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Fito, el último gran criminal ecuatoriano que burla al presidente Noboa

El líder de Los Choneros, al frente de la pandilla más poderosa y pionero en crear una escuela de sicarios, escapó de una cárcel de máxima seguridad cuando el mandatario ecuatoriano acababa de llegar al poder

José Adolfo Macías Villamar (aka Fito), the leader of the Los Choneros gang, on August 12, 2023.
José Adolfo M., alias 'Fito', el líder del grupo criminal los Choneros, el sábado 12 de agosto del 2023.Fuerzas Armadas Ecuador

Con la captura de Fabricio Colón Pico, alias Capitán Pico, cabecilla de la organización delictiva Los Lobos, al Gobierno de Daniel Noboa le queda un último criminal suelto: José Adolfo Macías Villamar, alias Fito. Ambos delincuentes se fugaron de las cárceles en las que estaban recluidos ante la mirada inmóvil del Estado. Sus maniobras de escape pusieron en jaque al recién llegado Gobierno de Daniel Noboa en enero, en medio de una ola de violencia en las prisiones y en las calles que terminaron con la declaratoria del conflicto armado interno para permitir la militarización de la seguridad.

En la escala de criminales peligrosos de Ecuador, Fito está en la cabeza de todo. Es el líder de Los Choneros, la organización delictiva más antigua del país. Hubo un tiempo en el que Los Choneros, que nació a orillas del Pacífico, en el sector conocido como 7 Puñaladas, en la ciudad de Manta, tenía la hegemonía de la criminalidad. Habían logrado desaparecer a las bandas rivales como los Queseros y Corvicheros, que eran clanes familiares dedicados al robo y tráfico de drogas. Era el tiempo en el que las disputas por territorio no salían de las fronteras de los barrios y las bandas guardaban ciertos códigos como no matar a niños.

La guerra entre las bandas llevó a que algunas perdieran influencia hasta extinguirse, lo que permitió a Los Choneros, cuyo símbolo es un machete, llenarse de tanto poder hasta convertirse en un mito. Se decía de ellos que fueron los primeros en crear una escuela de sicarios entre las montañas de la costa manabita, esa zona rural a la que nadie mira. La Policía siempre lo sospechó, como lo hace ahora del entrenamiento de asesinos a sueldo en Durán, la ciudad tomada por el crimen organizado junto a Guayaquil, pero nunca ha logrado desarticular estos sindicatos del crimen.

Los Choneros se esparcieron por todo el país y eso les permitió abrir las rutas para el tráfico internacional de droga a través del cartel mexicano de Sinaloa. Es la primera banda que la Policía identificó conectada con la estructura del El Chapo Guzmán. En ese mundo criminal creció José Adolfo Macías. Su nombre surge tras ser la mano derecha del cabecilla que dirigió por varios años a Los Choneros y consiguió la hegemonía del crimen en el país: Jorge Luis Zambrano, alias Rasquiña. Este fue asesinado en diciembre de 2020, en un centro comercial de la ciudad de Manta, unos meses después de haber salido de la cárcel. El trono vacío que dejó, desató una guerra que se peleó con machetes en la Penitenciaría del Litoral. Los presos cortaron cabezas, extremidades y hasta les abrían el pecho a sus enemigos para sacar con la mano el corazón como trofeo de la crueldad a la que estaban dispuestos hacer por sus reyes. Hasta ese entonces, nunca antes se había derramado tanta sangre en una cárcel. Murieron 80 personas en 48 horas de enfrentamientos.

De aquella matanza emergieron dos nuevos líderes: Junior Roldán, alias JR, y Fito. Ambos comparten crímenes por los que estaban en prisión. Pero Fito, de 44 años, tiene 14 procesos judiciales por distintos delitos, entre ellos, robo, delincuencia organizada, tenencia de armas y asesinato. Entre todos, sumaron la pena máxima que permite la legislación ecuatoriana de 34 años de prisión, de los cuales solo ha cumplido 12 recluido en la cárcel Regional de Guayaquil, su fortaleza. La Regional está bajo el dominio total de Los Choneros, donde las autoridades deben pedir permiso para entrar. Los presos que viven en la este penal han gozado de toda clase de privilegios: mujeres, botellas de whisky, cigarros, drogas, gimnasio, piscina, fiestas con juegos pirotécnicos en los cumpleaños de los líderes, hasta un equipo profesional de cámaras para grabar un videoclip de Fito. Se trata de un narcocorrido para demostrar su poder sobre el Estado que no logró mantenerlo ni un mes en la cárcel de máxima seguridad La Roca, adonde había sido trasladado el 12 de agosto de 2023 en un operativo en el que participaron 3.000 efectivos, entre policías y militares. Fito consiguió la orden de un juez para devolverlo enseguida a su fortaleza.

De esa cárcel, Fito escapó en enero. No se sabe la fecha exacta, pero cuando las autoridades se dieron cuenta de su ausencia, fue el día 7, cuando un grupo de militares y policías entraron a hacer un operativo de control de objetos prohibidos. Faltaba él y cuatro personas más. El Gobierno tampoco sabe muy bien los detalles de la fuga o si se trató de un escape, el presidente Noboa reveló en una entrevista que en los últimos dos gobiernos, el criminal más peligroso “entraba y salía como Pedro por su casa de la penitenciaría”. Así que pudo haber salido sin dificultad, ante la mirada de los custodios que creían que volvería, pero esta vez no lo hizo. “Nadie sabía que Fito pretendía fugarse”, le dijo la ministra del Interior, Mónica Palencia, a los asambleístas que la llamaron a responder por las acciones u omisiones que permitieron la fuga. Cuatro meses después no hay respuestas. El Gobierno después dijo que se escapó porque se filtró información de que sería trasladado de vuelta a La Roca.

Esta es la segunda fuga de Fito. En febrero de 2013, Macías y otros 15 presos más de la banda Los Choneros, incluido el entonces líder de la agrupación, Rasquiña, escaparon de La Roca, donde hoy en día se encuentra recluido el exvicepresidente Jorge Glas después del enfrentamiento diplomático entre Ecuador y México. Durante 10 meses fueron los criminales más buscados del país, hasta que fueron encontrados por la Policía. Para algunos analistas en seguridad, Fito está rearmando a Los Choneros desde la clandestinidad. Su captura sería un trofeo más para el Gobierno de Noboa, que mantiene su popularidad basada en la mano dura contra la delincuencia. Hasta que eso no ocurra, Fito es quien ríe el último: Ecuador todavía no ha podido echarle el guante.

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