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Sergio Fajardo: “Colombia está condenada a cuatro años de populismo”

Entre Gustavo Petro y Rodolfo Hernández, el excandidato del centro ha optado por el voto en blanco, como ya lo hizo en 2018. “No me fui a ver ballenas, reivindico una forma de la política”.

Sergio Fajardo en entrevista con el diario EL PAÍS,  en Bogotá, el 9 de junio de 2022.
Sergio Fajardo durante la entrevista con EL PAÍS, en su apartamento de Bogotá.Diego Cuevas
Santiago Torrado

Sergio Fajardo (Medellín, 65 años) se muestra tranquilo con su decisión, largamente meditada. Acaba de anunciar la mañana de este jueves que entre Gustavo Petro y Rodolfo Hernández, piensa votar en blanco en la segunda vuelta presidencial del 19 de junio, como ya lo había hecho en 2018. En esta campaña, a la cabeza de la disuelta Coalición Centro Esperanza, que se caracterizó por sus numerosos desencuentros, obtuvo el 4,2% de los votos en la primera vuelta y quedó fuera de la carrera, en un distante cuarto puesto.

Instantes antes de atender a EL PAÍS en la sala de su apartamento sobre los cerros orientales de Bogotá, con vista a una quebrada, termina una videoconferencia con el Tec de Monterrey, donde da clase, pues nunca ha abandonado sus actividades académicas. Matemático de profesión, más de 20 años después de haber incursionado en la arena electoral todavía se percibe como un profesor que hace política, más que como un político profesional.

Entre los argumentos sobre su voto que publicó en sus redes sociales, esgrime que “Petro es un líder mesiánico y autoritario” que ofrece programas “imposibles”, mientras que Hernández “conoce poco el país y su experiencia gobernando y en política es limitada”. “Yo no tengo por qué salir a decir cuál es menos malo”, defiende el exalcalde de Medellín en esta entrevista. Su anuncio, por coincidencia, ocurre en medio de la polvareda por la filtración de una serie de grabaciones en las que miembros de la campaña de Petro discuten estrategias para desacreditar a sus adversarios políticos.

Pregunta. Acaba de anunciar que va a votar en blanco en la segunda vuelta, como ya lo hizo hace cuatro años. ¿Cuál fue la reflexión que lo llevó a esa decisión?

Respuesta. Son muchas cosas, no es lo mismo que hace cuatro años. Desde el momento en que voté en blanco en el 2018 he estado sujeto a todo tipo de ataques, de agresiones, en términos políticos. Todo esto me ha servido para cambiar, para entender mejor, para transformarme yo. Hice una reflexión acerca de lo que había significado, por qué votar en blanco tuvo ese impacto. Y hoy, después de cuatro años de vivir todo lo que he vivido, de pensarlo, vuelvo y voto en blanco.

P. ¿Podría sintetizar sus razones?

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R. Yo era perfectamente consciente de que Colombia iba a cambiar. Lo que ocurrió, que tiene una dosis de sorpresa asociada con la figura de Rodolfo Hernández, fue que Colombia votó por el cambio. Desde la perspectiva del mundo de Petro, yo era el obstáculo mayor. Después de las elecciones de 2018, al estar muy cerquita de pasar a la segunda vuelta, diseñaron una estrategia para cancelarme, borrarme en términos políticos de la vida pública. Después de pasar por la campaña, después de la experiencia de la coalición, después de todo eso, creo todavía, con profunda convicción, que hay que luchar por una forma de hacer política que es distinta a la de Gustavo Petro y a la de Rodolfo Hernández. Con el voto en blanco estoy tomando una decisión política, reivindicando una forma de la política, minoritaria hoy, sin duda alguna. No es indiferencia, es una posición crítica.

Sergio Fajardo
Fajardo, excandidato de la Coalición Centro Esperanza, obtuvo el 4,2% de los votos en la primera vuelta.Diego Cuevas

P. ¿No equivale a volver a irse a ver ballenas, como tanto se lo criticaron entonces?

R. No. Estoy activo, aquí estoy; escribiendo, discutiendo, participando. Me siento orgulloso de la campaña que hicimos. Ahora, entiendo que no era lo que estaban esperando las personas en Colombia. Yo no me fui a ver ballenas, estoy reivindicando una forma de la política. Estoy haciendo política. Tengo el espíritu tranquilo, estoy en paz y convencido de lo que hago. Tranquilo y contento. Sigo luchando.

P. Muchos consideran que se ha incrementado mucho el costo político de no tomar partido…

R. Es que estoy tomando partido. Estoy tomando una posición, y la estoy defendiendo. En el escrito puse tres principios. Primero, son los medios los que justifican el fin; segundo, las personas y las propuestas no se pueden separar; tercero, de la forma como se llega al poder, así se gobierna. Soy perfectamente consciente, esto es una posición y estoy dispuesto a debatirla.

P. Ante los resultados del Gobierno de Iván Duque, que usted ha calificado de “malo en todos los sentidos”, ¿nunca ha lamentado haberse mantenido en el voto en blanco?

R. No, esa es una forma torpe de pensar las cosas. Votar en blanco significa que ninguno de los dos me gusta, que no estoy dispuesto a apoyarlos. No me arrepiento. Pero no es por orgullo, no es por soberbia, no es por ego, sino que es una decisión consciente.

P. ¿Está Colombia condenada a cuatro años de populismo, gane quien gane?

R. Sí. Para el que le toque, así hubiera sido yo, va a ser muy difícil gobernar. Hay mucha expectativa. Las promesas de resolver rápidamente los malestares y la inconformidad, que de eso se trata el populismo, se van a ver frustradas muy rápido. ¿Qué viene después? Una posibilidad es la explosión [social]. Veo un panorama muy complicado, ojalá esté equivocado. Eso de unir al país es muy necesario, pero no veo cómo lo van a hacer. Frustración, y después de la frustración viene explosión o autoritarismo.

P. ¿Atribuye esos conceptos a alguno de los dos?

R. Está claro. ¿Cuál cree usted que va con uno o con el otro? Está fácil.

P. ¿Piensa volver a presentarse a unas elecciones?

R. No lo he considerado. Lo que tengo claro es que cometí un error la vez pasada cuando dije que me iba a salir de la política y quería ser rector. Después corregí. Una parte muy importante de mi vida es la política y lo público. Seguiré luchando por estas ideas y estas propuestas.

P. ¿Sergio Fajardo, el político, no ha dicho la última palabra?

R. No. Estoy luchando por unas ideas, por una forma de hacer la política. Yo creo, está por verse, que muy pronto nos dirán ‘esto es valioso’.

P. ¿Cómo se explica que al centro político le haya ido tan mal en estas elecciones?

R. Lo hicimos muy mal en el marco de la coalición. Es una experiencia muy traumática para mí. Yo le dediqué dos años y medio de la vida a tratar de luchar por esa coalición, y no fuimos capaces de consolidarla, de hacerla seria, de ocupar el espacio que yo creo que ocupamos en Colombia. Eso es lamentable. Hago parte de ese grupo en el que no fuimos capaces de consolidar una verdadera propuesta de centro. Lo que ocurrió adentro de la coalición fue muy lamentable.

P. ¿Su relación con Alejandro Gaviria quedó fracturada?

R. Prefiero no hablar de Alejandro Gaviria después de lo que vi y conocí.

P. Otras figuras de centro como Luis Gilberto Murillo, que era su fórmula, han apoyado a Petro para la segunda vuelta. Usted ya decía en octubre en una entrevista con este periódico que no se uniría con Petro bajo ninguna circunstancia. ¿Concede que hay también razones personales detrás de sus desencuentros?

R. Claro que sí, ahí está escrito. Pero lo personal es una muestra de un comportamiento general. Lo asumo como personal, pero me permite ilustrar una forma de actuar de la política, que no es solamente un problema con un individuo.

ex candidato presidencial Sergio Fajardo
El excandidato presidencial Sergio Fajardo posa para una foto en su apartamento en Bogotá.Diego Cuevas

P. Su programa y el de Petro tienen varios puntos de encuentro. ¿Desconfía más de la persona que de su programa?

R. Las propuestas no se pueden separar de la persona que lidera esa propuesta. Están íntimamente ligadas. En un debate le demostré que esas propuestas que él hace son irrealizables, son medidas populistas, engañosas. Si llegara al poder se convertiría en una frustración muy grande para el país.

P. Petro dijo en los debates que a él sí le gustaría tenerlo a usted como ministro.

R. Hay una incompatibilidad ética. Esa palabra le fastidia a muchas personas que dicen que es superioridad moral; no lo es. No puedo trabajar con una persona que al diferente lo tiene que destruir. No quiero una persona como él siendo presidente de mi país.

P. Usted tuvo acercamientos frustrados con el otro finalista. ¿Qué tan fluidas o qué tan hostiles fueron las reuniones con Rodolfo Hernández y su equipo?

R. He tenido siempre una relación amable con Rodolfo Hernández. Nosotros nos acercamos con una propuesta, conversamos acerca de las coincidencias o las divergencias y nos comprometimos a presentar un documento para discutir con él, teniendo claridad de que en muchas propuestas estamos en franca contradicción. Nos íbamos a sentar y él salió con esa expresión desafortunada de que era una cortesía, que nosotros pretendíamos imponerle a él un programa. Es falso que fuera una cortesía, él me pidió a mí que conversáramos. Nunca le pretendimos imponer nada. Él lo que necesita o quiere es que haya adhesiones, lo que significa firmarle un cheque en blanco. Y desde la política que hemos hecho toda la vida, eso no funciona. Estamos en una nebulosa que depende de un individuo que tiene una personalidad particular. No es Rodolfo Hernández la persona para apoyar en este momento.

P. ¿Se enteraron por los medios de que él daba los diálogos por concluidos?

R. Sí, pero además habíamos entregado el documento. Supuestamente al otro día lo íbamos a discutir y antes de hacerlo sale y dice todo lo que dijo. Es una forma descortés y grosera de hacer las cosas.

P. Otras figuras políticas consideran que usted ha subestimado los riesgos de un Gobierno de Rodolfo Hernández.

R. Estoy diciendo exactamente lo que pienso. Ahora me convertí yo, el derrotado, en el responsable. Voten por el que quieran. Pero esos argumentos que puse son los que yo creo, por los que he luchado.

P. Hernández y usted tienen una actitud diametralmente opuesta hacia el conocimiento y el ejercicio político

R. Sí, es muy difícil encontrar dos personas más diferentes que Rodolfo y yo. Siempre he hablado de la lucha contra la corrupción, es a él al que le creyeron y al que la gente escuchó. Es un fenómeno político. Rodolfo, un señor que tiene 77 años, que fue alcalde de Bucaramanga, que le pegó una bofetada a un concejal, hoy tiene una muy alta probabilidad de ser el presidente de Colombia. Es un reflejo de la sociedad, y él lo supo entender.

P. Hernández está investigado por corrupción, y sin embargo se apropió del discurso anticorrupción. ¿En qué momento el centro perdió esa bandera?

R. Las confrontaciones internas dentro de la Coalición Centro Esperanza no permitieron construir un verdadero proyecto. Perdimos esa bandera, y prácticamente todas las banderas.

P. ¿Se veía de nuevo en una coalición con Ingrid Betancourt, que abandonó la Coalición Centro Esperanza en medio de acusaciones y adhirió a Hernández antes de primera vuelta?

R. La experiencia con Ingrid Betancourt fue pésima. Yo no la repetiría.

P. ¿Siente que se ha quedado solo?

R. No, es natural que unos vayan para un lado y para otro, así como yo me voy por el voto en blanco. Algunos tienen intereses de diferente naturaleza. Por ejemplo, Luis Gilberto Murillo, que me cae muy bien, me dice “yo tengo que estar con Francia Márquez”. Viene de la región del Pacífico, puede tener discrepancias pero no puede estar en contra de Francia Márquez. Yo lo entiendo perfectamente. Mábel Lara también, y eso no me molesta. Yo estoy explicando las razones que yo tengo, cada quien tendrá las suyas y evaluará. Esto se termina el 19 de junio y más pronto que tarde van a ver el valor de lo que significa lo que yo represento.

P. Su biografía política se titula El poder de la decencia (Ariel, 2017). ¿Esa idea ha perdido atractivo como bandera electoral?

R. Sí, claro. La decencia no está de moda, no es viral. La seriedad no es viral, la transparencia no es viral, no despiertan emociones. Durante la campaña señalaba que Colombia tiene miedo, rabia, incertidumbre, está indignada. A quien le toque le va a quedar muy difícil. Ya veremos.

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Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.

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