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Viaje por el Riachuelo: cómo se está limpiando el río más contaminado de Argentina

La Corte Suprema ordenó hace 15 años el saneamiento de la cuenca, donde viven casi cinco millones de personas. EL PAÍS recorre un tramo junto al equipo que está a cargo de la tarea

Matanza Riachuelo
Una barca de Acumar limpia la cuenca Matanza-Riachuelo, este jueves.Enrique garcia medina

Lucía de los Ríos sabía cuándo cruzaba la frontera sur de la ciudad de Buenos Aires por el olor agrio que desprendía el río. Las emisiones industriales, los desechos cloacales, los trenes viejos, más basura, los cadáveres componían una caldo denso y fétido que se estancaba en el cauce principal de la cuenca Matanza-Riachuelo. “Este era el basural de la ciudad de Buenos Aires”, cuenta De los Ríos, a bordo de un barco que navega este jueves por allí. El agua ya no apesta y el cauce se puede atravesar. El saneamiento del curso empezó hace 15 años. Algunas familias fueron reubicadas y más de 45.000 toneladas de basura se retiraron solo en 2022, según los registros. Pero falta y algunas organizaciones son críticas con los avances.

El curso principal de la cuenca Matanza-Riachuelo recorre casi 70 kilómetros y desemboca en el Río de la Plata. Durante más de 200 años, allí fueron a parar toneladas de desechos. Era, se decía, un reflejo de la desidia del Estado. En los noventa, una ministra prometió que el agua sería potable “en 1.000 días”, pero han pasado tres décadas desde entonces. La zona, que atraviesa 14 municipios habitados por casi cinco millones de personas, es todavía una de las más afectadas ambiental y socialmente de Argentina, y se ubica entre las más contaminadas del mundo.

El barco avanza este jueves por el cauce, un recorrido de 11 kilómetros en la cuenca baja, donde están las peores condiciones porque la densidad poblacional es alta y el grado de urbanización e industrialización es mayor. Es también la zona más cercana a los barrios turísticos de la capital. De allí se sacaron en estos años alrededor de 80 barcos y 100 coches que se oxidaban en el fondo. El río es navegable en esta zona, pero la circulación aún no está autorizada, salvo casos puntuales, porque el movimiento de las embarcaciones remueve los sedimentos del río, que contienen metales pesados.

Matanza Riachuelo
Una barrera flotante contiene desechos en el cauce principal de la cuenca Matanza-Riachuelo.Enrique garcia medina

A los costados, se levantan edificios industriales, barracas patrimoniales del siglo XIX, silos que ya fueron adquiridos por desarrolladores inmobiliarios. Algunas familias que se habían asentado sobre las márgenes fueron reubicadas en complejos habitaciones como el barrio Orma, a pocos metros de allí. Otras no serán realojadas como estaba previsto. Es el caso de Villa Inflamable, un asentamiento que fue declarado inhabitable y que las autoridades aseguran que será urbanizado. En este barrio es común que los habitantes tengan enfermedades cutáneas y respiratorias por estar expuestos a un ambiente tóxico. Allí empezó todo.

En 2004, un grupo de 17 personas presentó una acción judicial contra el Estado Nacional, la provincia y la ciudad de Buenos Aires y 44 empresas por los daños causados por la contaminación de la cuenca. La causa tomó el nombre de Beatriz Mendoza, una psicóloga social que trabajaba en el barrio, ubicado sobre un polo petroquímico en la cuenca, y que tenía seis veces más tolueno en su sangre que el límite tolerable en una persona. Dos años después, la Corte Suprema intimó a los demandados a presentar un plan de saneamiento.

Así surgió la Autoridad de la Cuenca Matanza-Riachuelo (Acumar), que coordina el trabajo con los tres gobiernos y que ha organizado la navegación de la que participa EL PAÍS este jueves. En 2008, finalmente se dictó un fallo histórico que ordenó el saneamiento de la zona y la creación de un cuerpo colegiado para controlar la implementación del plan. En 15 años, ha habido llamadas de atención de la Corte, instando a Acumar a cumplir los plazos ordenados; disputas políticas por la reubicación de los asentamientos aledaños al río; cambios de autoridades y la separación de un juez de la causa por presuntas irregularidades en la contratación de obras para el saneamiento de la cuenca.

Pese a todo, hoy la escena dista mucho de la que había al comienzo. El agua ha perdido la densidad viscosa de hace dos décadas y la pestilencia. Por allí, circulan pequeños barcos que recogen desechos diariamente y hay barreras flotantes que frenan el avance de los residuos. El trabajo de limpieza lo completan recolectores –muchos de ellos miembros de cooperativas– que juntan la basura de las márgenes. Acumar calcula que en el último año se retiraron 3.400 toneladas de residuos del agua –principalmente ramas, neumáticos y plásticos– y más de 23.800 toneladas del lecho. Además, los bordes del río son ahora accesibles y en algunos puntos se realizan diferentes actividades culturales, educativas, deportivas o turísticas.

“Estamos en una primera etapa, en la que dejamos de contaminar la cuenca”, avisa Daniel Larrache, director ejecutivo de Acumar. Este jueves, se ven algunas aves sobre el río y el radar del barco de Acumar muestra unos pocos peces. Hay también tortugas y a veces se ven garzas. En las márgenes, se han implantado especies vegetales que acumulan y transforman sustancias tóxicas, y también se han desarrollado viveros municipales para la producción de especies nativas. Pero el ecosistema no está recuperado. La calidad del agua, por ejemplo, es “regular”, “mala” o “muy mala” en 20 de las 35 estaciones de monitoreo del organismo.

Larrache reconoce que “falta mucho”, pero defiende el “camino trazado”. Concretamente, tres proyectos. El primero es un sistema de túneles que derivarán los residuos cloacales hacia una planta de tratamiento y, de allí, al Río de la Plata; es, según plantean, la mayor obra sanitaria desde 1945 y estará lista a fin de año. El segundo es la creación de un polo para la radicación de curtiembres de la cuenca y el tercero, ya concretado, es el traslado de un histórico mercado agroganadero a otra zona. “Si no hacíamos estas obras y si no mantenemos estas políticas de cuidado y limpieza, la cuenca nunca iba a mejorar”, apunta Larrache.

Matanza Riachuelo
Personal de Acumar recorre el Riachuelo, este jueves.Enrique garcia medina

“El problema está en lo que no se ve”

Organizaciones de la sociedad civil, sin embargo, muestran reparo. “Es innegable que hubo mejoras”, advierte Mariano Villares, fundador de Sustentabilidad sin Fronteras. Pero agrega que “la mejora no es proporcional al tiempo y a la cantidad de dinero que se destinó”. Acumar cuenta este año con un presupuesto de 20 millones de pesos (56.000 dólares, al cambio oficial), a los que se suma el dinero que destinan el Estado nacional, el provincial y los diferentes municipios. “Es una de las principales causas ambientales del país. Si no se logra sanear el Riachuelo, ¿qué le queda a las otras causas?”, cuestiona Villares.

El cuerpo colegiado que controla el plan de saneamiento emitió una declaración en julio de 2022 que advertía de que “ninguno de los objetivos” se habían logrado. “La calidad del agua del Riachuelo no ha mejorado, nuevos basurales clandestinos emergen hasta el día de hoy y la población relocalizada apenas supera el 30% de las soluciones habitacionales acordadas en 2010″, dice el texto, que continúa: “Las industrias siguen liberando sustancias contaminantes al agua y no tienen límites establecidos para sus emisiones de gases y partículas tóxicas a la atmósfera”.

Ese es uno de los puntos que más preocupa a Alfredo Alberti, presidente de la asociación de vecinos del barrio de La Boca, que integra el cuerpo colegiado. “El tema en el Riachuelo hoy está en lo que no se ve”, advierte. “Se ha trabajo mucho y muy bien en [mitigar] la contaminación visual, en el maquillaje de la cuenca, en lo que se ve”, dice el activista y recuerda los años en los que el cauce “era una alfombra de basura y perros muertos”. “El material flotante hoy no existe, pero lo que enferma y mata es lo que va por debajo”, señala.

Según los datos del propio organismo, casi la mitad de las industrias que funcionan en la zona no han adecuado sus prácticas para mitigar la contaminación del agua, el aire y el suelo. La tendencia histórica, señala el organismo, es “positiva” y se ha conseguido que el 56% de los establecimientos estén “ambientalmente adecuados”. El porcentaje de cumplimiento de este indicador ha aumentado “en nueve trimestres consecutivos”, según el anuario de Acumar. Sin embargo, los vertidos industriales, junto con los residuos, suponen todavía el 30% de los contaminantes –el 70% restante corresponde a los desechos cloacales–.

Larrache defiende el “proceso”. “Clausurar sería sencillo. Si se clausura, no contamina más, pero tampoco da más trabajo. Hay que persuadir a las empresas de que su producción tiene que cumplir con las normativas ambientales”, dice Larrache, que calma la “ansiedad” con ejemplos extranjeros: “En otras ciudades del mundo, con cuencas comparables en tamaño y complejidad, ha llevado muchas décadas: cuatro a Londres, más de tres a Bilbao, le lleva ya más de 20 años al Tieté en Brasil…”. El Riachuelo, dice, arranca recién una “segunda etapa”: “La cuenca era el fondo de la ciudad. Ahora, se empieza a ver que está en proceso de saneamiento. Falta, pero hay cosas que son evidentes”.

Matanza Riachuelo
La desembocadura del Riachuelo en el Río de la Plata, este jueves.Enrique garcia medina

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