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UCRANIA
Columna
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Ucrania: ¿dictador vs. neoimperialista?

Lo que, como parece visible, no es un Trump que simplemente suma dislates verbales sino una cruda expresión de la visión unipolar hoy prevaleciente en Washington

Combo de fotografías de archivo del vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski.
Combo de fotografías de archivo del vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski.Chris Kleponis / Volodymyr Tarasov (EFE)
Diego García-Sayán

Lo dijo con todas sus letras -y precisión- Josep Borrell, ex alto representante de la UE para la Política Exterior y de Seguridad Común: Donald Trump es un “neoimperialista”. Lamentando Borrell que Trump, en sus conversaciones con Putin sobre la guerra en Ucrania, haya dejado a los países europeos completamente al margen, ¡incluida Ucrania!

“Capotazo” el de Trump, en beneficio de Putin. Sin que el presidente ruso ofrezca compromiso o menos garantía de que no invadirá otro país. Pero, en realidad, Borrell se quedó corto. Pues todo indica que sí había dudas.

Pues en las últimas horas Trump -el “neoimperialista”- se ha puesto abiertamente del lado de Moscú. Entre otras cosas porque ha culpado a Zelenski de iniciar la guerra llamándolo “dictador”. En las conversaciones en Arabia Saudita, Estados Unidos se ha opuesto a llamar a Rusia agresor en esa guerra.

Y empujando a Zelenski a celebrar elecciones presidenciales. Prácticamente amenazándolo: “Mejor que se mueva rápido o no le quedará país”. A lo que el ucranio ya respondió a Trump: “Vive en esta burbuja de desinformación” impulsada por Rusia.

Materia europea…ante todo

Grave. Pues si bien el asunto de Ucrania tiene repercusiones globales es, ante todo, uno de seguridad. Que atañe e impacta, sobre todo, en Europa. En lo que son asuntos críticos como fronteras, despliegues militares o migraciones, son precisamente los países de la región europea a los que, en primerísimo lugar, les corresponde precisamente actuar. ¡Y no deben -ni pueden- ser ignorados!

Pasos extremistas los de Trump, jugando en la cancha chiquita. Sin aparente visión de mediano y largo plazo. Lo que, como parece visible, no es un Trump que simplemente suma dislates verbales. Sino una cruda expresión de la visión unipolar hoy prevaleciente en Washington. En la que, entre otras cosas, se deja a los países europeos al margen de tratativas -diplomáticas- para acabar con la guerra en Ucrania en lo que Europa tiene mucho que decir y hacer por la amenaza que ello le significa. Lo medular y más allá de ello: Donald Trump parece dispuesto a abandonar a Ucrania y a Zelenski. Mientras, Europa observa desconcertada. Y, aún … sin reaccionar. Ante una dinámica que parecería conducir a un alto el fuego sin garantías de seguridad y a unas elecciones inmediatas que destrozarían la unidad ucrania, todo apunta a que Europa no podrá seguir solo “observando”…

Nada que ver, pues, lo de este neoimperialista con la visión y proceder global de los tiempos de Roosevelt y Churchill, cuando se buscaba poner fin a la Segunda Guerra Mundial. Tiempos en los que si bien no existía aún una Europa unificada ni una Unión

Europea que es, en esencia, un super Estado federal, la visión colectiva, estratégica y prospectiva prevaleció sobre la localista e inmediatista.

Los Estados Unidos: ¿aún un país “aliado”?

Este 14 de febrero en la Conferencia de Seguridad de Múnich se escuchó y vio de todo.

El vicepresidente de Estados Unidos, J. D. Vance, hizo un ataque frontal -¿brutal?- contra Europa. Interviniendo groseramente, además, en asuntos de estricta política interna alemana: apoyando al partido neonazi de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), cuando las elecciones se llevan a cabo en menos de hace una semana.

Después de considerar a Estados Unidos como su aliado durante décadas, muchos líderes y funcionarios europeos se preguntaron -y preguntan- si la seguridad de Europa se estaba -y está- desmoronando ante sus ojos. Sin exagerar, por cierto, pero es un tema que hoy salta al primer plano.

Lo que vieron/vivieron los representantes europeos en la Conferencia en Múnich fue bruta. Incluyendo el saludo nazi de Elon Musk. Ante el estupor de los presentes en la Conferencia de Seguridad de Múnich, Pete Hegseth, nada menos que secretario de Defensa de Estados Unidos, les dijo, en su cara, a los “aliados” que EE UU ya no era el “principal garante” de la seguridad europea.

Mientras, en otro momento el multimillonario Musk saludaba al auditorio con el saludo nazi. Claire Aubin, historiadora especializada en el nazismo en Estados Unidos, dijo, sin dudarlo, que el gesto de Musk fue un sieg heil o saludo nazi. Horas después, Donald Trump anunció que iniciaría conversaciones bilaterales con Rusia sobre Ucrania y Europa. Preámbulo de las tratativas bilaterales en curso EE UU/Rusia en Riad sobre Ucrania …sin la participación de Ucrania.

Trump y su gente pusieron ostensiblemente de lado dos principios con los que se había venido actuando: 1) Que el futuro de Ucrania no debe decidirse sin la participación de Ucrania. Y 2) que EE UU y sus aliados occidentales deberían actuar conjunta -y coordinadamente- frente a Putin. De eso no parece haber quedado nada. Se dejaba -y dejó- atrás, décadas de diplomacia regional multilateral. Y quedaba muy remecida la OTAN como alianza militar “exitosa”; ahora socavada desde dentro.

Concesiones “europeas” … inconsultas

Como ha sido descrito por varios analistas, lo que “saltó” en la Conferencia en Múnich fueron las señales de varias concesiones unilaterales a Rusia, otorgadas inconsultamente por Estados Unidos.

Pero concesiones que, en lo fundamental conciernen e impactan sobre los países europeos: visitas a Washington y Moscú que no han tenido lugar en casi dos décadas. O en puntos como los tres siguientes:

1) Rusia debería unirse, de nuevo, al G7

2) Reconocimiento público de que Ucrania no restablecería sus fronteras anteriores a la guerra

3) Ucrania no se uniría a la OTAN ni disfrutaría de la protección de la alianza para ninguna fuerza europea de mantenimiento de la paz en Ucrania.

Para colmo de males, cuando se le preguntó a Keith Kellogg, el enviado de Trump para Ucrania, si Europa tendría un asiento en la mesa de negociaciones, fue tajante: “Eso no va a suceder”. “Telón de fondo”: se comenta que Rusia ha hecho circular una lista de demandas draconianas basadas en borradores entregados a Ucrania a principios de 2022. Que, entre otras cosas, incluye limitar el tamaño de las fuerzas armadas ucranianas e imponer la neutralidad. Y el reconocimiento internacional de las partes de Ucrania parcialmente ocupadas por Rusia.

Los oyentes se quedaron perplejos en Múnich.

Además, por la constatación de que Vance, nada menos que vicepresidente de EE UU, se sumó al enfoque crítico de Putin sobre Europa. Poniendo énfasis en dos “amenazas” que obsesionan a la lógica autoritaria de Putin: la libertad de expresión y la migración.

“La amenaza que más me preocupa en relación con Europa no es Rusia”, dijo Vance a la audiencia. “Lo que me preocupa es la amenaza desde dentro”. Finalmente, para expresar abierta simpatía y apoyo indirecto al partido extremista y neonazi AfD, y la decisión de Vance de reunirse con un líder de la agrupación extremista.

Lo percibido en Alemania: un ataque directo a los anfitriones de Trump y como una señal al mundo de que el extremismo en la Casa Blanca va en serio.

Sin plan de paz … pero con “minerales raros”

Se cree que Ucrania, que se asienta sobre un escudo rocoso geológico del tamaño del Reino Unido—que se extiende desde cerca de la frontera bielorrusa en el noroeste hasta el Donbás en el este—, posee vastas reservas de minerales de tierras raras. Todas ahora vitales para la fabricación de alta tecnología.

La geología sugiere ricos depósitos de berilio, grafito, hafnio, germanio y galio, que se utilizan para fabricar semiconductores, baterías, reactores y otros equipos de alta tecnología, como los generadores de imágenes médicas. Para la administración Trump, los principales atractivos parecen ser el titanio y el litio.

De acuerdo a The Economist, Ucrania ya suministra entre el 4 y el 7 % del titanio del mundo: y posee entre el 10 y el 20 % de las reservas mundiales. Mientras, hay cuatro grandes depósitos conocidos de litio, fundamentales para la producción de baterías para vehículos eléctricos, dentro del territorio que Ucrania todavía controla.

Sin embargo, uno de esos depósitos de litio se encuentra en Berdiansk, en la provincia de Zaporiyia, que está bajo ocupación rusa. The Economist entiende que Rusia puede haber ofrecido una propuesta encubierta al equipo de Trump para acceder a esos recursos.

Mucho se especula y poco se sabe sobre el plan de paz y su relación exacta con estas riquezas naturales. ¿Qué hay detrás? En el fondo hay en los grandes asuntos geopolíticos -como suele ser- un asunto crematístico tremendamente relevante: esos inmensos yacimientos de minerales raros. Trump ha dicho que valen 500.000 millones de dólares. Y apuntaba Trump a que podrían ser la base para el pago a EE UU por la “ayuda” dada en el pasado. Es algo a lo que los ucranianos ya adelantaron que no. Habrá que ver.

Más allá del “detalle” sobre los codiciados minerales raros, las preguntas que se hacen los analistas tienen que ver sobre el impacto que las eventuales negociaciones de paz pudieran tener que ver con una nueva “partición” de Europa. En la que, hipotéticamente, se definiera una partición con una esfera de influencia occidental y otra rusa al este, una suerte de Yalta II.

Decisiones hipotéticas, con las que, entre otras cosas, se podría definir el futuro de las tropas extranjeras en la zona. En conexión, por ejemplo, a las tropas estadounidenses -20.000 efectivos- que Biden envió a Europa tras la invasión rusa de Ucrania; fuerzas actualmente desplegadas principalmente en Polonia y Rumanía.

Si se retiran ahora, se argumenta que aliados europeos, como el Reino Unido, Francia y Alemania, podrían considerar, también, reducir -o retirar- sus ocho grupos de combate que se encuentran actualmente en el flanco oriental europeo. Cambiarían, pues, las correlaciones estratégico-militares en un cortísimo plazo.

¿Y Zelenski?

Dentro de un contexto así, parecería debilitarse –¿o diluirse?- el peso y papel del gobierno de Kiev, en específico de Zelenski, presidente de Ucrania. Él fue frontal -y muy duro- en la conferencia de Múnich. Discurso desafiante advirtiendo a los europeos; nada menos, que no podían confiar en Estados Unidos.

Se argumenta, así, que si Trump está tan ansioso por llegar a un acuerdo accediendo a la mayoría de las demandas de Putin, Zelenski parecería preferir retirarse, apostando a seguir adelante con la “ayuda europea”. Mientras, Ucrania ha avanzado en construir su propia “industria” militar y cuenta ya con decenas de miles de drones, que se producen allí. Nada deleznable, por cierto, y que tendrá que ser considerado en su momento en una mesa de negociaciones que no podría prescindir de los ucranios.

Tiempos, pues, difíciles e impredecibles. Que, a simple vista, ostensiblemente le quedan grandes al unilateralismo de Trump, J.D. Vance, Pete Hegseth y al secretario de Estado Marco Rubio. Europa pesa. Y su historia se hace y hará sentir. Y la UE podría hacerlo valer.

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