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El peronismo abraza a Cristina Kirchner con una masiva manifestación en Buenos Aires

Miles de argentinos salen a la calle en repulsa por el intento de asesinato que sufrió la vicepresidenta el jueves por la noche a las puertas de su casa

Cristina Fernández de Kirchner
Seguidores de Cristina Fernández, este viernes en Buenos Aires.MARIANA NEDELCU (REUTERS)
José Pablo Criales

La primera bomba de estruendo estalló sobre el mediodía y fue como si despertara todo Buenos Aires. La capital argentina amaneció este viernes entre la conmoción y la modorra después de que un hombre intentara asesinar a Cristina Fernández de Kirchner en la puerta de su casa. Fernando Sabag Montiel, de 35 años, apuntó y disparó dos veces, pero el arma se encasquilló y no salieron las balas. Fue el final de 10 noches de tensión en la capital argentina por la vigilia frente al edificio en el que vive la vicepresidenta. Este viernes, la manifestación se mudó al centro de la ciudad. Miles de personas abarrotaron las tres avenidas que unen la plaza del palacio de Gobierno con el resto de Buenos Aires. El peronismo vive días amargos en el poder, pero un grito unánime en apoyo a la expresidenta ha logrado la unión: “¡Con Cristina no se jode!”

“Nuestra felicidad fue siempre gracias a Cristina. Si la perdemos, perdemos todo”, dice Malena Díaz, de 34 años, que fue a la plaza con sus dos hijas pequeñas. La pirotecnia retumba calle abajo en la avenida Julio Roca y la gente llega poco a poco entre las columnas de los sindicatos. Díaz cubre los oídos de su niña más pequeña, de ocho años, y dice: “Mis nenas no conocieron nuestros días más felices, pero tienen que conocer la fuerza del peronismo. La democracia está en peligro, y es ahora cuando más tenemos que estar”.

El kirchnerismo vivió días de fiesta en las calles estas últimas semanas. La acusación de corrupción contra la expresidenta y la amenaza de un fiscal federal que pide inhabilitarla de por vida encendieron la mecha de la militancia, que hasta este sábado llevaba 10 días de acampada frente al domicilio de Cristina Kirchner. Fue todo cantos, gritos de “¡compañero!” y burlas dirigidas a los vecinos de Recoleta, uno de los barrios más pudientes de Buenos Aires, que se atrincheró ante el desborde de manifestantes.

El atentado contra la vicepresidenta ha conmovido a los argentinos, pero no ha afectado al tono de las manifestaciones. Este sábado, las escenas fueron similares. Cientos de familias con niños, miles de grupos de jóvenes y adultos mayores que se animaron a salir solos se congregaron en la Plaza de Mayo para defender el peronismo, que entre la inflación desbocada y los ajustes económicos para cumplir con las metas del Fondo Monetario Internacional, vive horas bajas en el Gobierno. Como en las calles de Recoleta, alguna voz se animaba a pedir “¡Cristina presidenta!, ¡Cristina presidenta!”, pero el grito mayoritario juraba lealtad al movimiento: “¡Perón, Perón, qué grande sos! ¡Mi general, cuanto valés! ¡Perón, Perón, gran conductor! ¡Sos el primer trabajador!”

“Nuestro deber es la memoria”, dice Horacio Ramírez, de 46 años, que a media tarde caminaba por la Avenida de Mayo agitando las banderas de Argentina y Bolivia. Llegó solo en autobús desde Villa Lugano, un barrio del suroeste de Buenos Aires. Nacido en Cochabamba, cuenta que emigró de Bolivia a Argentina “muy joven”, y que se considera “argentino de corazón, por Perón, Cristina y la Patria Grande de Sudamérica”. “El peronismo nos dio cosas que no podríamos haber tenido de otra manera”, dice el hombre, que se dedica a la construcción.

El jueves, tras confirmar la detención del agresor, el presidente Alberto Fernández había decretado un feriado nacional para que los argentinos salieran a las calles a “expresarse en defensa de la vida, de la democracia, y en solidaridad con nuestra vicepresidenta”. El protagonismo lo tuvo la gente convocada en la calle. No hubo acto oficial, y Fernández, que había anunciado que se uniría a la manifestación, no apareció en el escenario. La concentración fue interrumpida sobre las seis de la tarde con la lectura de un manifiesto a cargo de la actriz Alejandra Darín. “Frente al intento de asesinato de la principal dirigente política del país, nadie que defienda la República puede permanecer en silencio o anteponer sus diferencias ideológicas al repudio unánime que esta acción depara”, dijo Darín, rodeada de dirigentes sindicales y políticos, como el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, antiguo ministro de Economía de la expresidenta Cristina Kirchner.

La oposición más combativa había acusado al presidente Fernández de “jugar con fuego” al cancelar las actividades públicas para que la gente pudiera reunirse en la calle, pero la manifestación ha sido pacífica. La de este viernes ha sido una tarde de finales de invierno sin ni una nube en el cielo. Al sol, ondeaban las banderas del panteón de la Argentina peronista: los rostros del general y su esposa, Eva Perón, el del papa Francisco, el del cantante Carlos Alberto El Indio Solari, el libertador José de San Martín y Néstor Kirchner. La memorabilia que celebra a Cristina Kirchner se veía en todas partes: camisetas, sombreros, banderas, pines y calcomanías. Pero la mayoría de los manifestantes eligió otros símbolos: el celeste y blanco de la bandera argentina.

Partidarios de la vicepresidenta argentina reunidos en la Plaza de Mayo de Buenos Aires.
Partidarios de la vicepresidenta argentina reunidos en la Plaza de Mayo de Buenos Aires.JUAN MABROMATA (AFP)

Al caos que vive el país este año se suma el final más atípico: pronto empezará la campaña presidencial para las elecciones de octubre de 2023, y aún más cerca está el Mundial de fútbol de noviembre, en pleno verano austral. Será la última oportunidad de otro héroe nacional, Lionel Messi. Agustín, de 24 años, salía de la plaza sobre las cuatro de la tarde. Como cientos de chicos, eligió ir a la marcha con la camiseta de la selección de fútbol argentina.

–¿Qué preferiría, que Messi levante el trofeo o que Cristina Kirchner sea presidenta?

–A Cristina. Dámela siempre a Cristina.

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Sobre la firma

José Pablo Criales
Es corresponsal de EL PAÍS en Buenos Aires. Trabaja en el diario desde 2019, fue redactor en México y parte del equipo de la mesa digital de América. Es licenciado en Comunicación por la Universidad Austral y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS.

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