La inesperada victoria de Bernardo Arévalo, una nueva “primavera democrática” para Guatemala
Los guatemaltecos celebraron eufóricos los resultados electorales. Más que el triunfo del Movimiento Semilla, festejaban una ilusión, la de poder recuperar un país corroído por la corrupción
Una caravana de coches avanza por la Avenida de las Américas de Ciudad de Guatemala. Mientras los conductores tocan el claxon, los ocupantes —cabezas de adultos, jóvenes, niños y perros— salen por las ventanillas eufóricos. La escena se repite a las afueras del hotel Las Américas —el lugar elegido por el presidente electo de Guatemala, Bernardo Arévalo, para esperar los resultados de las elecciones—, en la Plaza del Obelisco de la capital, y en otras ciudades del país. Por todos lados se escuchan gritos de “¡Se ve, se siente, Bernardo presidente!” y “¡Sí, se pudo!”, se ven fuegos artificiales, algún emblema del Movimiento Semilla y camisetas con el lema “sobrinos del tío Bernie”, como le llaman sus seguidores más jóvenes al líder de ese partido. Pero sobre todo hay muchas banderas azul y blanco, los colores nacionales.
En Guatemala, en la noche de este domingo, más que la sorpresiva victoria del progresista Arévalo, un candidato que hace dos meses ni siquiera aparecía en las quinielas electorales, se celebraba una nueva oportunidad para rescatar al país de las garras de una corrupción que lleva décadas arrasando con todo y que en los últimos años ha venido acompañada de un auge autoritario.
Uno de los que celebra con los colores de Guatemala es Javier Quintana, de 28 años, un operador de un call center que se acaba de quedar sin empleo. Aunque se alegra de la victoria de Semilla, su verdadera esperanza está en que Guatemala mejore. Por eso, dice, no ondea la bandera del partido sino la del país. “Esperamos que ellos, desde el Gobierno, nos puedan ayudar a mejorar, pero a todo el país. Añoramos la recuperación”, le dice a EL PAÍS cerca de la media noche en El Obelisco, un monumento que conmemora la independencia de Centroamérica. “La victoria de Bernardo Arévalo despierta la ilusión porque todos tengamos nuestras necesidades cubiertas, de salud, educación, medicinas para los adultos mayores”, dice.
A unos 750 metros de distancia, a las afueras del hotel Las Américas, Damiana Buc, de 65 años, y su familia están felices después de escuchar a Arévalo hablar desde el balcón unas horas después de que se confirmara su victoria frente a la ex primera dama Sandra Torres. “¡Gracias por no perder la esperanza! ¡Gracias por no rendirse ante los corruptos! ¡Gracias por no rendirse ante el miedo!”, les dijo el presidente electo a los cientos de ciudadanos que lo aguardaban. Su equipo prefirió que no saliera a la calle por seguridad, pero quisieron agradecer a quienes lo vitoreaban desde fuera. “Tenemos confianza con él y ojalá que ahora respondan porque mucha gente está muy fastidiada por lo que está pasando en el país: mucha violencia y corrupción”, dice Buc originaria de Chimaltenango y residente en Santa Catarina Pinula, en el área metropolitana de Ciudad de Guatemala, donde tiene una tortillería.
La mujer, que es madre de ocho hijos, dice apoyar a Semilla desde la legislatura pasada, entre otras cosas porque supone una renovación de las viejas caras de los políticos de siempre en el Congreso. “A Arévalo le pediría que le de trabajo a los jóvenes porque acaban de salir mis hijos de estudiar y no hay trabajo. Yo no les he permitido ir a Estados Unidos porque ya ve lo que pasa”, dice la mujer en referencia a las tragedias comunes entre las decenas de miles de migrantes guatemaltecos que cada año tratan de buscar en el norte las oportunidades que no les da su país.
La menor de sus hijas Julissa, de 24 años, también celebra después de votar por Arévalo en las segundas elecciones de su vida. Pero dice que su apoyo por el Movimiento Semilla no es un cheque en blanco. “Hemos confiado en otros y todos nos han defraudado. Tenemos confianza que él va a hacer un cambio que necesita Guatemala para que mejore de toda esta corrupción que es lo que está acabando con nuestro país”, afirma. Pero advierte que los ciudadanos lo que necesitan son hechos y no solo palabras. “Vamos a estar al pendiente y, si toca hacer una protesta por algo con lo que no estemos conforme para que nos tomen en cuenta a todos, la vamos a hacer, porque el pueblo es el que manda”, asegura.
Cerca de ellas, la vendedora de elotes Candelaria Sunún se apostó delante del hotel Las Américas con su carrito. La amplitud de su sonrisa y la potencia de sus carcajadas al hablar con los clientes delataba por quién había votado. “Yo ya estaba en mi casa cuando vi el mensaje de Arévalo por Guatevisión y, como había tanta gente, trajimos la venta; algo ganamos y hasta lo miramos”.
Las celebraciones se replicaron en todo el país. En la cabecera del departamento de Quetzaltenango festejaron el triunfo de Arévalo con conciertos, fuegos artificiales y vítores de los ciudadanos. En el centro del país, en Nebaj, el pueblo Ixil quemaba fuegos artificiales desde el corazón de una de las regiones víctimas del genocidio en Guatemala durante el Gobierno de Efraín Ríos Montt. También celebraron en Totonicapán. Las autoridades indígenas de ese departamento organizadas en 48 cantones son actores políticos determinantes por su capacidad de convocatoria a grandes manifestaciones en demanda de los derechos y denuncia de atropellos, como lo hicieron en esta campaña durante el acoso judicial hacia las autoridades electorales y el Movimiento Semilla.
Una “nueva primavera”
“Nos da una enorme satisfacción lo que están escuchando, lo que estamos viendo, los reportes de fuegos artificiales, de la gente celebrando con banderas. Eso pasa cuando gana un equipo de fútbol y no pasa durante una elección”, dijo Arévalo en rueda de prensa, cerca de las 10 de la noche. Las celebraciones masivas de ciudadanos recordaban a las manifestaciones anticorrupción de 2015 en La Plaza de la Constitución, adonde llegaban ciudadanos con rabia e indignación. Este 20 de agosto, la gente volvió a reunirse, pero esta vez era el turno de la felicidad, la euforia y la esperanza de quienes ocho años atrás sembraron una semilla que ahora parece germinar.
En su discurso, el hijo del presidente Juan José Arévalo (1945 a 1951), respondió sobre el hecho de que en las celebraciones no hubiera apenas banderas de Semilla, un movimiento que ha llevado a cabo una campaña diferente, con muchos menos recursos que los partidos tradicionales, lo que repercutió en una menor inversión en carteles y productos promocionales. En muchos de los eventos, los que había eran hechos a mano por los propios seguidores. “No es una celebración de partido, es una celebración de pueblo”, justificó Arévalo antes de insistir en un mensaje de conciliación, un aspecto por el que el diplomático es reconocido. “Karin [Herrera, la vicepresidenta electa] y yo nos hemos puesto la bandera de Guatemala. No tenemos ya la de Semilla porque tenemos claro que nuestra tarea es trabajar para el conjunto de los y las guatemaltecas. Nos llena de ilusión porque esperamos contar con esa alegría y ese espíritu para el trabajo”, dijo el presidente electo.
Tanto él como la que será su vicepresidenta hablaron de una “nueva primavera democrática”, un término que ya usaron en las protestas anticorrupción de 2015 de las que surgió el partido, y que hace referencia al periodo entre 1944 y 1954 en el que los gobiernos de Juan José Arévalo —padre del presidente electo— y Jacobo Árbenz transformaron el Estado de Guatemala con políticas sociales innovadoras que generaron las bases sociales actuales.
“Este es un momento histórico de profunda esperanza para un pequeño país latinoamericano que desde 1954 ha sido gobernado por militares sanguinarios, elites económicas y políticas corruptas, avariciosas e impunes. Este es un hermoso destello terrenal que no creí vivir, porque se trata de comenzar a construir desde un gobierno de los pueblos, un país para todas y todos”, le dijo a EL PAÍS Irma Alicia Velásquez Nimatuj, una periodista y antropóloga que estuvo en el grupo fundador el Movimiento Semilla. “Desde mi posición como mujer maya-k’iche’, es la primera vez en toda mi vida que finalmente me siento orgullosa de ser guatemalteca”.
Superar el miedo
Mientras los seguidores de Semilla celebraban en las calles, en el hotel Las Américas, el equipo de campaña se debatía entre el cansancio de una campaña que parecía casi un milagro, las risas y los festejos y el temor a posibles movimientos legales para tratar de desestabilizar la transición de Gobierno y la estructura del partido. Por el momento, la rival de Arévalo, Sandra Torres, que agitó los fantasmas de un fraude y “anomalías” del proceso sin presentar pruebas, no se ha pronunciado ni ha reconocido su victoria.
Además, la fiscalía a cargo de Rafael Curruchiche, que ha emprendido procesos contra periodistas y operadores de justicia que lucharon contra la corrupción, comenzó a investigar supuestas irregularidades en la conformación del Movimiento Semilla en 2019. Lo hizo justo cuando el partido pasó a la segunda vuelta. El fiscal logró que un juez dictara la cancelación de la personería jurídica del partido. Y aunque un amparo de la Corte Constitucional garantizó finalmente la participación de Arévalo en la segunda vuelta, la orden sigue vigente y se teme que Curruchiche pueda iniciar los trámites para despojar de inmunidad a los funcionarios electos por ese partido.
“Sabemos que hay una persecución política en curso que se lleva a cabo por medio de las instituciones y fiscalías y jueces que han estado cooptados corruptamente”, dijo Arévalo en la rueda de prensa. “Quisiéramos pensar que la contundencia de esta victoria va a hacer evidente que los intentos de descarrilar el proceso electoral no van a tener lugar. El pueblo de Guatemala ha hablado contundentemente”, añadió. Sin embargo, insistió en que su equipo legal está listo para responder ante cualquier acción del Ministerio Público.
Entre las celebraciones y la cautela, el equipo de Arévalo ya piensa en la transición prevista para el 14 de enero. El economista Jonathan Menkos Zeissig, cabeza de lista de los 23 diputados electos por Semilla, es también uno de los diseñadores del plan de Gobierno que ha hecho los cálculos para determinar cuántos recursos se necesitan para lograr sus objetivos. Para él, la victoria también le sabe a responsabilidad, pero no deja de emocionarse ante la multitud que se movilizó hasta las puertas del hotel para tratar de ver por un instante a su próximo presidente.
Avanzar hacia la segunda vuelta con una investigación penal que consideran espuria fue complicado, pero el equipo ha logrado sobreponerse al miedo. “El principal riesgo es que en Guatemala no pase nada, el principal riesgo es que esta elección no se hubiera ganado”, dijo antes de salir a encontrarse con los votantes embebidos de esperanzas.
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