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El guaraní paraguayo, la lengua de la resistencia

Se calcula que unos 10 millones de personas lo hablan, especialmente en Paraguay, Brasil, Argentina y Bolivia. El idioma es reconocido como oficial del Mercosur

Markuez, Miriam y Marta asisten a un evento maká a las afueras de Asunción, en Paraguay.
Markuez, Miriam y Marta asisten a un evento maká a las afueras de Asunción, en Paraguay.PAULA LÓPEZ BARBA

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Cada 25 de agosto, Paraguay celebra El Día del Idioma Guaraní, en conmemoración a la fecha en la que se incluyó como lengua nacional y se le otorgó rango jurídico hace 56 años, en 1967. El guaraní extendido en Paraguay es la única lengua de origen americano hablada por la mayoría de una población no indígena. Es un idioma fundamentalmente de transmisión oral, imprescindible en el campo y muy habitual en las ciudades. “Mba’e la pórte —¿cómo estás?— ”, saludan en una calle del centro de Asunción, “Iporânte. Ha nde? —bien, ¿y tú?—”, responden. Y la conversación sigue en una mezcla de guaraní y español de uso popular, a la que llaman jopará.

En Paraguay viven 7,5 millones de personas y un 70% de la población de más de 5 años habla guaraní habitualmente, según la Encuesta Permanente de Hogares Continua 2022 del Instituto Nacional de Estadística. Aunque se reconoce desde hace más de medio siglo no se convirtió en lengua oficial, junto al español, hasta 1992. 18 años después, en 2010, durante el Gobierno de Fernando Lugo (Frente Guasú), se aprobó la Ley de Lenguas, la reglamentación del artículo 140 de la Constitución por la que se estableció la Secretaría de Política Lingüística y la Academia de la Lengua Guaraní, la principal institución encargada de normar y estandarizar la lengua, que ha creado diccionario, gramática y ortografía. Desde junio de 2021 es obligatorio que todas las instituciones públicas ofrezcan comunicaciones bilingües, pero eso aún no se cumple.

La resistencia del guaraní paraguayo

El guaraní paraguayo no existía antes de la conquista española, iniciada en 1524. Tiene cerca de 500 años y se formó a partir del contacto de los idiomas de la región con el español. Originalmente carecía de escritura, fueron los misioneros franciscanos y jesuitas quienes desarrollaron una ortografía basada en el alfabeto latino, además de las primeras gramáticas y diccionarios. Algo que posiblemente haya contribuido a conservar algunos rasgos a través de los siglos, pero que también ha disociado la lengua de su cultura. “El guaraní que se enseña en la academia es próximo al avá guaraní, pero también tiene elementos de los otros pueblos”, sostiene Perla Álvarez, lingüista de 52 años. Es mbo’ehára —maestra— en El Ateneo de Lengua y Cultura Guaraní, fundado en 1985, y desde hace un año es también una de las 30 personas que componen la Guarani Ñe’ẽ Rerekuapavẽ, la Academia de la Lengua Guaraní.

“El guaraní paraguayo es un signo de resistencia”, afirma Álvarez en su casa en el Centro Histórico de Asunción. A pesar de la falta de cuidado institucional durante la dictadura militar de Alfredo Stroessner (1954-89), el pueblo ha mantenido la lengua viva. Como muchas personas de su edad, ella entendía el guaraní de niña, pero no lo hablaba. “Aunque mis padres lo usaran, sólo me dejaban practicarlo en ‘la hora de guaraní’, una vez por semana. Durante la dictadura estaba prohibido socialmente, no era por ley, pero se consideraba inculto, atrasado, campesino y pobre; así que muchas familias preferían que sus hijos no aprendieran a hablarlo. Sólo se mantuvo en el uso doméstico y folclórico”, explica.

Mateo Martínez Mateiko
Mateo Martínez Mateiko, el cacique de la comunidad maká de Mariano Roque Alonso, habla ante sus habitantes en la plaza principal.PAULA LÓPEZ BARBA

Álvarez empezó a expresarse en guaraní a los 25 años, cuando se interesó por la lengua y decidió formarse. “El bilingüismo paraguayo es de mucho interés sociolingüístico”, dice. Ella intenta salvar la brecha que hay entre el guaraní académico y el popular. Cree que todavía hay mucho que mejorar en la enseñanza de la lengua en las escuelas paraguayas. “No es bilingüe, sólo se dan dos horas de clase de guaraní a la semana y de manera muy técnica, algo que a veces abruma a los estudiantes, que además perciben la diferencia con lo que se habla en la calle”.

Las 19 lenguas nativas de Paraguay

El guaraní extendido en la actualidad en Paraguay es diferente a las 19 lenguas nativas del país, que lo preceden y forman parte de cinco familias lingüísticas: guaraní, mataco mataguayo, lengua maskoy, guaicurú y zamucu. Esta riqueza y diversidad no se recoge en el discurso oficial del bilingüismo paraguayo. Dentro de la familia del guaraní están las lenguas aché, avá guaraní, mbya guaraní, paï tavytera, guaraní ñandeva y guaraní occidental, con diferencias notables. Por ejemplo, en mbya guaraní ‘hola’ se dice ‘aguyjevete’ y en avá guaraní, ‘mba’éichapa’.

La mayoría de los integrantes de los 19 pueblos originarios viven en comunidades distribuidas por el país, marginalizadas y que se sostienen en condiciones precarias. Algunas están seriamente amenazadas, como los guaná, tomárãho, angaité, manjui, sanapaná y avá guaraní.

Petrona Ruidia, de 43 años, pertenece al pueblo avá guaraní y es la tendota guazu -gran líder- de la comunidad nativa de Cerro Poty, en la ciudad de Asunción. Aquí conviven tres pueblos originarios, rodeados de basura y manteniendo a duras penas sus tres respectivas culturas y lenguas: mbya guaraní, avá guaraní y angaité. La lideresa entiende perfectamente el español, pero se expresa mejor en guaraní. Sus vecinas y profesoras de la escuela, Eida Pereira y Leiny Gómez, están junto a ella y ayudan a traducir sus palabras.

Leidi Gómez, Petrona Ruidia y Leiny Gómez en la huerta comunitaria de Cerro Poty.
Leidi Gómez, Petrona Ruidia y Leiny Gómez en la huerta comunitaria de Cerro Poty. PAULA LÓPEZ BARBA

Petrona llegó hace 25 años al Cerro Poty desde Salto del Guairá, en la frontera con Brasil, porque no estaba de acuerdo en pagar por ocupar la tierra por la que entonces empezaron a cobrar. “Aquí vivimos 35 familias y no queremos que nos expulsen. La comunidad se empezó a formar hace casi 30 años, a partir de dos familias”, dice junto a la huerta donde cultivan la tierra para producir alimentos. Cerca hay cerdos y gallinas. El lugar está cercado, tiene escuela, campo de fútbol, parque infantil y un espacio de MAIPY (Mesa de Articulación Indígena del Paraguay), desde donde luchan por sus derechos.

En la otra punta de Asunción está la comunidad maká de Mariano Roque Alonso, liderada por Mateo Martínez Mateiko, de 64 años. Es hijo y nieto de caciques, lo escogieron en asamblea para representar a su comunidad, en la que lleva 37 años. “Llegué de El Chaco en 1986 y desde entonces hemos crecido mucho. Aquí vivimos más de 2000 maká, según el último censo. La mayoría se dedica a la artesanía. Es la comunidad maká más numerosa porque se calcula que en total somos menos de 3000 maká en Paraguay”, explica en la plaza principal. Este viernes por la tarde está abarrotada porque celebran su cumpleaños con actuaciones musicales.

“Una de las reivindicaciones principales de las comunidades nativas es que se reconozca y respete nuestro sistema educativo”, expone Mateiko, que se reúne habitualmente con otras lideranzas de pueblos originarios. “Solicitamos currículum propio y que lo reconozca el MEC, Ministerio de Educación y Ciencias. Es una lucha que tenemos hace mucho tiempo. Por ejemplo, nuestro colegio debería tener más enseñanzas artísticas y profesores maká, pero sólo hay de guaraní”. El idioma maká pertenece a la familia Mataco Mataguayo, no a la guaraní. Mateiko confía en que el nuevo Gobierno preste más atención a su cultura e idioma a través de la Dirección General de Educación Escolar Indígena, que depende del MEC.

Políticas educativas y material didáctico

“A los pueblos originarios les faltan docentes, materiales y la regulación de su propia vida. Por ejemplo, los maká están perdiendo su lengua. Y eso pasa en casi todas las 19 lenguas nativas, que se ven suplantadas por el guaraní oficial”, sostiene Carlos Ferreira Quiñonéz, presidente de la Academia de la Lengua Guaraní.

Familias de los pueblos originarios mbya guaraní, avá guaraní y angaité conviven en Cerro Poty.
Familias de los pueblos originarios mbya guaraní, avá guaraní y angaité conviven en Cerro Poty.PAULA LÓPEZ BARBA

El doctor en Lengua y Cultura Guaraní, de 63 años, cree que el Gobierno de Paraguay da la espalda a las lenguas originarias y que falta que se desarrolle una buena política educativa. Lamenta que Santiago Peña, del Partido Colorado, no hablara guaraní en su primer discurso como presidente, el pasado 15 de agosto. “Sólo usó la palabra ‘aguyje’, que significa gracias. Al pueblo hay que hablarle en su lengua. ¿Cómo va a comunicarse con campesinos, pescadores y muchos otros trabajadores paraguayos que hablan fundamentalmente en guaraní?”, se pregunta el académico.

A pesar de las carencias, Ferreira celebra que en general, aumente el interés por el cuidado de la lengua. “En 1900, los textos en guaraní se contaban con los dedos de la mano, pero a partir de los años noventa hubo una explosión, llegando a 2000 textos en 2012. Ahora se publican más de 1500 por año”, analiza. Nazar Chaile ha seguido de cerca tal aumento. Trabaja en la Cámara Paraguaya de Editores y Libreros (CAPEL) desde hace 30 años. “Cada vez hay más oferta y demanda, pero aún faltan muchos materiales didácticos, adaptados a diferentes perfiles”, reconoce. Hoy atiende en el puesto que han montado en la plaza Juan E. O’Leary, en pleno centro de Asunción, con motivo de las celebraciones del 15 de agosto, fecha de la fundación de la capital. El único material para difundir el guaraní que ofrecen es el juego Ñañe’ẽ, que significa ‘hablemos’. Muestra una caja de cartón que contiene barajas de cartas con las que formar frases en guaraní.

“La idea es acercar a las personas al idioma a través del juego y el arte, para combinar motivación y emoción en el proceso de aprendizaje”, cuenta por teléfono su creadora, la diseñadora y comunicadora Rebeka Nadir, de 33 años. Decidió embarcarse en el proyecto transmedia www.culturaguarani.com en 2017 para contribuir a la difusión del idioma, adaptándolo a las nuevas generaciones y tecnologías. “En la escuela no se da suficiente importancia al guaraní, faltan materiales didácticos atractivos y guaraní se acaba convirtiendo en una asignatura muy aburrida. Por eso decidí diseñar un juego para todas las edades a partir de los seis años, que enseña la estructura del idioma de manera intuitiva. Lo probamos en colegios y los niños se divertían mucho”, explica.

El nuevo Ministro de Educación y Ciencias designado por el presidente Santiago Peña es el sociólogo y orientador educacional Luis Ramírez, que es consciente de que está al frente de una de las carteras más trascendentes e importantes para el desarrollo de un país. Entre los muchos desafíos a los que se enfrentará está mejorar la calidad de enseñanza del guaraní y conservar las 19 lenguas nativas de Paraguay.

La artesana maká Lucia Barbosa en la calle donde vive a las afueras de Asunción.
La artesana maká Lucia Barbosa en la calle donde vive a las afueras de Asunción.PAULA LÓPEZ BARBA

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