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El gran momento político de Sócrates, uno de los futbolistas más singulares de Brasil

El jugador, fallecido en 2011, fue hace 40 años uno de los protagonistas de la campaña Diretas Já! para restaurar la democracia tras la dictadura

Sócrates Brasileiro Sampaio
El futbolista Sócrates Brasileiro, en mayo de 1981.Mark Leech/Offside (Getty Images)
Naiara Galarraga Gortázar

Hace cuatro décadas, en abril de 1984, las calles de Brasil hervían a favor de la democracia. La dictadura agonizaba. Los generales habían prometido lo que describieron como una apertura lenta, gradual y segura, pero la ciudadanía tenía prisa. Quería elecciones presidenciales directas y protagonizó una movilización gigantesca —la campaña Diretas Já!— que brindó el gran momento político de su vida a Sócrates, uno de los futbolistas más singulares que ha dado Brasil. Su padre, un funcionario lector ávido de filosofía griega, eligió el nombre. Pero, para evitar cualquier duda, le añadió un segundo nombre antes de los dos apellidos compuestos. Sócrates Brasileiro Sampaio de Souza Vieira de Oliveira (1954-2011) creció para convertirse en un jugador genial. Carismático y politizado como pocos. Desde 2022, junto al Balón de Oro se entrega el premio Sócrates para galardonar a jugadores implicados en causas sociales.

Sócrates Brasileiro Sampaio
El futbolista Sócrates Brasileiro Sampaio, toma la palabra en un mitin de la movilización política Diretas Já!, en São Paulo, en abril de 1984.O Globo

Formado como médico, le apodaron Doutor Sócrates. Jamás ganó un Mundial pero pocos dudan de que sería alineado en el once ideal de la Canarinha. Estrella del Corinthians, el centrocampista cofundó en los ochenta un experimento de gestión del equipo llamado Democracia Corinthiana y adquirió una conciencia política progresista que le llevó a la primera línea de la lucha por la democracia al final de la dictadura. El 16 de abril de 1984 fue, con algunos compañeros del Corinthians, uno de los protagonistas del mayor mitin de las Diretas Já! (¡Directas Ya!). Entre los políticos que intervinieron, Luiz Inácio Lula da Silva, que está en su tercer mandato y que entonces comenzaba a despuntar. Aficionado del Corinthians, a menudo habla del equipo de sus amores.

Aquel día São Paulo asistió a la mayor de las multitudinarias protestas de la campaña que reclamaba a los generales la elección directa del primer presidente tras el régimen militar. Ya se habían celebrado marchas en Río de Janeiro, Belo Horizonte y otras ciudades.

Al calor del mitin, el izquierdista Sócrates hizo una promesa sobre el escenario. Vestido con una camiseta amarilla, color que entonces simbolizaba la democracia y no el bolsonarismo como ahora, proclamó que, si prosperaba la enmienda parlamentaria que permitiría celebrar elecciones directas a presidente, él rechazaría la oferta de jugar en Italia. Se comprometió a quedarse en casa para participar, como uno más, en la transición. “Sospecho que lo decidió allí mismo, en el mitin, al ver a todo el mundo tan emocionado”, explica al teléfono desde Edimburgo el periodista Andrew Downie, autor de Doctor Socrates: Footballer, Philosopher, Legend, de la editorial Simon & Schuster (Doctor Sócrates: futbolista, filósofo, leyenda). “Fue uno de los pocos jugadores que colocó los principios y la vida por delante del dinero. Estaba dispuesto a renunciar a los millones de jugar en Italia para participar de la transición a la democracia”, añade el escocés.

Sócrates, un jugador técnicamente exquisito, tenía un toque de tacón mágico, un hermano llamado Sófocles y otro llamado Sóstenes. Su participación en el Mundial de España 82 quedó para la historia. Con un 1,92 de altura, su pie era, en cambio, pequeño, un 41. El físico no era para nada lo único singular en él. “Tenía una formación muy distinta de sus colegas, su padre leía a Platón y el nombre que le puso ya ilustra cuánto valoraba la educación”, recalca Downie, que fue corresponsal en Brasil.

Sócrates Brasileiro Sampaio
Sócrates Brasileiro y Toninho Cerezo esperan una reunión con Tancredo de Almeida Neves, presidente electo de Brasil, en Roma, Italia, en enero de 1985.Stefano Montesi - Corbis (Getty Images)

Debutó como profesional sin apartarse de sus estudios de Medicina, carrera que terminó años después. Y siempre le gustó mucho la farra. Frecuentaba bares y boites. Compaginó su carrera en el fútbol con el tabaco y muchos litros de cerveza. La cirrosis lo mató a los 57 años.

Adoraba el fútbol como diversión, lo consideraba un empleo, porque sus horizontes abarcaban mucho más que la pelota. A menudo se menciona que presenciar a los diez años cómo su padre quemaba unos libros supuestamente prohibidos en 1964, el año del golpe de Estado, le marcó profundamente. Sembró en él la semilla del posterior activismo a favor de la democracia. El pequeño de la casa, Rai, siguió sus pasos como futbolista profesional.

Días después del mitin de las Directas Ya en São Paulo, Sócrates dio una amplia entrevista: “Quiero quedarme en mi país para participar en la reconstrucción. Si es trabajando como futbolista, barrendero, fontanero o médico es otra conversación”, dijo al periodista Juca Kfouri, de Placar.

Sócrates Brasileiro Sampaio
Sócrates corre con el balón durante un juego contra Argentina en la Copa del Mundo de 1982, en España.Mark Leech/Offside (Getty Images)

La Democracia Corinthiana fue un experimento para la gestión asamblearia que el club puso en práctica entre 1982 y 1984, mientras Brasil aún era una dictadura. Entre sus impulsores, Sócrates, Wladimir y Casagrande junto a varios responsables del equipo. Los jugadores, directivos y todos los empleados acordaron tomar las decisiones internas mediante una votación en la que el voto de todos, del primero al último, valía lo mismo. Ningún otro gran club llevó tan lejos una experiencia así, que además se tradujo en victorias.

Las ansias democráticas de los brasileños fueron frenadas en el Congreso. La enmienda para las elecciones directas fracasó, así que Sócrates marchó a jugar a Europa, a la Fiorentina. Alguna vez dijo que quería jugar en Italia para poder leer a Antonio Gramsci en italiano. Tras una temporada estaba de regreso en Brasil. Sostiene el biógrafo que, en aquella promesa improvisada, influyó también un factor personal: “Sócrates tenía un lío con una cantante y sabía que, si se iba a Italia, seguiría con ella. Y si se quedaba, salvaría su matrimonio”. Uno de ellos porque se casó cuatro veces

Una vez retirado, fue entrenador, coescribió un libro, actuó en una telenovela, produjo una obra de teatro, grabó un disco… antes de morir prematuramente. Sócrates dejó una huella profunda en su país, donde 1.899 personas se llaman como él, la mayoría nacidos en los ochenta, sus años más gloriosos. Emulando a su padre aunque en un registro totalmente distinto, al pequeño de sus seis vástagos le puso Fidel Castro.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).
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