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En colaboración conCAF
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Daniel Ospina: “Superar los límites del sistema Tierra es entrar a un territorio desconocido”

El colombiano es uno de los autores de un reciente estudio publicado en ‘Nature’ que advierte que hemos superado siete de las ocho variables que evaluaron y que mantienen el planeta sano y justo

El escritor colombiano Daniel Ospina
El escritor colombiano Daniel Ospina
María Mónica Monsalve S.

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Los humanos estamos cambiando la Tierra. Y no solo se trata del sonado cambio climático, sino de varios sistemas que nos permiten habitarla de manera segura. En 2009, de hecho, un grupo de científicos, liderados por el Centro de Resiliencia de Estocolmo, Suecia, creó una especie de lista de chequeo para saber cuáles eran esos límites esenciales para la supervivencia y si habíamos cruzado sus umbrales de seguridad. Pasaron a la historia conocidos como los nueve límites planetarios. Ahora, a estos límites se les sumó la noción de justicia. La semana pasada otro grupo de científicos de distintas partes del mundo, agrupados bajo la Comisión de la Tierra, publicó un estudio similar en Nature, pero agregando la variable de justicia a cada uno de estos dominios. Los nombraron los límites del sistema Tierra. Encontraron, de paso, que, para siete de los ocho umbrales evaluados, con justicia incluida, los límites de la Tierra han sido transgredidos.

Entre los 50 autores hay dos colombianos: Daniel Ospina y Juan Rocha. América Futura habló con el primer investigador (Bogotá, 37 años), para entender si pasar estos umbrales puede entenderse en términos de supervivencia humana y qué rol, dentro de la justicia planetaria, juega Latinoamérica.

Pregunta. ¿En la práctica, qué significa superar los límites del sistema Tierra?

Respuesta. Hay varios de estos dominios que tienen impactos en términos de aumento en las tasas de mortalidad prematura, enfermedades crónicas y pérdida de medios de vida. En el ámbito del agua, por ejemplo, no solo se trata de que se pierde la viabilidad de los ecosistemas acuáticos, sino que también impacta la agricultura y el acceso al agua para consumo humano. Con el clima hay problemas, quizás más dramáticos. Por ejemplo, la cantidad de días en que ciertas regiones se ven expuestas a condiciones de temperatura y humedad —utilizando una medición que llaman de “bulbo húmedo”— en los que la temperatura corporal no se puede reducir mediante el sudor, y que puede resultar incluso en muerte, se harán cada vez mayores.

P. ¿Lo pondría entonces en una narrativa de la extinción de la especie humana?

R. Yo no lo pondría en términos de la extinción del ser humano, sobre todo cuando estamos hablando de una escala de tiempo de las próximas décadas. Para mí, pasar estos límites es más bien entrar a un territorio completamente desconocido: uno con condiciones en las que no sabemos cómo se comportará el planeta, así que hay mucha incertidumbre. Todo esto, además, se relaciona con unos eventos que, aunque tienen por ahora una baja probabilidad de ocurrir, de suceder, podría llegarse a un “punto crítico de inflexión” donde los sistemas de la Tierra, en vez de ayudarnos, acelerarían el cambio, y pues ahí sí se empiezan a contemplar riesgos existenciales. No necesariamente para toda la especie, pero sí para proporciones de la humanidad cada vez mayores.

P. A diferencia de los límites planetarios, con estos límites del sistema Tierra se habla de justicia. ¿Qué rol juega?

R. Una cosa es definir el límite donde el sistema Tierra, o el de uno de sus dominios, se vuelve inestable, pierde resiliencia (límite seguro). Y otra cosa es definir un punto más allá del cual hay unos impactos significativos para grandes segmentos de la población humana. Este segundo límite (límite justo) puede estar ubicado incluso mucho antes del límite seguro, donde se degrada la resiliencia del sistema. Voy a poner un ejemplo con el dominio del clima. Sabemos que nos mantenemos bajo el límite seguro si evitamos un aumento de 1,5°C por encima del promedio de la temperatura global frente al periodo preindustrial. Porque sabemos que arriba de 1,5° se entra a un alto riesgo de que el clima se comenzará a desestabilizar. Pero mucho antes de que lleguemos a esos 1,5° ya estamos viendo impactos extendidos del cambio climático para grandes sectores de la población humana. Entonces teniendo en cuenta eso, ese criterio que entendemos como justicia, definimos que el límite para el clima es de 1°C.

P. ¿Es decir, ya se superó?

R. Sí, al igual que siete de los ocho límites que exploramos.

P. De hecho, uno de los límites que no se ha superado es la contaminación atmosférica (emisiones de material particulado)…

R. Sí, no se ha superado a escala global, pero sí en algunas regiones y, de nuevo, por eso es importante ponerle el lente de la justicia. En muchos lugares del mundo, en regiones, en ciudades, el índice de material particulado supera lo permitido o recomendado por la Organización Mundial de la Salud. Esto es importante tenerlo en cuenta, porque el mensaje no puede ser que, como no lo hemos superado a nivel global, no hay por qué preocuparse, o no hay necesidad de una regulación más fuerte. En realidad, sí es urgente y requiere atención.

P. De nuevo, el termino de justo es trasversal a toda la investigación. ¿Cómo se ubica América Latina en ese plano, pensando que no es necesariamente una región emisora, pero sí se le han extraído varios recursos para llevarlo al norte global?

R. Bueno, no es algo desarrollado en esta investigación en particular, pero como Comisión de la Tierra hemos visto que es clarísimo que donde se están sintiendo muchos de los impactos del daño ambiental no es donde se han generado las emisiones históricamente. Y también hay otro tipo de conexiones globales. Por ejemplo, en la región sí hay mucha deforestación y agricultura intensiva, pero también es porque Latinoamérica produce muchas cosas para el mundo. El comercio global ha permitido esos canales en los que una decisión de consumo en una parte del mundo genera cambios en otra parte.


Sobre la firma

María Mónica Monsalve S.
Periodista de América Futura en Bogotá, Colombia. Antes trabajó en El Espectador. En 2020 fue ganadora del Premio Simón Bolívar por mejor reportaje. Máster en Cambio Climático, Desarrollo Sostenible y Políticas de la Universidad de Sussex (Reino Unido).

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