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Petro exhibe su tono más conciliador en sus primeros movimientos

La primera semana del líder de izquierda como presidente electo ha estado marcada por un ambiente de apaciguamiento y diálogo

Santiago Torrado
Gustavo Petro
Gustavo Petro y Francia Márquez reciben del Consejo Nacional Electoral las credenciales como presidente y vicepresidenta electa, en Bogotá.DPA vía Europa Press (Europa Press)

Un cambio de era más tranquilo de lo anticipado. La primera semana de Gustavo Petro como presidente electo de Colombia se consumió entre los primeros pasos de un gran acuerdo nacional que le permita gobernabilidad al primer presidente de izquierda, múltiples llamados al diálogo, cierta estabilidad económica y puntadas certeras sobre el lugar en el mundo de la nueva diplomacia colombiana. En el camino, la postal de un cordial encuentro con Iván Duque en un salón versallesco de la Casa de Nariño, a pesar de ser dos hombres en las antípodas ideológicas que nunca han ocultado su mutua desconfianza.

El próximo presidente de Colombia parecía enfrentar de entrada un escenario complejo ante un Congreso dividido, sin mayorías aseguradas y con la necesidad de tejer alianzas. Pero aun en plena resaca poselectoral, el Pacto Histórico apunta a lograr una coalición de Gobierno con el Partido Liberal y la Alianza Verde. La oposición no tiene un líder definido, pero los mayores representantes de la derecha reconocieron sin demoras la victoria de Petro. Desde el presidente Duque a Federico Gutiérrez o Rodolfo Hernández, su rival en la segunda vuelta, quien ya dijo que no piensa declararse en oposición. Incluso el expresidente Álvaro Uribe, llamado a formar parte del gran acuerdo nacional al que convoca el Pacto Histórico para pasar la página de la polarización. “Colombia agradecerá el que encontremos puntos comunes para una patria común”, le respondió Petro a Uribe en un amable intercambio de mensajes.

“Lo que ha predominado es el llamado al diálogo por todas partes, y el sentimiento es de cierto alivio después de una campaña muy larga y muy tensa”, apunta Yann Basset, profesor de Ciencia Política de la Universidad del Rosario. Ha primado cierto ambiente de conciliación y armonía. “Es muy llamativo este cambio. En el fondo, es bastante esperable en una democracia que haya este tipo de confrontación, que a veces parece muy radical y a punto de explotar; finalmente, tan pronto pasaron las elecciones, la tensión vuelve a caer y todo el mundo trata de acomodarse a la nueva situación”. Advierte, sin embargo, que la política probablemente va a volver a los debates y los conflictos más pronto que tarde.

“No sé si pueda hablar de luna de miel, pues Petro siempre ha despertado amores y odios. Sin embargo, creo que la gente le va a dar una tregua para que pueda arrancar su Gobierno”, coincide Eugénie Richard, docente experta en marketing político de la Universidad Externado de Colombia. Ante las expectativas, esperanzas y temores que ha provocado su elección, los primeros días se presentaban como un desafío. “Las decisiones que ha tomado en términos de comunicación política y simbólica han sido importantes y acertadas”, señala Richard al valorar, entre otras, la invitación al diálogo que ha extendido tanto a otros partidos como al expresidente Uribe. “La tonalidad fue acorde al tipo de campaña que tuvo. Habló de política del amor, hasta ahora no le ha casado peleas a nadie; ha invitado a que todo el mundo trabaje con él, y eso cuaja bien, por el momento”.

La semana dejó varios hitos. Petro visitó el jueves el palacio de Gobierno, que en mes y medio será su nuevo hogar. Lo hizo poco después de haber recogido las credenciales que lo acreditan como mandatario electo, junto a su fórmula vicepresidencial, Francia Márquez, por sí misma todo un símbolo de los nuevos tiempos. En las imágenes que se divulgaron del encuentro en la Casa de Nariño, se le vio sonriente y distendido. El propio exalcalde de Bogotá contó que el presidente Duque le enseñó la “mítica” espada de Simón Bolívar, la misma que la guerrilla del M-19, a la que perteneció en su juventud, robó a comienzos de 1974 para convertirla en un símbolo de su movimiento. Cuando los rebeldes firmaron la paz en 1990, la devolvieron al Gobierno de César Gaviria.

En una de las frases que más resonó de su discurso del domingo de elecciones, Petro dijo que se proponía “desarrollar el capitalismo en Colombia”. Como suele ocurrir cuando un mandatario de izquierda es elegido en América Latina, los mercados amanecen nerviosos después de los comicios. Como el lunes fue festivo en el país andino, el martes hubo algo de incertidumbre, con un leve aumento del precio del dólar, que al final de la semana se acercaba a su máximo histórico (la divisa cerró el viernes a 4.129 pesos en promedio, a 24 de la marca de 4.153 pesos de marzo de 2020). El próximo presidente también ha propuesto detener la exploración petrolera, con lo que la acción de Ecopetrol cedió terreno a lo largo de la semana. Aunque muy lejos del pánico que se temía, y en medio de llamados a la calma, varios observadores insisten en pedir señales tempranas para tranquilizar el mercado.

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“El Gobierno entrante debe nombrar urgentemente a miembros del Gabinete que brinden credibilidad en tres temas: la economía, la seguridad y las relaciones exteriores”, advertía el análisis poselectoral de la consultora Colombia Risk Analysis. “Durante la campaña, Petro habló mucho sobre medidas de política económica poco ortodoxas”, recordaba. De momento, Petro ha calmado las aguas al asociar varios nombres reputados a su equipo económico. En la recta final de la campaña aterrizaron economistas de prestigio, más vinculados al centro político, como los exministros José Antonio Ocampo, Rudolf Hommes (ambos han ocupado la cartera de Hacienda) y Alejandro Gaviria (la de Salud). “Es un equipo muy fuerte, con escuelas de pensamiento económico muy diferentes, una gran potencia en política económica pública”, le dijo Petro la semana pasada a El PAÍS, pero sin llegar a revelar quién va a llevar las riendas.

Al margen de las expectativas, especulaciones y rumores, Petro recién confirmó el primer nombre del futuro Gabinete el sábado, cuando anunció que el veterano político conservador Alvaro Leyva Durán, de 79 años, que ha asesorado múltiples diálogos de paz en las últimas décadas en Colombia, será ministro de Relaciones Exteriores a partir del 7 de agosto. “Será una cancillería de la Paz”, escribió al hacer el anuncio. “Colombia aportará al mundo todo su esfuerzo para superar la crisis climática, y del mundo esperamos todo el esfuerzo para superar nuestra violencia endémica”. A lo largo de la semana ya había dado varias puntadas de política exterior, uno de los terrenos en los que se le vio más activo, con sendas llamadas con el presidente estadounidense Joe Biden, el martes, y el venezolano Nicolás Maduro, el miércoles.

El presidente electo ha mostrado que busca una nueva manera de relacionarse con América Latina, que se asoma a un nuevo eje progresista, sin dejar de ser un socio estratégico de Washington. “Biden primero, Maduro después”, destaca Richard sobre el orden de las llamadas. “Petro es muy pragmático, finalmente su nombramiento ha abierto varias puertas, primero al restablecimiento de las relaciones con Venezuela y segundo a un posible acuerdo de paz con el ELN”, agrega. La última guerrilla activa en Colombia ya anunció su disposición para avanzar en una eventual negociación, y el nombre de Leyva se puede interpretar también como un paso en esa dirección. Lo dicho, diálogos por todas partes.

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Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.

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