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GUSTAVO PETRO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El cuarto de guerra de Petro: variopinto e infiltrado

El mayor problema del candidato de izquierda hoy no son los videos que están saliendo como pan. Su principal problema es él mismo.

Equipo de campaña del candidato a la presidencia de Colombia, Gustavo Petro, en el norte de Bogotá. 21 de abril de 2022.
Equipo de campaña del candidato a la presidencia de Colombia, Gustavo Petro, en el norte de Bogotá. 21 de abril de 2022.Camilo Rozo (EL PAÍS)
María Jimena Duzán

Si se hubiera sabido qué decía Winston Churchill de sus enemigos en su war room, probablemente Inglaterra no habría ganado la Segunda Guerra Mundial. Al candidato de izquierda Gustavo Petro le puede pasar lo mismo en estas elecciones: puede perderlas porque sus enemigos, que los tiene y grandes, infiltraron su cuarto de guerra y expusieron todas sus vergüenzas. Miles de horas de conversaciones confidenciales fueron grabadas ilegalmente durante los últimos nueve meses de la campaña y su contenido fue entregado por una fuente anónima a varios medios que los están publicando gota a gota en la recta final de la segunda vuelta electoral. El objetivo de estas filtraciones no es otro que la de golpear a la campaña de Gustavo Petro y mostrar que el candidato que pregona la política del amor, se comporta en la trastienda como un boxeador de barrio y que utiliza las mismas tácticas de quienes pretende derrotar. En los videos no hay nada ilegal, pero dejan al desnudo la peor cara de la política, aquella que impulsa estrategias y tácticas mezquinas para acabar con el contrincante. La política es el arte del poder, pero cuando se le ve destripando, queda al desnudo su cara menos presentable. Ese rostro fue el que se vio en esos videos.

El cuarto de guerra de Gustavo Petro tiene sus peculiaridades. Ninguno de sus integrantes viene de la izquierda sino de la política tradicional o de los centros de poder económicos. Por ejemplo, su jefe de debate, Alfonso Prada, es un abogado y político de extracción liberal, progresista, que viene del Gobierno de Juan Manuel Santos.

Llegó a la campaña el 18 de abril pasado y se estrenó en una complicada reunión de crisis en la que se puso sobre la mesa la necesidad de que la campaña se separara de Piedad Córdoba, la cuestionada líder política de la gauche caviar colombiana. Petro decidió incluirla en la lista al congreso pese a que tenía una investigación por lavado de activos por cuenta de sus vínculos con Alex Saab, el empresario colombiano preso en Miami que está siendo juzgado por el delito de lavado de dinero en favor del Gobierno de Nicolás Maduro. Las cosas con Piedad Córdoba se fueron complicando luego de que resultó electa senadora. Su hermano fue capturado con fines de extradición por narcotráfico y recluido en la cárcel en el pabellón de los extraditables.

La reunión virtual en la que Prada se estrenó como miembro del cuarto de guerra se hizo a través de una plataforma de Zoom de la campaña de Petro y fue uno de los tantos contenidos que terminó en poder de los medios. La campaña de Petro dice que esos vídeos fueron sustraídos ilegalmente. El propio candidato me dijo en una entrevista que detrás de esta operación podría estar incluso una parte de la policía colombiana.

Alfonso Prada, en esa reunión del cuarto de guerra, contó que un periodista le había confirmado el rumor de que Piedad Córdoba estaba yendo a las cárceles con la excusa de visitar a su hermano, a hablar con narcos para prometerles la no extradición a nombre de Petro. “Nunca conocimos ni los vídeos ni las grabaciones de esas visitas de Piedad, pero decidimos que había que separarla de la campaña”, me dijo Prada.

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Al otro día, Petro puso un trino anunciando que Piedad había sido separada de la campaña.

Hace unas semanas esta senadora fue capturada en el aeropuerto de la capital de Honduras cuando intentaba salir con una maleta con cerca de 70 mil dólares en efectivo sin declarar. “No me gusta nada de eso”, me respondió Gustavo Petro cuando le pregunté por este grotesco episodio.

La inclusión de Piedad en esa lista del congreso es uno de los errores de Petro que más les ha dado alas a sus enemigos.

Otro integrante de su cuarto de guerra es su gerente, Ricardo Roa, un empresario que proviene de la empresa privada. Fue su gerente de la Empresa de energía de Bogotá, cuando Petro era alcalde y allí hicieron buenas migas. Luego se fue a gerenciar una empresa de alumbrado en Honduras de propiedad de William Vélez, un empresario muy poderoso que financió la campaña de Uribe. Según Roa, la campaña ha sido de poca plata, sobre todo si se la compara con la de Federico Gutiérrez, el candidato del gobierno que perdió en la primera vuelta. En Colombia los candidatos tienen derecho a recibir financiación estatal para sus campañas y el monto se fija de acuerdo al número de votos obtenidos en cada elección. Como estos dineros los reciben los candidatos después de los comicios, las campañas tienen que pedirle prestada la plata a los bancos. En la de Petro esos préstamos vinieron por dos lados: las cooperativas que aportaron siete mil millones y dos bancos: el de Bogotá de Luis Carlos Sarmiento, uno de los hombres más ricos de Colombia, le aprobó a la campaña un préstamo por 7 mil millones para la primera vuelta. El otro fue el banco Sudameris, que le prestó cerca de 21 mil millones de pesos a la campaña. El dueño de ese Banco es Jaime Gillinsky, su hijo, Gabriel Gillinsky, un empresario conocido por sus ideas de derecha, es el dueño de la revista Semana, un medio también de derecha afín al gobierno Duque. Este medio ha sido el que ha liderado la publicación de los videos que le fueron entregados por una fuente anónima. Según personas cercanas a Jaime Gillisky, él no está de acuerdo con lo que su hijo ha hecho en Semana.

Armando Benedetti fue hasta poco el hombre que le hablaba al oído a Petro. Decidió hacerse al costado cuando fue llamado por la Corte Suprema a que rindiera testimonio por una investigación que se le sigue por enriquecimiento ilícito y lavado de activos. Él viene de la política tradicional, pero fue uno de los primeros senadores que se pasó a la tolda de Petro. Benedetti a pesar de sus lastres, le puso orden a la campaña. Hoy está en Barranquilla ayudando a coordinar la campaña en esa ciudad.

Daniel García es el asesor electoral encargado de hacer el plan de control para las elecciones de este domingo 19 de junio. En la campaña de Petro hay gran preocupación en torno a la transparencia de la registraduría, que es el organismo encargado de realizar las elecciones en Colombia. Esa desconfianza se acrecentó después de que en las elecciones al congreso, se descubrieron que se habían refundido cerca de 500 mil votos de las listas al senado del pacto histórico, la coalición de izquierda que lidera Petro.

En esta segunda vuelta tan reñida, cada voto cuenta. Esta preocupación por ejercer un control electoral la ha utilizado la derecha para decir que si Petro pierde no va a reconocer el resultado electoral. El candidato me aclara que si pierde reconocerá el resultado, pero si no hay fraude.

Por último, está el jefe de comunicaciones de la campaña, el catalán Antoni Gutiérrez Rubí, un experto en la comunicación política en las redes sociales y un reconocido analista, autor de libros.

Ha asesorado a varios candidatos en España y en América Latina. No le gusta dar declaraciones, ni salir en las fotos, pero es clave en la estrategia de comunicación del candidato.

El mayor problema de Petro hoy no son los videos que están saliendo como pan en los que hasta sale regalado por su mujer, que le dice que deje de ser tan terco y tan izquierdoso. Su principal problema es él mismo. Cualquier paso en falso, cualquier trino de más, puede ser mortal. Sus enemigos no se cansan. Él tampoco.

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