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Rodolfo Hernández, un terremoto populista para la segunda vuelta presidencial

El triunfo del populista sobre Federico Gutiérrez tumba al candidato del uribismo y amenaza seriamente a Gustavo Petro en la segunda vuelta

Rodolfo Hernández en un centro de votación en Bucaramanga, Colombia.Foto: SCHNEYDER MENDOZA (AFP)
Catalina Oquendo

En menos de tres semanas, Rodolfo Hernández movió las placas de la campaña electoral a la Presidencia de Colombia. El ingeniero millonario se ha colado en la segunda vuelta presidencial que disputará con Gustavo Petro. No solo ha dejado fuera de la contienda a Federico Gutiérrez, el aspirante de la derecha, sino que complica el triunfo de Petro, que durante meses fue el líder imbatible de las encuestas.

Hernández es un constructor de 77 años, que fue alcalde de Bucaramanga, ciudad ubicada en el oriente del país, y un enigma por sus posturas y su discurso populista. Emergió con un mensaje simple de ataque a los corruptos que caló muy bien entre ciudadanos hartos de la política tradicional. Con sus salidas irreverentes y su carácter se instaló como el candidato antiestablecimiento, incluso por encima de Petro, que durante años ha sido ubicado en esa orilla.

Sus declaraciones afirmando que admiraba a Adolfo Hitler, aunque después dijera que era un lapsus y que pensaba en Einstein, o sus dichos misóginos y xenófobos sobre las migrantes venezolanas, sorprendieron a gran parte del país. Hernández es recordado en Bucaramanga por haberle propinado una bofetada a un concejal de la oposición y por un caso de presuntas irregularidades en la contratación del servicio de basuras a través de la empresa Vitalogic. El candidato ha sido acusado de interés indebido en la celebración de contratos.

El contendor de Petro evitaba los debates y, en su lugar, hablaba directamente a sus votantes a través de redes sociales donde era conocido como “el viejito de Tik Tok”. A través de esas plataformas hizo propuestas populistas como construir viviendas a bajo costo para todos los colombianos, o una ciudadela en medio del campo para los presos. Y otras como hacer “grandes recortes presupuestales”, suspender el uso de aviones y helicópteros presidenciales o donar todo el dinero que reciba como sueldo de presidente.

Pero también ha dicho que eliminará embajadas y consejerías como la de la mujer o que les quitaría los vehículos a congresistas y obligaría a bajar los sueldos a los asesores de las unidades legislativas, entre otras, que le han valido el favor de sus votantes.

Con Fico Gutiérrez fuera de la contienda, una de las preguntas es si los votos de la derecha y, en concreto del uribismo, van hacia las huestes del exalcalde. Lo que sí deja clara esta primera vuelta es que, por primera vez en décadas, el expresidente Álvaro Uribe no llega con un candidato de su partido a la Presidencia. Uribe ha sido el gran desaparecido de estas elecciones. Al menos de forma pública. Sus líos judiciales que han minado su popularidad y la mala gestión de su ahijado político, Iván Duque, han dejado en muy mala posición política a su partido.

Hernández ha dicho en otras oportunidades que es amigo de Uribe y que el expresidente lo ha ayudado, aunque no se sabe exactamente en qué. También se parecen en su estilo frentero y la idea de que hablan desde las regiones. Cuando Uribe irrumpió en el escenario bogotano lo hizo desafiando a la élite centralista que siempre había gobernado el país. Se presentaba como un político que mira desde las regiones, como Rodolfo. Pero el exalcalde de Bucaramanga representa también a votantes de las ciudades intermedias. Durante la campaña puso su fuerza en ciudades como Neiva o Villavicencio.

Pero el triunfo de Hernández en esta primera vuelta también significa un aprieto para la campaña de Gustavo Petro, que había hecho una campaña con holgura. El candidato de izquierda tendrá que demostrar que el descontento que se evidenció en el estallido social durante el 2021 es más fuerte que el hartazgo de la corrupción que es lo que convoca el millonario constructor de Bucaramanga.

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Sobre la firma

Catalina Oquendo
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia. Periodista y librohólica hasta los tuétanos. Comunicadora de la Universidad Pontificia Bolivariana y Magister en Relaciones Internacionales de Flacso. Ha recibido el Premio Gabo 2018, con el trabajo colectivo Venezuela a la fuga, y otros reconocimientos. Coautora del Periodismo para cambiar el Chip de la guerra.

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