Susana Muhamad, la infatigable ‘embajadora’ ambientalista de Petro
La ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible aterriza la visión del presidente de Colombia, encabeza la lucha contra la deforestación en la Amazonia y el próximo mes será la anfitriona de la COP sobre biodiversidad en Cali
Susana Muhamad (Bogotá, 47 años) luce infatigable, a pesar del calor pegajoso y agobiante de San José del Guaviare, la puerta de entrada a la Amazonía colombiana. Al ritmo de música llanera, la ministra de Ambiente llega junto al presidente Gustavo Petro al coliseo local, donde los esperan esta tarde de sábado decenas de beneficiarios del programa Conservar Paga, parte esencial de la estrategia con la que el Gobierno ha conseguido, de la mano de las comunidades, contener la deforestación en el llamado pulmón del mundo. Es el cierre de la gira Salvemos la Selva, que incluyó a Florencia y Cartagena del Chairá, en el vecino departamento de Caquetá, parte de los extensos territorios amazónicos del sur de Colombia. “No los vamos a dejar solos”, promete Muhamad a los líderes ambientales al lanzar también una red de derechos humanos para la región. “Todavía somos, gracias o más bien por desgracia a ese conflicto armado, el país en donde más líderes pierden su vida por defender el ambiente”, se lamenta desde la tarima.
El Gobierno de Colombia, que ha concentrado sus esfuerzos en esta región selvática que visita con frecuencia Muhamad, se apuntó recientemente un hito histórico al reportar las cifras anuales de deforestación más bajas desde que se llevan registros, menos de 80.000 hectáreas en 2023. Como suelen recordar los expertos, de la conservación de los ecosistemas amazónicos depende, entre muchas otras cosas, la regulación del clima y la oferta de agua en la zona andina de Colombia –a través de los llamados “ríos voladores”–, donde se ubican grandes ciudades como Bogotá.
Pero nadie se confía, ni se llama a engaños. Las fragmentadas disidencias de la extinta guerrilla de las FARC, el grupo armado dominante en los departamentos del llamado arco amazónico, amenazan la posibilidad de sostener ese hito en este 2024. Cuando llega su turno de hablar en San José del Guaviare, el propio Petro, en un encendido discurso, rechaza las amenazas de las estructuras encabezadas por Iván Mordisco contra los campesinos que han firmado acuerdos de conservación. Quemar el bosque, advierte, es “la antesala de la muerte de toda la humanidad en el planeta Tierra”. Las disidencias de Mordisco, muy involucradas en el narcotráfico y la minería ilegal, rompieron los diálogos de paz. “Eso no es una extorsión contra Petro, eso no es una extorsión contra el primer gobierno popular de Colombia; eso es una extorsión contra la humanidad entera”, fustiga el presidente. La ministra asiente con la cabeza mientras escucha atentamente cada una de sus palabras.
La sintonía entre ambos salta a la vista. El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible ha elevado su perfil desde que Petro llegó al poder, bajo la batuta de Muhamad, que brilla con luz propia en un gabinete inestable –ella es uno de los únicos tres ministros que han sobrevivido luego de dos años de Gobierno–. Ya había sido secretaria de esa misma cartera cuando el hoy presidente era alcalde de Bogotá, entre 2012 y 2015. En un mes, será la anfitriona de la enorme Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad, la COP16 que albergará Cali bajo el lema de “hacer la paz con la naturaleza”. Un mantra propio de una sociedad que busca dejar atrás un conflicto armado de más de medio siglo.
Por momentos, Muhamad parece estar en todas partes, con una agenda que combina los compromisos internacionales de la diplomacia ambiental, los preparativos de la COP y su presencia en la Colombia profunda. Los frentes se antojan inagotables en uno de los países más biodiversos del mundo, bañado por dos océanos, atravesado por tres cordilleras, con la mitad de su territorio tapizado por bosques y selvas tropicales.
La semana de la gira Salvemos la Selva –a mediados de septiembre– es un ejemplo ilustrativo. La comenzó en Cali, donde acompañó los operativos contra la minería ilegal en los Farallones, el montañoso parque natural que colinda con la sede de la COP. Regresó a Bogotá para atender en la noche el habitual Consejo de Ministros. El martes dio una rueda de prensa sobre la escasez de agua en la capital –entre otras, por la temporada seca en la Amazonia–, regresó a Cali para un consejo de seguridad sobre temas relacionados con la cumbre de la ONU y en la noche viajó a Río de Janeiro para una reunión de ministros de Ambiente de América Latina. El jueves regresó al país para embarcarse junto a Petro en la gira de tres días por Caquetá y Guaviare. Y el domingo voló rumbo a Londres, desde donde confirmó que al menos diez jefes de Estado y un centenar de ministros de Ambiente asistirán al esperado encuentro sobre la biodiversidad, que se prepara contrarreloj.
Buena parte de esos esfuerzos diplomáticos –que lidera junto al canciller Luis Gilberto Murillo, que también fue en su día ministro de Ambiente– han buscado que converjan las agendas globales de biodiversidad y cambio climático, con protagonismo para América Latina. Brasil, el vecino amazónico gobernado por Luiz Inácio Lula da Silva, es un socio con gran peso geopolítico y albergará el próximo año en Belém do Pará la COP sobre cambio climático, que suele congregar más atención. Lula es uno de los jefes de Estado que ha confirmado su presencia en Cali.
La ministra se ha volcado en los departamentos amazónicos en medio de la intensa actividad diplomática. Además de que esa es la prioridad ambiental del Gobierno, subraya, esta es una coyuntura clave, una suerte de momento bisagra. “Ya entramos a la temporada seca de la Amazonía colombiana, que se fortalece más hacia los últimos tres meses del año, y tenemos una grave alerta de que la deforestación se nos va a disparar”, advierte en una conversación con este periódico en la sede del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas, el Sinchi, que había recorrido unas horas antes junto a Petro. Ambos se detuvieron en la entrada junto al enorme mapa que muestra ese 42% del territorio colombiano que es amazónico. El presidente incluso le tomó una foto con su celular, “para mostrarle a la gente”. Llegar al territorio justamente permite reiterar el compromiso del Gobierno para contener la pérdida de bosques, afianzar el pacto político con el campesinado y “cumplirle a la gente”, enfatiza Muhamad.
Las expectativas sobre los dividendos ambientales del acuerdo de paz con las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, firmado a finales de 2016, aún no se materializan. La guerrilla, hoy convertida en un partido político, tuvo una presencia histórica en estos territorios, donde restringía la deforestación, en parte porque las copas de los árboles dificultaban que el Ejército identificara sus campamentos desde el aire. El Estado no llenó el vacío que dejó su salida. Otros grupos armados han emergido, principalmente las disidencias que se apartaron de aquellas negociaciones y se hacen llamar Estado Mayor Central. Ahora ordenan o prohíben la tala y la quema –que ya cercan reservas naturales y resguardos indígenas– para presionar al Gobierno.
Es una batalla larga y compleja. Los lugareños se han dado cuenta de que puede haber un modelo territorial diferente que permita frenar la deforestación, explica la ministra, pero se enfrentan a “un proyecto político armado, con terratenientes también de la región, que quieren ver que la selva se vuelva una sabana ganadera”. Las alertas tempranas muestran que se avecina un revés frente a las notables reducciones de los años anteriores. “Dos factores lograron la disminución histórica del 2023, que los actores armados estaban en una mesa de paz y se comprometieron a no deforestar, y que el Gobierno ganó la confianza de la gente”, asegura Muhamad, al conceder que es un logro frágil. De jeans y camiseta, viste un colorido collar indígena que le regalaron la víspera en Cartagena del Chairá y un pin con la flor del Inírida, el logo de la COP. De la mano de las comunidades, destaca, se puede reversar la deforestación. El plan actual incluye estrategias como Conservar Paga, que triplicó los incentivos para los campesinos que se comprometen con la protección de los bosques.
Por primera vez se percibe una estrategia para estabilizar la frontera agrícola, destaca Rodrigo Botero, director de la Fundación para la Conservación y Desarrollo Sostenible (FCDS), que vigila y documenta desde hace años la deforestación. “Susana es la persona que, desde el Gobierno, hoy está liderando la política de Estado para la Amazonia”, apunta. “Es la funcionaria que tiene más claro el panorama político, ambiental, de conflicto, económico, territorial, criminal, de la región. No solamente lo tiene en la cabeza, sino que lo ha empezado a traducir en una serie de esfuerzos para hacer efectivamente una gestión interministerial con enfoque de Estado”, recalca.
Muhamad, una politóloga de ascendencia palestina con una maestría en Desarrollo Sostenible de la Universidad de Stellenbosch, en Sudáfrica, ha sido muy cercana a Petro desde hace años y lo conoce como pocos. “El presidente tiene un compromiso político de fondo con este tema. Es el dirigente que abrió el debate del cambio climático, que lo trajo a la política y lo volvió una bandera”, explica sobre su trabajo juntos. “El rol que he tenido es aterrizar esa visión política en procesos, programas, proyectos y pactos políticos que la materialicen”, detalla. Aspira a que el legado de la COP, que tanto la trasnocha, sea la consciencia del potencial perdido de la biodiversidad, además de posicionar a ese enorme activo como un factor en las decisiones económicas y territoriales de una Colombia que por fin selle la paz con la naturaleza.
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