El Darién y la migración como agua
La declaración de Estados Unidos, Panamá y Colombia de que “el abordaje de la migración irregular es responsabilidad compartida”, es bien recibida. Pero la crítica situación en terreno exige más hechos concretos
Que la migración por la selva del Darién es de alcance global se conoce hace mucho. Lo saben más que nadie los miles de migrantes que a esta hora se internan en esa incertidumbre de animales, peñascos, ríos crecidos y bandas criminales que es ese cruce entre Colombia y Panamá, donde hay tantas nacionalidades como riesgos. Venezolanos, haitianos, ecuatorianos, chinos, bangladesíes, vienen migrando por ese trecho selvático desde hace décadas y en oleadas masivas desde 2021.
“Son más de 90 nacionalidades, algunos de los cuales entraron a la región por terceros países”, dijo esta semana el canciller colombiano Luis Gilberto Murillo tras la reunión de alto nivel del Mecanismo Tripartito entre Colombia, Estados Unidos y Panamá para abordar la gestión de la crisis humanitaria y migratoria que ocurre principalmente en la frontera colombo panameña. Basta asomarse a TikTok, la red preferida de los migrantes –y de los coyotes o traficantes– donde publican videos para darse ánimo, mostrar las rutas, las vicisitudes y hasta los muertos que encuentran en el camino. Son múltiples las lenguas y voces, aunque por ahora predominan las de los venezolanos. En lo que va de 2024 han cruzado más de 230.000 personas y en lo que va del mes de agosto la cifra ya pasa los 8.000 casos.
Por la dimensión de la crisis humanitaria que ha venido creciendo en los últimos cuatro años, el encuentro de este lunes entre los cancilleres Murillo y Javier Martínez-Acha Vásquez, y el secretario de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, Alejandro N. Mayorkas, generaba enormes expectativas. Además, se daba en el contexto de una posible nueva ola migratoria venezolana, dada la crisis poselectoral que ocurre en el vecino país, y tras varias decisiones del nuevo presidente de Panamá, José Raúl Mulino, que ha estado cerrando algunos puntos fronterizos con alambres de púas y aumentando las deportaciones de migrantes.
Murillo y Martínez Acha visitaron Capurganá, uno de los poblados por los cuales atraviesan los migrantes; mientras, selva adentro, en otros como Acandí los migrantes no detuvieron su camino, como se puede observar en TikTok. La migración, como ha explicado el académico argentino Eduardo Domenech, es como el agua. “Dado que no se las puede detener, es necesario encauzarla”. Ordenarla y hacerla más segura es parte de los debates de quienes manejan políticas públicas migratorias.
Por eso, la declaración de Estados Unidos, Panamá y Colombia de que “el abordaje de la migración irregular parte del reconocimiento de responsabilidad compartida, y desde un enfoque multidimensional y de derechos humanos”, y que también debe incluir a otros países, incluidos los extra regionales, es bien recibida. Una fuente que estuvo en las reuniones tripartitas dijo que los encuentros sirvieron también para bajar las tensiones crecientes tras la decisión de Panamá de securitizar aún más su política migratoria. Sin embargo, la crítica situación en terreno exige más hechos concretos.
El canciller Murillo habló de ampliar la regularización de venezolanos en Colombia –hasta ahora hay 2.5 millones, según Migración– y de fortalecer las Oficinas de Movilidad Segura, el programa de Estados Unidos para cubanos, haitianos y venezolanos que se encontraban en Colombia antes del 11 de junio de 2023 y que aplican para trasladarse de manera segura y legal a ese país. Pero esa sonada política solo cobija a un reducido número de migrantes y, según la web del programa, las solicitudes online están cerradas y no hay información de si existen sedes físicas.
Otras preguntas quedan en el aire: ¿existirán corredores humanitarios para que las personas más vulnerables como niños o mujeres embarazadas hagan la ruta de forma más segura? ¿Cómo se protegerá a los migrantes de ser víctimas de los grupos armados que operan las rutas irregulares? ¿Qué pasará con las deportaciones de venezolanos que no pueden volver a su país, cuál será la política de Colombia con ellos? ¿Panamá desarrollará también medidas de regularización de migrantes en su territorio? ¿Cuál será el plan para recuperar los cadáveres de cientos de migrantes que perdieron su vida en el cruce?
Los tres países “coincidieron en la implementación de un plan de trabajo con acciones concretas y realistas que fortalezcan la presencia estatal de Colombia y Panamá en su frontera común”. También se comprometieron a mejorar los mecanismos de control y regulación, el intercambio de información y la verificación de identidad de los migrantes. La respuesta a todo esto, según se comprometieron, deberá estar lista en un plazo máximo de 90 días, cuando los tres equipos se reunirán con un plan de ejecución y cronograma para atender la migración que en El Darién es como el agua.
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