La UNGRD pide al Gobierno la compra de helicópteros en medio de una emergencia por incendios en el sur de Colombia
La entidad encargada de la gestión del riesgo de desastres reporta 20 grandes focos de fuego en seis departamentos del país. El de Palermo (Huila), el más crítico, está controlado
Decenas de incendios han consumido cerca de 23.000 hectáreas ―como si se quemara más de media ciudad de Medellín― durante septiembre, y por lo menos otros 20 siguen activos en seis departamentos del sur de Colombia. La buena noticia de que se ha controlado la emergencia en el municipio de Palermo (Huila), el fuego más crítico en la última semana, no elimina una noticia negativa y más grande: esta crisis de incendios forestales podría repetirse a principios de 2025, en parte por la falta de recursos y estrategias para apagar el fuego. Así lo denunció este martes el director de la Unidad Nacional de Gestión de Riesgos y Desastres (UNGRD), Carlos Carrillo, en una rueda de prensa en la que hizo un balance sobre la situación. “Podríamos decir que tenemos esto controlado, pero la temporada de incendios de comienzo de año se avecina bastante compleja, aún peor que la del año pasado”, aseguró el político de izquierdas sobre el mediodía de este martes.
A principios de septiembre, una serie de puntos calientes en los montañosos departamentos del Tolima y Huila prendieron las alarmas de la UNGRD. Por redes sociales y medios de comunicación se ha visto cómo el fuego arrasó con miles de hectáreas en los municipios de Palermo (Huila) y Natagaima (Tolima), sobre la cordillera andina. Pero no fueron los únicos: en lo que va de septiembre, se han registrado en total 249 incendios forestales en 14 de los 32 departamentos del país, y en 135 municipios. Ahora, las autoridades se concentran en 20 focos activos en Tolima, Huila, Nariño, Cauca, Boyacá y Norte de Santander, de los que ocho están bajo control. “El incendio de Palermo, uno de los que más nos preocupaba, fue controlado”, detalló Carrillo, quien, durante la conferencia con medios, se conectó por videollamada con las direcciones de gestión de riesgo de Huila y Tolima. En el primer departamento, alertaron de que han superado récords de temperatura ―de 37 a 40 grados en promedio― y que las lluvias que se esperaban para esta época se prevé ahora que lleguen en la segunda quincena de octubre. En Tolima, informaron que el incendio de Natagaima “sigue activo y fuerte” y pidieron apoyo nacional no solo para ese foco, sino para otros más.
Las altas temperaturas y la falta de lluvias propias de la época ―producto del cambio climático― han desatado incendios no solo en Colombia sino en otros países de América del Sur. En la Amazonía de Brasil, por ejemplo, se han registrado 38.266 conflagraciones en agosto, la cifra más alta desde 2005. Bolivia ha declarado un estado de emergencia nacional por la crisis, que ha dejado carbonizadas cerca de cuatro millones de hectáreas. Ecuador, Argentina, Perú y Paraguay también han resultado afectados.
La fotografía podría repetirse a principios de 2025, cuando comienza la temporada seca y también las quemas abiertas en el campo por parte de ganaderos. De ahí, la preocupación del director de la UNGRD por conseguir más presupuesto y medios desde el Gobierno nacional. “Podemos dar un parte alentador hoy, pero eso no quiere decir que la situación vaya a seguir así. Requerirá de un esfuerzo fiscal para poderlas enfrentar [los incendios futuros]”, comentó Carrillo, que ha llevado al Consejo de Ministros una solicitud para comprar helicópteros de dedicación exclusiva a la atención de emergencias y una propuesta de atacar los incendios con más fuegos, una estrategia conocida como manejo técnico del fuego.
Actualmente, los incendios forestales son atendidos por equipos en tierra ―entre los que hay cuerpos de bomberos, organismos de emergencia y ciudadanos preocupados, como se ha visto en este episodio de septiembre― y, cuando es necesario, por aeronaves que riegan agua desde las alturas. Sin embargo, los helicópteros no son propiedad de la UNGRD, sino que son prestados por la fuerza pública mediante un convenio o, en algunos casos, contratados a empresas privadas. “La Fuerza Aérea nos propone adquirir helicópteros firehawk de fabricación norteamericana, diseñados para la atención de incendios forestales”, explica Carrillo. Sin embargo, eso exigiría ampliar el presupuesto de una entidad que, de hecho, ya ha pedido una inyección de 700.000 millones de pesos adicionales (algo así como 175 millones de dólares) para llegar a fin de año. Y pedir más recursos, justo cuando el proyecto de presupuesto del Gobierno para 2025 es deficitario y tiene un futuro incierto en el Congreso, es difícil.
Además de ese problema general, de todo el Estado, la UNGRD tiene uno propio, por el mal manejo de sus recursos en el pasado. “Hoy la olla está bastante raspada”, reconoció el director de la Unidad en referencia al escándalo de corrupción confesado por su antecesor, Olmedo López, y por el exsubdirector Sneyder Pinilla por una compra de carrotanques por 46.800 millones de pesos (unos 11 millones de dólares).
De momento, el Gobierno nacional solo se ha comprometido a pagar la reparación de 11 helicópteros MI-17 de fabricación rusa que no operan por falta de mantenimiento. “El ministro de Defensa [Iván Velásquez] confirmó que el Gobierno va a invertir 160.000 millones de pesos para la recuperación de las naves”, detalló Carrillo. Sin embargo, estas aeronaves no se dedican exclusivamente a las emergencias.
Ante la falta de recursos, el director de la UNGRD apuesta por un plan B: conseguir que el Gobierno autorice el manejo técnico del fuego, más conocido como cortafuego, que hoy no es legal en Colombia. La UNGRD asegura que es “una práctica aplicada a nivel internacional [en países como Estados Unidos, Australia, Brasil y Ecuador] que permite combatir las llamas con fuego para crear líneas de contención y minimizar los impactos de los incendios forestales” y que podría usarse “bajo condiciones y requisitos especiales”.
Expertos reconocen que, aunque estas solicitudes pueden sumar herramientas para atacar el fuego, no se puede olvidar la inversión en prevención. “Sin esta visión integral, solo se compran más helicópteros, pero no se soluciona el problema”, afirma Dolors Armenteras, doctora en Geografía y profesora de la Universidad Nacional. Armenteras, junto al profesor Marcos Quiroga, de la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales (UDCA), publicó un artículo en el que advierte que los gobiernos no han atendido los incendios forestales de manera integral por la mala coordinación entre las instituciones, la insuficiente inversión, la gestión ineficaz de los recursos y la falta de control de la deforestación ilegal. “Colombia se enfrenta a una tormenta perfecta de ineficiencia gubernamental, negligencia institucional en la prevención y gestión de riesgo de incendios, y un ciclo vicioso de dependencia de la ayuda internacional, que ignora el conocimiento y no propicia el fortalecimiento local”, denunciaban por escrito los profesores Armenteras y Quiroga en enero, cuando la historia de incendios era casi calcada a la de septiembre: muchas llamas, pocos recursos y peticiones entre entidades para, por fin, apagar el incendio.
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