en su mayoría, acertaron al anticipar que serían Javier Milei, representando a la derecha, y Sergio Massa, por la izquierda, quienes competirían en una eventual segunda vuelta, viendo como muy improbable que cualquier candidato alcanzase el 45% de los votos o el 40% con una diferencia de 10 puntos sobre el segundo, tal como estipula la normativa argentina. No obstante, pese a este acierto, la valoración posterior general ha venido a cuestionar la precisión de las encuestas. La razón principal es que muchas predicciones señalaban a Milei como el favorito, pero finalmente fue Sergio Massa quien lideró la contienda.

La fijación cognitiva de nuestra atención con el ganador es algo inherente a cualquier competencia electoral. Y es que los candidatos no solo se baten con respecto a sí mismos, sino con respecto a las expectativas. Ahora mismo, el titular y el análisis en la mayoría de medios y en las redes en Argentina se centra precisamente en el hecho de que más allá de los números absolutos de votos, lo que realmente ha sorprendido es cómo las expectativas, alimentadas en cierta medida por estas encuestas, han enmarcado, condicionándola, la percepción del resultado. Es común que un candidato que supera las expectativas, incluso si no gana, sea percibido como un “ganador moral”. Por otro lado, aquel que no cumple con lo anticipado, aún siendo el más votado, puede ser visto como un candidato debilitado. Massa, al superar a Milei pese a las predicciones, desafiado las expectativas previas, ganando un impulso adicional en la percepción pública. Resulta paradójico, eso sí, que estas expectativas quedaran fijadas hace apenas dos meses, cuando los sondeos no acertaron en el volumen de votos que recibiría Milei.

Al observar los datos a nivel nacional en comparación con los resultados electorales, esta doble valoración se manifiesta con claridad. Por un lado, las encuestas acertaron al identificar a los tres primeros candidatos, al destacar la brecha entre estos y el resto de competidores, y al prever que Patricia Bullrich no avanzaría a la segunda vuelta. Asimismo, el promedio esperaba que ningún aspirante lograría la victoria en la primera ronda. No obstante, se observa una subestimación notable de Sergio Massa y, aunque en menor medida, una sobreestimación en favor de Javier Milei.

Esta metodología ha resultado en que el promedio sea más preciso en el caso de Sergio Massa al no incluir a los indecisos. Sin embargo, ha sido ligeramente menos exacto en el caso de Milei y un poco menos aún con Bullrich.

Íntimamente relacionado con esto queda la participación, que en esta ocasión ha sido notablemente más baja que en los últimos años. La decisión de si participar o no es, en realidad, más frecuente que la de cambiar voto entre candidatos. En un contexto como el argentino, caracterizado por su extrema polarización, es más común que los votantes fluctúen entre votar o abstenerse, en lugar de cambiar su preferencia entre distintos partidos. Aunque es cierto que se ha visto una tendencia de transferencia de votos entre los dos candidatos de derecha, para Massa, el incremento en su apoyo probablemente se debe más a la movilización de esos indecisos que a la transferencia directa de votos de otros candidatos hacia él.

Si tomamos las encuestas basándonos en las cifras que cada una reportó en su última versión, es decir, reincorporando a los indecisos en la base de votantes, observamos lo siguiente: La gran mayoría, si no todas, acertaron en prever quiénes avanzarían a la segunda vuelta, y sin excepción, todas anticiparon correctamente la necesidad de esta segunda instancia. Solamente dos de ellas erraron al predecir que sería una segunda vuelta entre Massa y Milei, mientras que solo una, por el contrario, acertó en este pronóstico.

Es de esperar que ahora, como sucedió tras las primarias, cuando las encuestas no anticiparon el alto voto a la primaria de Milei, las casas de encuestas realicen ajustes en sus métodos y calibren estimaciones de cara a la segunda vuelta. Los factores determinantes para una calibración efectiva y que permita obtener pronósticos más certeros en el futuro radican, justamente, en la adecuada interpretación de la indecisión y la abstención de los votantes.

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Sobre la firma

Jorge Galindo
Es analista colaborador en EL PAÍS, doctor en sociología por la Universidad de Ginebra con un doble master en Políticas Públicas por la Central European University y la Erasmus University de Rotterdam. Es coautor de los libros ‘El muro invisible’ (2017) y ‘La urna rota’ (2014), y forma parte de EsadeEcPol (Esade Center for Economic Policy).

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